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De Alepo a Las Fuentes: "Al principio todo el mundo hablaba de la guerra de Siria, luego pararon"

Lian Alahmad y Yousef Shahibar abrieron hace un año el restaurante Syriana en Zaragoza. En su país sigue el conflicto por el que huyeron cruzando Europa hasta Zaragoza.

Yousef Shahibar y Lian Alahmad, fundadores del restaurante Syriana de Zaragoza.
Yousef Shahibar y Lian Alahmad, fundadores del restaurante Syriana de Zaragoza.
Francisco Jiménez

El restaurante Syriana cumple el mes que viene un año. Sus fundadores son dos jóvenes sirios que huyeron de la guerra y que se han asentado en Zaragoza. Yousef Shahibar y Lian Alahmad reviven estos días en cierta manera lo vivido cuando residían en su país, al ver las imágenes de los bombardeos de Rusia sobre Ucrania. Lian recuerda que en su país la guerra continúa. "Al principio todo el mundo quería ayudarnos, todo el mundo estaba hablando de la guerra en Siria, pero luego pararon", lamenta, sobre el asedio que sufrió su ciudad, Alepo. Han pasado 11 años y el conflicto continúa. 

Siguen los ataques en varias zonas del país. Su ciudad "solo tiene electricidad dos horas al día" y no hay agua corriente. Hay 12 millones de desplazados, la mitad fuera de Siria y el resto en otros países, principalmente los más cercanos, según los datos de ACNUR, el alto comisionado para los refugiados de Naciones Unidas. La mitad de la población se habría visto obligada a abandonar su hogar.

"Tengo sobrinos de 13 años que no saben escribir ni leer en el siglo XXI"

 Su familia sigue estando allí y no quieren marcharse. Son 15 hermanos. Dice que no pasan apuros económicos. Han aprendido a convivir con los ataques. Sin embargo, los combates no permiten que la sociedad recupere la normalidad. "Tengo sobrinos de 13 años que no saben escribir ni leer en el siglo XXI", lamenta.

La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ha confirmado la utilización de armas químicas en Siria, donde Rusia apoya militarmente al régimen de Bashar al Assad, el presidente contra el que comenzó la contienda en 2011, en los inicios de la primavera árabe.

Retomar los estudios de Derecho

Lian estudia Derecho, la carrera que cursaba en Siria cuando tuvo que dejarlo todo. Pese a ser joven, no olvida el sentimiento de tener que dejar una vida atrás. "Lo tienes todo, pero un día te tienes que marchar. He perdido 24 años de mi vida allí y tengo que empezar de cero", recuerda. Como les ocurre ahora a los millones de ucranianos que cruzan la frontera hacia otros países, asegura que "no es fácil elegir dónde ir, porque si te marcha significa que no puedes volver".

"A los sirios no nos gusta pedir ayudas, queremos intentar ganarnos la vida donde vamos"

Él conocía España a través de los voluntarios que trabajaban en los campos de refugiados de Grecia en los que estuvo. Acabó ayudando de traductor de árabe e inglés. Para llegar allí había tenido que cruzar el Mar Mediterráneo en patera. "No quería morir ni matar", afirma. 

En su periplo cruzó por carretera Europa en todo tipo de transportes. Llegó a Barcelona y entró en el protocolo de protección internacional. "Cuando llegas sin saber el idioma lo más fácil para ganarte te la vida es la hostelería o el campo", comenta. Sobre el carácter de sus compatriotas, asegura que "a los sirios no nos gusta pedir ayudas, queremos intentar ganarnos la vida donde vamos". 

Además de los cursos que hizo en el programa de acogida, terminó de aprender el idioma "hablando con la gente". Cree que la cultura de ambos países tiene puntos en común, como en la música y el carácter mediterráneo, aunque son muchas las diferencias entre ambas sociedades por los menores avances en las libertades en Siria. "Me gusta la libertad de aquí para hablar de todo", reconoce. 

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