Normas de evaluación en la Universidad: "¿No me pueden expulsar si copio del compañero? Me entero ahora"

Los estudiantes de la Universidad de Zaragoza reciben con opiniones encontradas las nuevas normas de evaluación, entre el escepticismo y las dudas sobre su aplicación.

Alumnos, este lunes, a la entrada de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza.
Alumnos, este lunes, a la entrada de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza.
Guillermo Mestre

¿Nuevas normas de evaluación?¿Que no me pueden expulsar si copio del compañero o hablo con él? Me entero ahora mismo". Esta es la respuesta más frecuente de los estudiantes universitarios que este lunes al mediodía estaban en el campus San Francisco de Zaragoza.

En plena época de exámenes, la aplicación de la nueva Ley de Convivencia Universitaria, que impide que los profesores echen de un examen a los alumnos que son sorprendidos intentando copiar a un compañero o hablando con él sobre la prueba (una práctica bautizada como "copia espontánea") ha pasado bastante desapercibida. Y eso que la novedad ha sido difundida por el campus público. Hasta ahora podía hacerse y suponía un suspenso automático.

Las opiniones están divididas entre quienes conocían estos cambios. "Es injusto para los que se han preparado una materia que cuando se pilla a alguien copiando, aunque sea mirando el examen de quien tiene el lado, y está claro que ha hecho trampa, no sea expulsado directamente", comenta Darío García, estudiante de 1º de Magisterio, a la puerta de la Facultad de Educación. Una de sus compañeras de grupo mostró su "extrañeza" porque durante la prueba de la que salían una docente había advertido a un estudiante de que si volvía a verle echando "una mirada larga" a los folios del de al lado le iba a expulsar.

Darío García: "Es injusto para los que se han preparado una materia que cuando se pilla a alguien copiando, aunque sea mirando el examen de quien tiene el lado, y está claro que ha hecho trampa, no sea expulsado directamente".

Escéptico sobre lo que puede suponer la aplicación de esta medida se muestra David Torres, estudiante de 4º curso de Marketing e Investigación de Mercados. En uno de los exámenes de estos días un docente les advirtió antes de empezar que no podía expulsarles, pero sí abrir un acta para comunicar lo ocurrido. "Si levantan un acta y la tramitan al final es tu palabra contra la suya –subraya–. Es muy difícil demostrar que se ha copiado, sobre todo cuando se trata de una práctica o un ejercicio en el que hay un resultado".

David Torres, Ana Cervera y Alejandra Benito, estudiantes de Marketing, a las puertas de la biblioteca María Moliner
David Torres, Ana Cervera y Alejandra Benito, estudiantes de Marketing, a las puertas de la biblioteca María Moliner
Guillermo Mestre

Una opinión esta última que comparte Nacho de Blas, profesor del Departamento de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza. Defiende que las expulsiones de los exámenes ya venían siendo "mínimas" y que la mayoría de los profesores aplicaban medidas como las que recogen ahora las normas, cambiar de sitio al estudiante, retirarle la parte del ejercicio que llevaba hecha o hacerle una advertencia.

"Es muy difícil aportar alguna prueba, más allá de marcar un examen cuando hay una sospecha y comprobarlo con los de los compañeros de alrededor", reconoce. En la Facultad de Veterinaria, señala, hay aulas con unas 150 plazas en las que se examinan grupos de unos 45 estudiantes "por lo que la separación entre ellos es importante".

"Además, el móvil lo tienen que dejar a la entrada y no se permite calculadora si no se necesita. El examen también va grapado para que no manejen hojas sueltas y lo primero es identificarlo con el nombre por si caen en la tentación de pasárselo", explica sobre las tácticas habituales para evitar esta "copia espontánea". Frente a los profesores que consideran esta norma una pérdida de autoridad y libertad de acción, De Blas defiende que ahora se "estructura y regulariza" una situación que "estaba de hecho" y se establecen unas reglas "para actuar de una forma más objetiva".

Darío García, tercero por la derecha, junto a otros compañeros de Magisterio
Darío García, tercero por la derecha, junto a otros compañeros de Magisterio
Guillermo Mestre

Mano dura contra el plagio

Más unanimidad hay cuando se trata de quienes cometen "fraude académico" con artimañas tan evidentes como pinganillos y chuletas. Casi nadie cuestiona la expulsión, aunque haya quien considere "exagerado" que como falta grave el rector les pueda expulsar hasta un mes de la Universidad.

En las nuevas normas de convivencia, aprobadas el pasado 30 de marzo, plagiar total o parcialmente una obra, o cometer fraude académico en la elaboración del Trabajo Fin de Grado, el Trabajo Fin de Máster o la Tesis Doctoral se considera una falta muy grave. El infractor puede ser expulsado de dos meses hasta tres años del campus en el que haya cometido la falta o perder derechos de matrícula parcial durante un curso o semestre académico.

La Universidad de Zaragoza y la Universidad San Jorge implantaron ya hace tiempo sendos programas informáticos para detector estos robos. El campus público emplea el sistema ‘Compilatio’ y la privada el ‘Turnitin’. Escanean los documentos presentados y en cuestión de minutos, si no segundos, revelan posibles trampas.

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