“Yo sacaba a los heridos de la zona roja del frente, a veces a caballo o a corderetas”

Oleksandr T. era sargento médico en el ejército ucraniano. Durante el conflicto ha perdido sus dos piernas y  una mano. Acaba de llegar a Zaragoza. 

El militar ucranaino Oleksandr T., acompañado por su amigo Mykhailo, en los pasillos del Hospital Militar de Zaragoza.
El militar ucranaino Oleksandr T., acompañado por su amigo Mykhailo, en los pasillos del Hospital Militar de Zaragoza.
Toni Galán

¡Que mueran los enemigos. Mejor morir como un lobo que como un perro!”. Este es el mensaje que lleva Oleksandr T en su camiseta negra en la que asoma la cabeza de un lobo. Tiene 58 años y era un paramédico en el ejército ucraniano. Solía ir a buscar heridos en la primera línea del conflicto. 

Hoy está sentado en una silla de ruedas: perdió las dos piernas y parte de la mano derecha en una explosión que sufrió el pasado 28 de agosto. Es uno de los 14 militares heridos que han llegado esta semana desde Ucrania hasta el Hospital Militar de Zaragoza, por donde han pasado ya 53 heridos (25 ya han regresado) cuando se cumple un año desde el principio de la guerra.

“No sé cuándo acabará la guerra, pero la paz llegará tras la victoria de Ucrania”, proclama sin dudarlo. De hecho, Oleksandr agrega que la derrota de Rusia debe ser “total” y por eso debe incluir “la recuperación de Crimea” (que Ucrania perdió en 2014) para su país. Él explica vagamente y con algo de temor que procede de la Ucrania central. Pero sus heridas se produjero en la región de Donetsk, fronteriza con Rusia.

Oleksandr tenía una empresa de seguridad, era viudo, perdió a su mujer en 2018 a causa de un cáncer. Así que viéndose solo, optó por ingresar en 2020 en las Fuerzas Armadas, donde era sargento sanitario militar. “Tenía muchos conocidos en Rusia, pero desde el 24 de febrero ya no los mantengo”, asume. “Nunca pensé que esto nos podía pasar, que llegaríamos a una guerra con los rusos porque éramos como hermanos. Tampoco creía que Europa iba a ayudarnos tanto y agradezco mucho que nos reconozcan”.

Las heridas que le ha provocado la guerra son extremadamente duras. Ucrania solicitó que se le atendiera en otros cinco países, que no le aceptaron, antes de tocar en la puerta de España. El Gobierno español lo aceptó después de que el director del Hospital Militar, general Juan Antonio Lara, se comprometiera a implantarle las tres prótesis que necesita (dos piernas y la mano derecha, de la que solo le ha quedado el pulgar)  y que aportará el Gobierno de Aragón.

El militar ucraniano herido en una habitación del Hospital Militar donde hay una bandera de Ucrania de diez metros que usarán mañana una manifestación en el centro de Zaragoza.
El militar ucraniano herido en una habitación del Hospital Militar donde hay una bandera de Ucrania de diez metros que usarán este viernes en una manifestación en el centro de Zaragoza.
Toni Galán

Si no hubiera sido por Zaragoza, ya no me habrían ayudado en ningún sitio. No tenia más opciones. Me emocioné cuando me dijeron que me traían aquí”, reconoce este sargento, que se mueve ayudado por su amigo Mykhailo, quien le ha acompañado en este viaje.

Dice que Zaragoza le sonaba pero no tanto como Madrid y Barcelona. Nada más llegar se emocionó, porque cuando llegó el martes “salió el general”, que es de su misma promoción, a recibirlos.

Los ucranianos saben que Polonia y Alemania son los países que reciben más víctimas de la guerra porque están al lado de Ucrania, pero también resaltan que el tercer país de la Unión Europea que más les ayuda en el tratamiento de los heridos es España, y eso saben reconocerlo.

La vida, entre la zona roja y la amarilla

Oleksandr saca el móvil para enseñar alguna fotografía suya de un tiempo en que tenía piernas y dos manos. Cuenta que entonces iba siempre armado porque su tarea era "entrar en la zona roja en el frente y trasladar a los heridos a la zona amarilla a caballo o a corderetas”, donde ya los recogía una ambulancia rumbo a un hospital. “Entre la zona roja y amarilla puede haber de 3 a 10 kilómetros”, describe.

De la explosión que le costó medio cuerpo tiene recuerdos difusos.

“Yo salía de mi refugio y al ponerme el chaleco antibalas solo vi una bola de fuego que me cayó encima. No recuerdo nada de aquel momento porque me quedé sin conocimiento”, revive. “Cuando me desperté no tenía piernas ni una mano”.

Cuando sus compañeros del Ejército ucraniano lo trasladaron a un centro hospitalario, a 16 kilómetros del lugar de la explosión, fueron ametrallados por tropas rusas. Pero eso se lo contaron.

Ha dejado en Ucrania a su madre de 82 años, a la que no le contó que era militar desde 2020; a su hija de 32 y a su nieta de 10. Oleksandr quiere regresar a su país cuando tenga sus protésis (el general Lara calcula que como poco pasará cinco meses en el Hospital Militar). “Siempre quiero superar los límites. Por eso deseo volver a Ucrania para ser útil allí pronto, aunque no vaya a hacer lo de antes (sanitario militar)”, asume el cambio pero no tira la toalla.

A pesar de haber sufrido las consecuencias de una explosión, Oleksandr quiere ser “muy autónomo” y piensa en el futuro. Antes iba a hacer pesas en el gimnasio y ahora, tras las heridas, hace ejercicio por la mañana con alguno de sus amigos. “Quiero recuperar las costumbres que tenía antes, con mi novia, mi hija, mi nieta y mi madre”, concluye. De momento, en la mesa del Hospital Militar ya ha probado las lentejas y las judías verdes, aunque los ucranianos prefieron la sopa roja o borshch.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión