aragón, en progreso
Espacios protegidos: una marca verde de calidad con 18 escenarios únicos
Aragón fue uno de los territorios pioneros en proteger sus mayores riquezas ambientales con la declaración del Parque Nacional de Ordesa en 1918. A partir de la década de los 80, la conciencia medioambiental creció y la Comunidad dio pasos de gigante sumando 17 nuevos espacios protegidos. Pero los agentes de estos territorios lamentan que las limitaciones de uso impuestas no han venido acompañadas del suficiente y prometido desarrollo socioeconómico.

Yosemite y Yellowstone, en Estados Unidos, abrieron el camino en 1864 y 1872. Fueron los primeros espacios naturales protegidos del mundo. España fue también uno de los países pioneros en la materia en Europa, y Aragón una de las primeras comunidades beneficiadas ya que el valle de Ordesa fue el segundo parque nacional que se creó el 16 de agosto de 1916 (Covadonga fue anterior por apenas un mes).
Pero el gran salto llegó en la década de los 80. La conciencia medioambiental crecía y con ello las regulaciones de la protección y preservación de la flora y fauna silvestres ante el vacío legal que existía. Y la amenaza de la construcción de una presa en el cañón de Añisclo levantó una fuerte oposición no solo de la propia administración –el antiguo Icona– sino por la población en general. Todo ello desembocó en la ampliación del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en 1982, pocas semanas antes de que se aprobara el Estatuto de Autonomía de Aragón, que multiplicó casi por ocho su superficie hasta las 15.608 hectáreas al incluir el cañón de Añisclo, la garganta de Escuaín, la cabecera del valle de Pineta y la vertiente española del Monte Perdido.
Ordesa pasó en el año 2006 a manos aragonesas tras una batalla judicial que llegó al Tribunal Constitucional y que reconoció la competencia exclusiva de las Comunidades en la gestión de los parques nacionales.

Para su actual directora, Elena Villagrasa, más allá de la ampliación en puntos de información, kilómetros de senderos, infraestructuras... el principal hito de estos 40 años fue la aprobación "por consenso" del Plan Rector de Uso y Gestión en 2015 "porque puso orden con una norma que era muy necesaria para hacer convivir el equilibrio del uso público y la conservación de hábitats y especies". Reto que, a su juicio, "se está logrando".
Con 600.000 visitantes de media en los últimos años, es el segundo lugar más visitado de Aragón tras El Pilar. Con todo, la directora deja claro que su ‘obsesión’ no es el aumento de visitas "sino que el uso público no sea abusivo porque un Parque Nacional es muy frágil, y que sea beneficioso para todo el mundo y un motor de desarrollo socioeconómico de Sobrarbe a todos los niveles, hostelería, deportes naturaleza, productos locales...".
Elena Villagrasa insiste en que la gestión de un Parque Nacional está "viva" ya que las normas de conservación se deben adaptar continuamente a los cambios políticos y sociales, y asegura que no tiene "nada que ver" la forma de trabajo actual con la de hace 40 años. "Antes había pocos visitantes y los gestores tenían libertad casi absoluta, y ahora en cambio tenemos muchos visitantes y hacemos lo que podemos porque hay una serie de normas, pautas, criterios y obligaciones que hay que cumplir".

También ha cambiado en estas cuatro décadas el perfil del visitante de Ordesa "porque entonces llegaban sobre todo pirineístas de alta montaña y ahora ya es el público en general que viene en su mayoría a disfrutar de un día de campo en un recorrido sin casi ninguna dificultad física y buscando salud, naturaleza y tranquilidad".
El Estatuto de Autonomía le otorgó a la Comunidad las competencias exclusivas en espacios naturales protegidos y en 1984, con el proceso de transferencias, asumió las responsabilidades del Icona. A partir de allí la red se impulsó y entre 1990 y 2016 se crearon 17 nuevos espacios, la mayoría en Huesca. En total, ocupan 1.682 kilómetros cuadrados, el 3,53% del territorio de Aragón (5,19% si se incluyen las zonas periféricas de protección), lo que supone cuatro veces la superficie de Andorra.
Además de Ordesa hay tres parques naturales (Guara, Posets-Maladeta, Moncayo y Valles Occidentales), tres reservas naturales (Gallocanta, Chiprana y Galachos del Ebro), seis monumentos naturales (Glaciares Pirenaicos, Grutas de Cristal de los Molinos, Puente de Fonseca, Órganos de Montoro, Pitarque y Mallos de Riglos) y cuatro paisajes protegidos (Rodeno, San Juan de la Peña, Foces de Fago y Biniés y Sierra de Santo Domingo).

El último presupuesto cifra en 9 millones de euros la inversión anual de la Dirección General de Medio Natural, a los que se suman otro millón de la Dirección General de Cambio Climático para centros de interpretación.
Además de la "marca de calidad superior" de los propios espacios protegidos, el director general de Medio Natural, Diego Bayona, destaca la importancia de los 407 planes de conservación de la Red Natura 2000 aprobados en 2021 y que afectan casi al 30% del territorio de la región. Un plan que, sin embargo, ha acabado en los tribunales por el temor a que las restricciones y prohibiciones de usos y actividades condicione el desarrollo sostenible de estos espacios.
Bayona admite que el reto de la administración es lograr armonizar limitaciones y desarrollo. "Tenemos la obligación, y así nos lo marca Europa, de conservar especies y hábitats de interés comunitario. Pero la gente del territorio tiene que creérselo antes para impulsar estos espacios conjuntamente con la administración, si no, están condenados al fracaso".
La Red de Municipios de Espacios Naturales Protegidos de Aragón lamenta que este "sello" ha venido acompañado de numerosas limitaciones de uso "pero en la mayoría de casos sin la contraprestación que se prometió de que iban a ser un motor de desarrollo", afirma su presidente y alcalde de Bielsa, Miguel Noguero. Y más que grandes inversiones, "porque –recalca– el dinero se puede buscar con otras fórmulas", pide un plan de gestión "potente" a través de los órganos de estos espacios "para que el territorio vea que lo que se limita con la normativa se compensa desarrollando recursos y dando facilidades".
Noguero opina que en Aragón son "demasiado estrictos" y advierte que "si no relajan las restricciones y no hacen las cosas bien en los espacios que ya hay, va a ser muy difícil incrementar ese porcentaje de lugares protegidos porque la gente, que es la que ha estado cuidando el territorio con sus actividades económicas, será reticente".

Para Modesto Pascau, que lleva más de 25 años representando a la Federación Aragonesa de Montañismo en los espacios naturales y ahora preside el Patronato de Ordesa, la evolución de estos enclaves en estos últimos 40 años ha tenido "claroscuros". "Una cosa es la filosofía con la que se crearon, diciéndoles a los habitantes que era algo bueno, de sentido común, que lo exigía Europa y que iban a ser un motor no solo de conservación sino de desarrollo, y otra la realidad". Y destaca que, por ejemplo, aunque Ordesa sea el "menos mal financiado", sigue tenido "enormes carencias".
Pascau reclama más financiación "porque es irrisoria"; una política forestal, "porque mientras esté sin gestionar es un peligro"; y más participación del territorio. Además, insta a la administración a publicar menos normas "porque muchas veces se prohíbe solo por si acaso". Y deja claro que están a favor de las figuras de protección, pero anima a gestionar de forma proactiva. "Cuando en Ordesa se actuó de forma pasiva conseguimos que desapareciera una especie emblemática como el bucardo; y cuando se ha hecho de manera proactiva se ha logrado recuperar el quebrantahuesos".
El director general entiende la petición de mayores recursos "pero aunque los aumentáramos siempre resultarían escasos". Por ello, Bayona admite que la "asignatura pendiente" es mejorar la gestión con un equipo técnico que ayude a los agentes a captar nuevas líneas de financiación.
