A la búsqueda de soluciones contra el desierto demográfico en el medio rural

Los partidos quieren encontrar la tecla para devolver el dinamismo a los pueblos. Inversiones, rebaja de impuestos, empleo y vivienda, son algunas de las propuestas.

Rubielos de la Cérida, uno de los municipios con mayor índice de despoblación en Aragón
Rubielos de la Cérida, uno de los municipios con mayor índice de despoblación en Aragón
Javier Escriche

Teruel no era en 1900, ni mucho menos, la provincia medio vacía de hoy. Con 246.001 vecinos, superaba a Huesca y a otras ocho demarcaciones. El éxodo vino después, motivado por crisis agrícolas o la atracción de polos de desarrollo en otros puntos del país. También Huesca ha perdido población, pero nada comparado con los 112.663 habitantes que se han esfumado de Teruel en el último siglo. La provincia de Zaragoza, si bien debido al peso de la capital, ha más que duplicado su censo.

El problema no es la baja densidad poblacional en sí. Para el profesor de Economía aplicada de la Universidad de Zaragoza Luis Antonio Sáez son muchas las ventajas que ofrece un territorio no congestionado, desde el contacto con la naturaleza a la mayor tranquilidad. La dificultad reside en la falta de servicios públicos y privados que irremediablemente lleva asociada la despoblación y que estrangula a los municipios.

Por comarcas, un caso extremo es el Maestrazgo turolense, que en 110 años ha pasado de 20.648 vecinos a 3.578, quedando solo el 17% de la población que hubo antaño. La situación no es muy diferente en el Sobrarbe y la Ribagorza -ambas en Huesca-, Monegros -a caballo entre Huesca y Zaragoza-, Campo de Belchite y Comunidad de Daroca -las dos en Zaragoza- y Cuencas Mineras y Sierra de Albarracín -en Teruel-.

Con la caída poblacional se han ido empresas, comercios y médicos, y las infraestructuras y equipamientos -como la red de carreteras- no se han renovado o escasean. Una honrosa excepción son las escuelas con sus maestros, que fruto del esfuerzo institucional se mantienen abiertas en muchos pequeños municipios.

Los candidatos a las autonómicas de todos los partidos sin excepción se muestran preocupados y plantean estrategias para que el medio rural tenga dinamismo. Mayte Pérez, del PSOE, apuesta por un aumento de las inversiones en sanidad, educación y servicios sociales, además de incentivos a la contratación, la eliminación de barreras tecnológicas y la creación de regadíos. Ana Marín, del PP, propone ventajas fiscales para las empresas y pide que las ayudas al funcionamiento de estas alcancen el máximo permitido, todo ello bajo la premisa de llevar los servicios públicos a todo el territorio.

Tomás Guitarte, líder de Teruel Existe, rescata el primer punto del acuerdo par la investidura de Pedro Sánchez y habla de un pacto de Estado que articule un mecanismo de financiación para revertir el desequilibrio, pues, advierte, 18 de las 32 comarcas aragonesas tienen menos de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado.

Por el PAR, Alberto Izquierdo estima que la clave es la buena conectividad a internet -que permite teletrabajar- y una sanidad y educación de calidad, "porque vivir en el pueblo no es un fracaso, es una elección y motivo de orgullo". En línea similar, José Luis Soro, de CHA, quiere borrar la imagen negativa del medio rural y poner en valor sus ventajas, siempre con financiación para ofrecer buenos servicios. Por Podemos, Maru Díaz defiende la inversión en prestaciones básicas y rehabilitación de vivienda.

Luis Antonio Sáez se muestra escéptico ante las políticas aragonesas para abordar la despoblación. A su juicio, no importa tanto la inversión como el aprecio a la vida rural, la innovación y el compromiso con la comunidad.

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