23 de abril

"Ir a ayudar a los refugiados ucranianos fue posible gracias al cariño de mucha gente"

Pedro Val, conserje del Museo de Huesca, pasó una semana en dos puntos fronterizos de Polonia con Ucrania para llevar medicinas, material sanitario y transportar a ucranianos que huían de su país

El oscense Pedro Val con Sacha, la joven de Mariúpol a la que trasladó hasta Cracovia.
El oscense Pedro Val con Sacha, la joven de Mariúpol a la que trasladó hasta Cracovia.
HA

El oscense Pedro Val sintió la llamada de la solidaridad a primeros de marzo. Tenía que ayudar a los afectados por la invasión rusa a Ucrania, no quería que el asunto se quedase en una mera demostración de malestar y apoyo oral. “Mi jefe, Fernando Sarría, me facilitó la tarea al permitirme juntar unos días libres. Amigos farmacéuticos de Huesca hicieron acopio de medicinas, material sanitario y aportes económicos directos;mis compañeros trajeron potitos, pañales... de todo. Agarré el coche y puse proa a Polonia, donde me encontré con un fenómeno de Alcalá de Henares, Santiago Sánchez, que estaba coordinando traslados y acciones directas de asistencia. Mi hermana Arancha fue ayudándome a distancia con los hoteles y las direcciones. En fin, que el reto que me impuse fue posible gracias al cariño de mucha gente”.

El viaje no fue sencillo, pero Pedro destaca que confió en su viejo Renault Laguna después de otra asistencia rápida, en este caso logística. "Mis amigos del taller La Figuera se encargaron de ponerlo a punto, y mira que lleva 400.000 kilómetros, pero tiró de lujo. Además de los viajes de ida y vuelta, le di bastante trabajo en los desplazamientos por Polonia, y no hubo ningún problema". También recuerda momentos desasosegantes en las carpas de atención a refugiados en la frontera. "Había mucha gente ayudando, pero también aparecieron los malos, la gente que busca la oportunidad de hacer alguna fechoría donde se junta gentío. Un día desaparecieron tres niños, se comentaba que había mafias en la zona. Teníamos que andar con cuidado los que íbamos a ayudar, lógicamente la gente estaba asustada".   

El esfuerzo de Pedro dejó rédito desde el principio. Donó casi todo el material que transportaba al Hospital Materno Infantil de Lublin (Polonia), a 100 kilómetros de la frontera con Ucrania, que atendió a miles de refugiados en la vía directa de salida desde Kiev. Luego dejó el resto en Medyka, tres horas al sur, punto fronterizo con Ucrania que recogía a quienes huían de Leópolis. 

Hizo miles de kilómetros en los seis días que pasó en la zona. “Recogí a Sacha, que es de Mariúpol, y la llevé a Cracovia, a casa de una amiga; es una joven música que se ha asentado en París tras pasar por Praga y Zurich, me escribió el otro día. También llevé en el viaje de vuelta a Tania, a Liliana y al hijo de Liliana, Artem, que venían de Jarkov y se han quedado en Zaragoza, en casa de unos conocidos; están buscando trabajo, el chaval ya se ha escolarizado. Nos vamos mandando mensajes, me cuentan cómo les va yendo. Les deseo lo mejor”.

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