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Un noviazgo entre dos menores acaba cinco años después en un rocambolesco juicio en Zaragoza

El joven se juega diez años de cárcel por supuestos abusos y ella, que siempre lo ha defendido y decía estar enamorada, cambia de versión y sufre un ataque de ansiedad

El acusado, de espaldas, instantes antes de comenzar el juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, de espaldas, instantes antes de comenzar el juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Oliver Duch

Los dos eran menores cuando se conocieron y enamoraron, pero el chico tenía 17 años y ella, solo 12. La diferencia de edad no supuso entonces ningún problema para la pareja, pero cinco años después las cosas parecen haber cambiado y mucho. Hasta el punto de que el joven, que ahora tiene 21 años, ha acabado sentado en el banquillo de los acusados por un presunto delito de abusos que podría costarle hasta diez años de prisión. 

La denuncia no la interpuso la chica, que todavía no ha cumplido la mayoría de edad, sino sus tutores legales. Sin embargo, la menor, que había salido siempre en defensa de su novio y aseguraba que sus relaciones sexuales fueron consentidas, cambió este viernes inesperadamente de versión.

El rocambolesco juicio comenzó con toda una declaración de intenciones por parte del acusado: «Ella va ser mi futura mujer y la madre de mis hijos», manifestó convencido A. A. cuando la Fiscalía le preguntó si conocía a Marta –nombre ficticio de la menor–. Lo que no sospechaba entonces el joven es que, tras un año sin verse, justo el tiempo que lleva en prisión provisional por otra causa, los sentimientos y la voluntad de quien fuera su novia podrían haber cambiado. De ahí que no pudiera disimular su incredulidad al ver y escuchar cómo la menor declaraba por videoconferencia que la suya había sido una «relación tóxica».

Previamente, el acusado había explicado que se conocieron a través de una red social. «Ella contactó conmigo por Instagram cuando yo tenía 17 años; yo no sabía su edad; pensé que tendría la misma que yo», señaló. El joven aseguró que eran novios, que la madre de ella lo sabía y que «nunca» obligó a la chica a mantener relaciones sexuales contra su voluntad. «Era una persona que actuaba libremente», manifestó.

La representante del Ministerio Público también se vio sorprendida por el cambio de versión de la chica. «¿Estás enfadada?», llegó a preguntarle la fiscal, extrañada por su tono apagado y gesto cabizbajo. «No», respondió ella. «Pero lo que dices ahora no es lo que contaste cuando declaraste en el juzgado de instrucción. Entonces llegaste a insultar al juez y al fiscal ¿verdad?», le recordó. «Claro, porque en ese momento estaba enamorada de él y no quería decir nada en su contra», replicó la testigo.

Imprevisto giro de guion

El imprevisto giro de guion obligó a la Fiscalía a insistir en lo más importante: «¿Entonces, fueron o no consentidas las relaciones que mantuvisteis?», preguntó. «Casi siempre fueron consentidas, pero la última vez me llevó a un bosque. Yo había tomado ‘speed’ y no quería. Después me encontró mi madre tirada», dijo la chica.

Pero la testigo no pudo terminar su declaración, porque las extrañas voces de fondo que se escuchaban mientras ella contestaba a las preguntas de la Fiscalía obligaron al presidente de la Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza, José Ruiz Ramo, a intervenir. La joven comparecía desde el centro de protección de menores en el que se encuentra interna y la trabajadora que la acompañaba explicó al magistrado que ella estaba obligada a estar presente pero no le estaba diciendo nada. «Son voces de la calle», aseguró. En ese momento, el tribunal decidió retirarse unos minutos a deliberar. Aquello propició que el acusado se girara hacia la cámara y dirigiéndose hacia la chica le dijera: «¡Marta, yo te amo!».

Ante la ausencia de los magistrados, la representante del Ministerio Fiscal trató de callar rápidamente al investigado: «¡Usted no puede hablar, silencio!», le exhortó. Los policías que custodiaban al joven también le mandaron que permaneciera callado. Pero las palabras de quien fue su novio ya habían calado en la chica, que rompió a llorar. Instantes después, sufrió una crisis de ansiedad que obligó los agentes a sacar de la sala al encausado y a los funcionarios de Justicia, a cortar la señal de vídeo.

El tribunal no fue testigo del caos que se vivió durante unos segundos en la sala de vistas, pero a su regreso ya había decidido suspender el juicio para retomarlo el próximo mes de noviembre, cuando la chica tendrá declarar de forma presencial. Como explicó a las partes el presidente, las voces de fondo le habían infundido dudas y quería evitar cualquier tipo de interferencia. «Estamos hablando de algo muy serio: 10 años de cárcel», concluyó.

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