Paula Ortiz: "La primera película que vi en mi vida fue en el cine de Tamarite de Litera"

Actores, directores y realizadores explican sus vínculos con el cine rural y la necesidad de mantener abiertas salas en los pequeños municipios. 

Paula Ortiz acaba de terminar el rodaje de 'Teresa'.
Paula Ortiz acaba de terminar el rodaje de 'Teresa'.
Heraldo

"La pervivencia de los cines de pueblo es idéntica a la necesidad de guardar y mantener una biblioteca. En todos los lugares donde viva gente deberían de existir una biblioteca y un cine porque es allí, con sus historias, donde se fundan y se guardan nuestras emociones", afirma la directora aragonesa Paula Ortiz. La cineasta, que en estos momentos se encuentra en proceso de postproducción de su ‘Teresa’, recuerda que "la primera película que vi fue en el cine de Tamarite de Litera". "La primera y todas las siguientes. Yo era tan pequeña que, en realidad, es mi madre la que me recuerda que me llevaron a ver ‘101 dálmatas’. Después seguirían muchos otros títulos como ‘Blancanieves y los siete enanitos’". La autora de ‘La novia’ y ‘De tu ventana a la mía’, apunta que aquellas fueron «las primeras imágenes en movimiento que disfruté en una sala a oscuras con más gente» y supuso "una experiencia que para mí sería fundacional y que constituiría la pasión de mi vida".

Ignacio Lasierra recoge un premio por su cortometraje 'Parresia'.
Ignacio Lasierra recoge un premio por su cortometraje 'Parresia'.
Toni Galán
Ignacio Lasierra: "Algunos de mis mejores recuerdos los tengo en el cine de Candasnos"

"Un cine en un pueblo es un lugar de encuentro, de reunión social, un hilo que entreteje una comunidad de vecinos y un motor cultural fundamental". Ignacio Lasierra, autor de obras como ‘Parresia’ o ‘La comulgante’, asegura que algunos de los mejores recuerdos de su vida están asociados al cine de Candasnos, su pueblo, que ha cumplido 45 años de actvidad gracias a la asociación cultural que lo tutela. "De alguna forma soy quien soy por haber visto muchísimas películas en el cine de mi pueblo: con padres, abuelos, amigos... Una sala de cine no deja de ser un sitio de disfrute, de refugio, un lugar al que viajar, que queda a apenas diez pasos de tu casa". Lasierra pone el acento en la suerte que tuvo de pequeño de poder "ver el cine desde el lado del proyeccionista: pude aprender cómo se proyecta una película o se carga un rollo en un proyector. Esas imágenes se me quedan grabadas y han sido motor creativo en muchos momentos", asegura el cineasta.

Vicky Calavia es la directora del certamen 'La mirada tabú'.
Vicky Calavia es la directora del certamen 'La mirada tabú'.
Guillermo Mestre
Vicky Calavia: "La pervivencia y modernización de los cineclubs es un pequeño gran milagro"

A la cineasta Vicky Calavia, directora del festival La Mirada Tabú, los cines de pueblo le evocan a ‘Cinema Paradiso’ y a aquellas "cabinas de proyección que antes eran de 35 milímetros y que se han transformado a digitales gracias a pequeños grandes milagros". "Soy una chica de ciudad y fue cuando me llamaron para programar en Ainzón, en el festival de animación, cuando comprobé la importancia de una sala que pervivía gracias a un cineclub en lo que en origen fue un local de la parroquia luego, del Ayuntamiento", cuenta Calavia. La directora y gestora cultural ha visto en primera persona cómo certámenes como Animainzón, que pervive desde hace más de 18 años, "crean hábito de ir a ver cine, pero también hace que la gente salga de sus casas, se vea, se salude, tenga relaciones sociales y fomenten la cultura del encuentro social". Además, en este caso, "al hablar de lo que han visto en la sala se convierten en especialistas en algo tan específico como el cine de animación".

Gaizka Urresti está nominado a un Goya por el documental de Labordeta.
Gaizka Urresti está nominado a un Goya por el documental de Labordeta.
Heraldo
Gaizka Urresti: "No todo son multisalas. El circuito rural me ha dado muchas alegrías"

Gaiza Urresti, como productor, director y, también, distribuidor es uno de los cineastas que más ha atendido al circuito rural en los últimos años. "Desde mi película ‘Bendita Calamidad’ me esforcé por que pudiera verse en el mundo rural (a través de Servoeléctrico o Circuit Urgellenc) e, incluso, llevando un proyector a los municipios donde no existen salas donde poder proyectar", cuenta Urresti. A su juicio, en las poblaciones de 2.000 o 3.000 habitantes pueden funcionar muy bien las películas y en las de menos densidad hay que dar una vuelta de tuerca al ingenio para lograr una programación sostenida. "Hay que llegar a la gente que no tiene acceso a las multisalas de las capitales. Hay que trabajar con ellos, aunque no lo hagan las ‘majors’ y llevarles películas que les puedan generar interés. Es algo que he querido cuidar con la exhibición de ‘Aute Retrato’ y también ahora con ‘Labordeta’", dice en relación al filme por el que opta al Goya a Mejor Película Documental.

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