Foto de archivo de Azcón y Núñez Feijóo
Foto de archivo de Azcón y Núñez Feijóo
Toni Galán

Ansían en Génova que Jorge Azcón dispute a Javier Lambán la presidencia del Gobierno de Aragón. Lo hicieron los que lo encumbraron al liderazgo del PP-Aragón, y los que ahora lo mantienen en el cargo. Minutos después de asumir las riendas del partido regional, se refería a él Pablo Casado como el "político de raza", la "alternativa serena", el "pedazo de presidente" que haría cambiar de rumbo el Gobierno de Aragón. El mismo runrún que eclipsó su discurso inicial le ha ido acompañando durante todo su mandato. En cada comité de dirección, en cada visita de Alberto Núñez Feijóo, se preguntaba por ello. De respuesta, incómodos silencios.

Asumió Azcón el liderazgo del PP-Aragón con el compromiso de hacer frente al "sanchismo aragonés" y de que salía "a ganar" sin renunciar a nada. El efecto ‘Azcón’ se dejó notar en las Cortes donde, una vez superado lo peor de la pandemia, la oposición de los populares se endureció cada vez más. El alcalde de Zaragoza empezó a mirar desde entonces al Gobierno de Aragón, y desde el cuatripartito comenzaron a mimar a la capital. Ha quedado claro en los dos debates sobre el estado de la Comunidad que se han celebrado desde entonces, plagados de proyectos en la ciudad.

La relación Azcón-Lambán, Lambán-Azcón también se enrareció. De las cordiales bilaterales entre el presidente de Aragón y el alcalde se pasó a un cruce de misivas para saldar cuentas pendientes que se pagan tarde y mal. La confianza se quebró, recordaba el socialista recientemente, cuando, a su juicio, el alcalde quiso convertirse en presidente de Aragón.

Con Feijóo volvió el PP tradicional, ese que nunca pasa de moda. En su primera visita del gallego a Zaragoza, en la gira ‘Preparados’ que le aupó a la presidencia, Feijóo renegó de quienes presumían de que "lo importante era no haber hecho nada". Rescató el valor de la trayectoria, de la experiencia y de la capacidad de gestión, porque los tuits, las publicaciones en Instagram y las tertulias televisivas "no solucionan los problemas de la gente".

En la visita de julio desveló que el candidato popular se conocería en 2023 y que sería el propio Azcón el encargado de tomar la decisión. Emulando a Bill Clinton en 1992, Núñez Feijóo centró su intervención en el popular ‘Es la economía, estúpido’, y se refugió en los altos precios como la mejor herramienta política posible para propiciar el cambio. El mismo argumento repitió en otra visita a Zaragoza en plena cuesta de septiembre al inicio del curso.

A cinco meses de las elecciones, el PP, aún sin candidatos, parece que va a la zaga. Lambán lleva en campaña desde abril, aprovechando la debilidad del resto de los aspirantes. Conscientes del error, en Génova hace semanas que apostaron por acelerar los plazos. Lo confirmó en Zaragoza el coordinador general del PP, Elías Bendodo, que anunció hace tres semanas que se conocería antes de los turrones. Así que cuando se anunció que la gira de Feijóo ‘en defensa de España’ llegaba el 29 de noviembre a Zaragoza, muchos pensaron que se desvelaría el secreto a voces mejor guardado.

Pero no fue así, y se dejó escapar la ocasión de aprovechar un mitin como los de antes en un Palacio de Congresos repleto de entregados militantes, ávidos de conocer la noticia que nadie quiso confirmar. En un ambiente gélido, incómodo.

Los plazos apuran, las encuestas diluyen en parte el ‘efecto Feijóo’ y los populares necesitan recurrir a prebostes para aprovechar el desgaste del PSOE por la supresión del delito de sedición, las críticas por la malversación y los rifirrafes en el Gobierno por erráticas normas.

Lo que nadie esperaba es que, en pleno puente, Feijóo, a lo gallego, despejara sin previo aviso la incógnita de la sucesión. Será que el que espera, desespera, y el PP Aragón ha colmado la paciencia de los de Génova dilatando más de lo esperado los plazos. Azcón insiste en que le compete a él tomar la decisión, aunque respeta la «opinión» de Feijóo. Argumenta su secretaria general, Ana Alós, que quiza el gallego se refiere a "ella confirmará" si opta a la alcaldía por ese leguaje "inclusivo" que está tan de moda. Obviando que Feijóo apuesta por lo tradicional, y que no acostumbra a dar puntada sin hilo al hablar.

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