María Antonia Martín Espíldora: "Tener mano izquierda no es solo ser zurda"

Exsecretaria de la Presidencia de las Cortes, se acaba de jubilar tras 38 años como secretaria de los diez presidentes, de cinco partidos políticos distintos, que han tenido las Cortes de Aragón.

María Antonia Martín, en su última visita a las Cortes.
María Antonia Martín, en su última visita a las Cortes.
FRANCISCO JIMENEZ

Se jubila tras haber sido la secretaria de los diez presidentes de las Cortes de Aragón. ¿Cómo ha cambiado el Parlamento en estos 38 años?

Cuando empecé tenía 26 años y Antonio Embid, el presidente, tuvo que inventarse las Cortes, decidir una sede (la Aljafería). Éramos jóvenes, había mucha ilusión. La rutina puede acabar contigo, aunque, en mi caso, cada cuatro años cambiaba todo, y no he tenido tiempo de aburrirme. Venía un presidente nuevo, su gabinete, y tú eras el eslabón entre ellos y el resto del Parlamento.

¿Qué le ha aportado en el ámbito personal?

La convicción de que no hay un pensamiento único. Cada cuatro años llegaban grupos diferentes.

Parece complicado lidiar con diez jefes de cinco partidos (PSOE, CDS, PP, PAR y Podemos).

Y 24 personas distintas en los gabinetes que trajeron. Te das cuenta de que tener mano izquierda no es solo ser zurda. Y yo lo soy.

El resultado electoral condicionaba sus cuatro próximos años.

Eran días complicados, pero lo voy a echar de menos.

¿Qué consejos les ha dado a sus sucesoras?

Que hablen siempre en plural, es importante crear equipo; apliquen el sentido común, estén al día de las noticias, de lo que pasa en el mundo y sean amables. Fuera el ‘supongo’ y el ‘me parece’; hay que tener certezas. Si te parece, llama y compruébalo. Para todo. Pero para el trabajo es vital.

El sábado recogió sus cosas de la Aljafería. ¿Qué metió en las cajas de cartón?

Regalos de mis compañeros y un portalápices que tenía en el despacho, porque me sirve de anclaje. Ahora lo veo y me da pena.

¿Y en la ‘caja’ de los recuerdos?

La Expo 2008, la cumbre hispano-francesa... Y las capillas ardientes, que fueron muy tristes. De la de Manuel Giménez Abad no hay día que no me acuerde. Parece increíble que ese recuerdo esté tan vivo. La de Labordeta fue emocionante, la de Antonio Torres, la de Chesús Bernal...

¿A qué personalidades ha podido conocer gracias a su trabajo?

Me hizo una especial ilusión conocer a Yoko Ono, a María Kodama, José Luis Borao, Soledad Puértolas, Bigas Luna...

¿Es casualidad que en la era de la covid tengamos un presidente, Javier Sada, que es médico?

Fue una premonición. Se portó como el capitán del barco, estuvo allí todos los días.

Ahora que ya está jubilada, ¿se atreve a decantarse por uno de sus antiguos jefes?

He tenido buena relación con todos, pero cada uno es distinto. Yo también era distinta. Quizá el primero y el último, por motivos obvios, y la presidenta Violeta Barba, por ser la primera mujer.

¿Qué sintió al ver la ovación cerrada con la que los diputados en el pleno premiaron su trabajo?

No lloré entonces, igual lloro ahora. Impresionante, la verdad.

¿Cómo va a ser el día a día de María Antonia como jubilada?

Lo primero que he hecho ha sido comprarme una agenda para mí. La gestión de mi tiempo la haré estupendamente.

Y si tiene morriña, siempre puede ir de oyente al pleno.

O verlo por internet... Estoy contenta por lo pasado y lo que tengo por delante. Como los canteros en los sillares, todos deberíamos dejar nuestra marca en el sitio donde hemos trabajado. Y me da la sensación de que yo lo he hecho.

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