La Casa de la Marimorena: una taberna "con lo mejor del sur" en el corazón de Zaragoza

El local abrió sus puertas a finales de abril con un gran éxito entre los zaragozanos. “No nos esperábamos semejante recibimiento. Estamos muy agradecidos”.

La Casa de la Marimorena.
La Casa de la Marimorena.
Camino Ivars

Desde hace unas semanas algo se cuece en los alrededores de la calle Alfonso de la capital aragonesa. Y es que el 29 de abril abría sus puertas La Casa de la Marimorena -calle Fuenclara, 4, en el antiguo local de la emblemática sastrería Pedraza-, según sus fundadores, “una taberna andaluza con la esencia, el arte, la gastronomía y la alegría del sur”, reivindican Víctor Manuel Plou y Arturo Borraz que, junto a Cristina Plou; hace un año decidían lanzarse a esta aventura empresarial.

“Nuestro objetivo era armarla gorda en la ciudad, o lo que es lo mismo, armar la marimorena. De ahí el nombre del local”, añaden. Y para traer la esencia del sur a la capital aragonesa, qué mejor que contar con tres ambientes típicos y muy diferenciados en este amplio local de tres plantas. En la parte de arriba, en la zona de restaurante, nos encontramos con un típico patio cordobés, bautizado como el patio de Jesús y Manolo -en honor a los padres de sus propietarios- en el que destacan las macetas de geranios de colores y dos aguamaniles de pared hechos en cerámica.

“Aquí todo, absolutamente todo está cuidado al mínimo detalle. Queríamos traer un concepto con alma, no ser un local más”, reivindica Víctor, que, en una de las mesas del patio, explica que las sillas y mesas se han hecho a mano, de manera artesanal, en Andalucía. “En este espacio hemos elegido los colores azules y blancos, y hay un mural pintado por Tía Pilarín que fusiona nuestra pasión por el Sur y nuestro amor por Zaragoza, que es nuestra ciudad”, especifica.

En el mural vemos una pareja de flamencos, con los trajes típicos, pero con varios tatuajes en homenaje a tierras mañas, como el escudo del Real Zaragoza, la basílica del Pilar con sus palomas, un adoquín o incluso Fluvi. “Nos parece una pasada el trabajo que ha hecho este artista”, reconocen.

Aquí se puede degustar la carta del local, con secciones como ‘Una mijilla pa probar’ -que serían las raciones para compartir-, ‘No ni na’ o ‘Venirse pa ca’. Destacan las croquetas, las gildas, sus anchoas con leche condensada o los boquerones en vinagre, así como la pringá – con carne de cocido andaluz en un mollete antequerano-; los chicharrones, traídos de Cádiz o el pescaito de Chipiona. Uno de los más pedidos es el pincho moruno de La Fernanda, en honor a la madre de Arturo, que era de Melilla, aunque de padres almerienses: “Es una receta familiar”.

Ya en la planta baja, nada más acceder al local, nos topamos con el Mercado de Triana, una taberna andaluza coronada por la imagen de una ventera de 1800, ya concebida como la imagen oficial del local. Una tasca tradicional con mesas y sillas altas ambientada en la mismísima Sevilla.

Esta zona invita a probar las frituras, e indagar en su bodega, en la que encontramos vinos manzanilla, Pedro Ximénez o Tío Pepe, entre otros de los vinos más famosos del Sur que se mezclan con bodegas de la tierra como Pago de Aylés, el único de Aragón. “También tenemos rebujitos y La Marimorena, una bebida con una receta especial y secreta de la casa”, explica Arturo.

En este espacio, decorado con sus azulejos color arena y casi todos los elementos acabados en madera, encontramos al gran protagonista de este espacio: el cortador de jamón. Se trata de Eduardo Mateo, campeón de Aragón 2022 y subcampeón de España, el cual forma parte de la plantilla. “El jamón es uno de los protagonistas de nuestra carta, contamos con un 75% ibérico de Castro y González que se corta en el momento”, aseguran.

Andalucía y Aragón se dan la mano en el cajón

Ya en la bodega, llegamos a la Cueva de Sacromonte, inspirada en uno de los escenarios granadinos por excelencia y, sin duda, uno de los espacios más especiales y con más vida del local. En ella, doce cajones de flamenco sordos hacen las veces de mesas. Cada uno de ellos lleva el nombre de cada una de las provincias andaluzas, las tres de Aragón y uno que lleva el nombre del local. Al fondo, el elemento estrella del lugar: el tablao flamenco. “Tenemos actuaciones todos los fines de semana, tanto por la noche como a la hora del vermú, y clases de flamenco, sevillanas y cajón”, explica Víctor.

Y es que, tanto él como Arturo, desde el año 2008 regentan una boutique de éxito en el centro de Zaragoza, Urban VicArt, sin embargo reconocen que “no tiene nada que ver con esto”. Eso sí, las ganas, la ilusión y la pasión que estos tres zaragozanos sienten por todo lo referente al sur ha servido para dar con la receta del éxito. También, afirman, contar con “un equipo de grandes profesionales, y mejores personas”. No en vano, tras abrir sus puertas estuvieron llenando el local prácticamente a diario. “No nos esperábamos semejante recibimiento. La verdad es que estamos muy agradecidos”, admiten.

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