Pueblos abiertos a nuevos vecinos

Las zonas rurales son una oportunidad de trabajo y de cambiar de estilo de vida. Orés, Biel y El Frago buscan mostrar sus cualidades a futuros pobladores a través de un día de convivencia.

Una veintena de personas acudieron a la cita en el municipio de Orés, que cerró el ciclo de Jornadas de Pueblos Abiertos.
Una veintena de personas acudieron a la cita en el municipio de Orés, que cerró el ciclo de Jornadas de Pueblos Abiertos.
T.C.

Vivir cerca de la naturaleza, tener una vida más sencilla o conocer a la gente con la que vives. Estas son solo algunas de las razones que pueden hacer cambiar el ruido de la ciudad por el medio rural. Orés, una pequeña localidad de las Cinco Villas, busca nuevos vecinos y también lo hacen sus pueblos más cercanos: El Frago y Biel. A través del proyecto ‘El triángulo de las culturas’ para atraer a nuevos pobladores, estos tres enclaves, de poco más de 100 habitantes, han celebrado durante el mes de octubre -pasado el verano para mostrar así la realidad de los municipios- las Jornadas de Pueblos Abiertos, un formato innovador para todas aquellas familias que en algún momento hayan pensado en trasladarse al medio rural.

Unas jornadas en las que los vecinos han sido protagonistas: mostrando sus casas, con visitas guiadas por la zona, preparando una comida popular o contando su propia experiencia de mudarse a una de estas localidades.

Hasta estos pequeños pueblos se han desplazado casi 100 personas de todo el país y, sobre todo, de Zaragoza. Estos eventos ya han dado sus primeros frutos con vecinos que se trasladarán este mes.

La última de estas actividades se celebró en Orés el pasado 22 de octubre, pero los futuros nuevos pobladores o simplemente personas interesadas tendrán la oportunidad de acercarse de nuevo a los tres municipios cincovilleses el año que viene. Será el 29 de abril en Biel y el 6 y 13 de mayo en El Frago y Orés, respectivamente.

La despoblación sigue siendo uno de los problemas contra el que luchan muchos territorios aragoneses, que ha hecho que "tres pueblos diferentes, con diferentes tradiciones y diferentes gobiernos, se unan para luchar contra un mismo objetivo", explica Virginia Martínez, gestora cultural del proyecto en El Frago.

Orés puso el broche final a las tres Jornadas de Pueblos Abiertos organizadas dentro del proyecto ‘El triángulo de las culturas’. Una serie de eventos con el objetivo de revitalizar demográficamente estos tres pueblos de las Cinco Villas, de algo más de 100 habitantes, que busca integrar a sus futuros vecinos desde el primer momento.

A primera hora de la mañana, organizadores, vecinos y el alcalde de Orés, Antonio Campos, recibían a los cerca de 20 asistentes de la última jornada del año al pueblo cincovillés. Algunos de ellos incluso repetían por tercera vez.

Una bienvenida acogedora acompañada de café y pastas que daba comienzo a un día lleno de actividades. Primero una visita al entorno de Orés: sus calles empedradas, su iglesia románica del siglo XII o la zona del monte del Fragal, que a tan solo 850 metros se convierte en un idóneo mirador de los Pirineos. "Es mucho más especial que la gente, sus futuros vecinos, estén desde el principio interactuando con ellos", cuenta Álvaro Vives, vecino de Biel, que fue el encargado de realizar esta visita durante la jornada de su pueblo y además forma parte de la organización de estas jornadas.

Las preguntas y paseos dieron paso a una charla-coloquio en la que, en esta ocasión, participaron también la gerente de la Asociación para el Desarrollo y Fomento de las Cinco Villas (Adefo Cinco Villas), Maite González, y el concejal de Acción Social de Orés, Fernando Lafuente, para mostrar a los posibles nuevos pobladores las oportunidades laborales, de vivienda y los servicios disponibles en el municipio. Además, en las tres ocasiones fueron los propios vecinos los encargados de enseñar sus casas o alguna de las zonas del pueblo.

Los vecinos prepararon una comida popular para los asistentes de la jornada.
Los vecinos prepararon una comida popular para los asistentes de la jornada.
T.C.

Unas horas más tarde, los vecinos se convirtieron en cocineros preparando una comida popular a los visitantes. Un momento relajado y cercano que ayudó a conocerse mejor entre los cincovilleses y los nuevos pobladores.

Por la tarde, fue el momento de hablar con quienes ya habían tomado la decisión de trasladarse al medio rural y compartir su experiencia de integración. "Es muy emocionante. Me recuerdan a mí", comenta Paloma García, que llegó a El Frago con su pareja hace tan solo un año y medio. "Es la actividad más especial. Hablar con gente que ya ha dado el paso de mudarse, escuchar de primera mano la experiencia con sus bondades y dificultades. Sobre todo ver casos concretos en los que poder reflejarse", cuenta la gestora cultural, Virginia Martínez.

García fue una de las personas que participó en estas charlas de El Frago para contar su experiencia. Ella y su pareja, Roberto, decidieron dejar la ciudad de Barcelona para mudarse a este pequeño pueblo de las Cinco Villas. "Aunque no era nuestra primera idea vivir por esta zona, encajó perfectamente con nosotros. Queríamos venir a Aragón por su ubicación, por sus Pirineos y porque siempre nos hemos sentido muy acogidos", explica García.

Las razones para mudarse al medio rural son múltiples, desde alejarse del ruido de la gran ciudad a cumplir un pequeño sueño. En el caso de la pareja era una idea que había rondado por su cabeza mucho tiempo. Después de que un familiar de la catalana pasara por una grave enfermedad, le hizo comenzar a moverse para cumplir su idea: "En ese momento nos dimos cuenta de que no puedes esperar a cumplir tus sueños", cuenta. Aunque confiesa que su verdadera ilusión sería "comprar un pueblo entero y repoblarlo".

No es para todos

El medio rural cuenta con muchos aspectos positivos, sus vecinos destacan especialmente la calidad de vida, la cercanía de sus habitantes y el entorno natural que lo rodea. Vivir en un pueblo significa "coger las riendas de tu vida y controlar tu tiempo", explica García.

Sin embargo, tanto organizadores como residentes coinciden en no idealizar el vivir en el medio rural: "Es una calidad de vida diferente que requiere unas condiciones que no todo el mundo tiene", puntualiza Vives. Como puede ser un coche para tener más autonomía o un trabajo que poder implantar e invertir en ello.

El empleo "es uno de los aspectos que más preocupa a los futuros pobladores", cuenta Camilo Deza, alcalde de Biel. Una de las opciones mayoritarias es emprender un nuevo proyecto en estos entornos. En el caso de Paloma y Roberto, cada uno traslado su profesión al medio rural. Roberto es carpintero e instaló su taller ‘El Fuster’ en el mismo pueblo, mientras que Paloma, ‘coach’ de idiomas, solo necesitaba una buena conexión a internet para continuar con su trabajo.

Mudarse a un pueblo es una decisión que debe meditarse con tranquilidad. "Nosotros vinimos varias veces antes de decidirnos. A pasar fines de semana, a conocer el pueblo a fondo, a su gente y ver como nos sentíamos", explica García. Además, "no es algo para toda la vida, puedes probar y que luego no sea para ti", puntualiza la catalana.

Algunos visitantes a las jornadas diseñaron camisetas exclusivas para el evento.
Algunos visitantes a las jornadas diseñaron camisetas exclusivas para el evento.
T.C.

Es importante también conocer la realidad de estos territorios, comprobar que su vida cotidiana encaja con nosotros. "Un pueblo es como un árbol. En agosto está con hojas, color y frutos, pero luego se caen y cambian los colores. Si entonces te sigue gustando el árbol, te gusta el pueblo", compara Vives.

Después, el proceso de adaptación puede demorarse, "nos hemos sentido muy acogidos desde el primer momento. Con otros vecinos nos ha costado algo más, pero hay que respetar su tiempo", añade la ‘coach’. "El día que un vecino te regala algo de su huerto, ya te ha aceptado", bromea la catalana.

Cultura contra la despoblación

El proyecto ‘El triángulo de las culturas’ nace con el objetivo de mostrar una visión cercana y profunda de cómo es la vida en el mundo rural, así como revitalizar la población y el territorio a través de actividades culturales. Durante doce fines de semana, entre junio de 2022 y mayo de 2023, están programados diferentes eventos temáticos.

La iniciativa surgió cuando, desde el Ayuntamiento de Biel, comenzó a plantearse una colaboración con entidades para acceder a los Fondos Leader para el desarrollo rural, a través del grupo de acción Adefo Cinco Villas, con la misión de "ayudar desde el ámbito cultural a animar la vida social y cultural de estos pueblos", cuenta Virginia Martínez. Aunque uno de los eventos más significativos son estas Jornadas de Pueblos Abiertos, el proyecto se divide en dos partes con actividades dirigidas, por un lado a nuevos pobladores y por otro a vecinos de estos municipios, con fines de semana temáticos sobre artesanía, arte urbano o apicultura, entre otras. Para estas actividades se hizo una encuesta sobre los intereses de los vecinos: "Lo importante de estas acciones es la gente del pueblo. Organizar actividades que les interesan y que se queden para hacerlas durante todo el año", destaca Álvaro Vives.

La denominación del proyecto no es una idea vacía. Los tres pueblos dibujan un triángulo en el mapa, además de una pequeña referencia, algo literaria, al famoso triángulo de las bermudas, donde "quien pasa por ahí, se queda", cuenta Luis Miguel Catalán, responsable de comunicación del proyecto.

En esta primera vez de un proyecto tan novedoso, las redes sociales han tomado gran importancia para conseguir sus objetivos. A las jornadas han acudido personas de todo el país: Zaragoza, Alicante, Vitoria, Barcelona e incluso Ibiza. Familias que acudieron con sus propios medios, algo que destacan favorablemente desde la organización: "Significa que de verdad están interesados en ello", añade Catalán.

Asistentes y vecinos pasearon por las calles de Orés.
Asistentes y vecinos pasearon por las calles de Orés.
T.C.

Ahora, a falta de una valoración conjunta y un seguimiento de los interesados, la organización considera todo un éxito la primera edición de unas jornadas que ya comienzan a dar sus primeros frutos, ya que a partir de este mes Biel contará con un nuevo vecino.

Se trata de Rubén de la Fe, un joven director de un complejo hostelero que, tras haber vivido en 11 países, dejará atrás la ciudad de Badalona para emprender una nueva vida en las estrechas calles de Biel. Aunque ya había vivido en un pueblo, nunca había tan pequeño.

De la Fe, apasionado de la música y la fotografía, continuará dedicándose a la gestión de las redes sociales de dos restaurantes para, después de pasar un tiempo en este municipio, encontrar en que proyecto poner en marcha. En Biel buscará emprender una "nueva vida en busca de la paz y el silencio que no existe en la ciudad", cuenta el catalán.

Irse a vivir a un pueblo, una decisión meditada

Tomar la decisión de mudarse al entorno rural puede generar muchas dudas que los asistentes a las jornadas pudieron resolver a través de los testimonios de nuevos pobladores. En ellas, trataron también de dar una serie de consejos, basados en su experiencia, para facilitar el proceso. Tener claro a qué dedicarse facilita la decisión. Trabajar en un sector destacado en el medio rural como es la agricultura o la ganadería, contar con una actividad que pueda trasladarse al pueblo a través del teletrabajo o emprender un proyecto propio son algunas de las opciones más destacadas. 

Una de las ofertas laborales disponibles en estos momentos es la gestión del albergue municipal de Biel. 

La posibilidad de encontrar una vivienda, que supone la mayor inversión, también condiciona esta decisión. García señala que alquilar es una buena elección para "probar si la experiencia es para nosotros". Aunque se trata de una opción mucho más complicada, ya que las ofertas de alquiler son poco frecuentes.

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