Tercer Milenio

En colaboración con ITA

8-M

Investigadoras del CSIC en Aragón: pasión, talento y audacia

Aunque queda mucho camino por recorrer, Aragón lidera la lucha contra la brecha de género en el campo de la investigación científica. Las responsables del CSIC explican los motivos.

Celia Cantín, Raquel Pérez, Valeria Grazú, Isabel Suelves y Sara Palacio.
Celia Cantín, Raquel Pérez, Valeria Grazú, Isabel Suelves y Sara Palacio.
José Miguel Marco

Desde la botánica, la medicina o la investigación química. Desde ámbitos tan dispares como los combustibles, la erosión del suelo o el diseño de catalizadores para pilas. Cada una desde su especialidad contribuye a cambiar el mundo y a mejorar la vida cotidiana. Y lo hace, además, sin dejar de luchar contra un techo de cristal –los hay en los despachos y también, en los laboratorios– que sigue evidenciando las desigualdades y la infrarrepresentación de la mujer en la ciencia. Aragón, a pesar de todo, puede presumir de haber ido poniendo coto a la brecha de género en el campo de la investigación y, aunque aún queda mucho camino por recorrer, los primeros pasos ya están dados.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con cinco institutos en la Comunidad y más de 500 investigadores, técnicos y gestores, de los que en torno a un 40% son mujeres. Aunque haberlas, haylas, no son muchas aún las que ocupan puestos de responsabilidad dirigiendo centros o gestionando proyectos con presupuestos millonarios. El CSIC fue hace ahora veinte años pionero en la creación de una Comisión de Mujer y Ciencia, lo que hizo incrementar rápidamente la presencia de mujeres en los laboratorios. En paralelo, ha ido desarrollando planes de igualdad, pero actualmente el reto pasa por potenciar medidas para promover el liderazgo de la mujer, pues aún restan desequilibrios de género en los puestos de alta responsabilidad.

"Fechas como el 11 de febrero, por el día de la mujer y la niña y la ciencia, y el 8 de marzo nos brindan una oportunidad perfecta para dar visibilidad al talento femenino, pero este continúa presente todos los días del año y en todos los institutos, en los que se trabaja para aportar beneficios a la comunidad", explica María Jesús Lázaro. La delegada institucional del CSIC en Aragón considera que "hay mucho banquillo" en la ciencia aragonesa y muchas "mujeres jóvenes con capacidad de liderazgo", que –confía– podrán dar en un futuro inmediato un vuelco a unas estadísticas que aún reflejan las desigualdades de género.

"Somos el mismo número de chicas y chicos en los cursos de doctorado y, después, apenas dos de cada diez puestos directivos los ocupan mujeres"

"Tenemos investigadoras punteras en muchos campos con reconocido prestigio internacional, que lideran proyectos de primer orden", explica Lázaro, al citar una veintena de nombres de profesoras de investigación, jefas de departamento, directoras de instituto o gestoras de planes nacionales. "Todas ellas pretenden que las más jóvenes tengan la posibilidad de llegar más lejos y también más alto, y en el CSIC tenemos las herramientas para evolucionar en positivo", asegura la delegada.

Referentes y roles

"A mí de pequeña me apasionaba la ciencia, pero no tenía referentes. Ni siquiera tenía claro que esto podía convertirse en una profesión o en una forma de vida", explica Celia Cantín, que trabaja actualmente –junto a otras compañeras como Ana Álvarez o Ana Navas– en la Estación Experimental de Aula Dei. Allí tratan de aportar al sector agrícola materiales y tecnologías para aumentar su competitividad y sostenibilidad, partiendo del conocimiento de los procesos implicados en la producción vegetal. "Ahora las niñas sí tienen más referentes femeninos, a pesar de que las estadísticas continúan siendo elocuentes: el techo de cristal existe porque somos más o menos el mismo número de chicas y chicos estudiando cursos de doctorado y, años después, apenas dos de cada diez puestos de dirección los ocupan las mujeres", dice Cantín.

"Cuando vas ascendiendo a determinados puestos la mujer está muy poco representada. Las cosas han mejorado en los últimos años, pero muy muy despacio. Creo que deberíamos estar en cuotas mayores de las que estamos", argumenta Isabel Suelves, directora del Instituto de Carboquímica. "Es un problema difícil de abordar porque no hay un factor único al que se pueda señalar como causante, sino que es una combinación de muchas cosas", opina la experta en combustibles y recursos energéticos renovables.

Celia Cantín, en la finca de melocotoneros del CITA, en el Aula Dei de Montañana. oliver duch
Celia Cantín, en la finca de melocotoneros del CITA, en el Aula Dei de Montañana. oliver duch
Oliver Duch

"En una carrera tan competitiva como la científica, yo creo que nos lastra la maternidad y el rol que tenemos en la sociedad de cuidados, tanto a los niños como de los abuelos", opina Cantín, que entiende que la conciliación no es en exceso amiga de los desvelos científicos. Valeria Grazú, jefa del Departamento de Bionanomedicina del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (centro mixto CSIC-Universidad de Zaragoza), aporta otra derivada a la ecuación como es la falta de seguridad y estabilidad en la profesión. "Hay que lograr bajar la edad media en la que cualquier persona se estabiliza en ciencia: hoy son 42 o 43 años cuando se coge una plaza fija y es justo la edad en la que más sobrecarga familiar por el cuidado de niños y mayores tienen las mujeres". "Lograr un puesto estable tan tarde hace que los años que te quedan para promocionar sean pocos", opina la experta en nanomateriales, que apuesta por la creación de más contratos previos a tener una plaza fija.

"Mi madre, que es catedrática de Paleografía y Documentación, leyó la tesis cuando yo tenía 7 años y me llevó a su defensa"

Conciliación creativa

"Hay que ser muy creativo para poder conciliar y tener la suerte, como es mi caso, de que mi pareja, mi familia y mis amigas me apoyan y me ayudan", cuenta Sara Palacio, del Instituto Pirenaico de Ecología. «Por mi trabajo viajo mucho, hago expediciones biológicas a desiertos de todo el mundo y me he podido llevar a mis niñas conmigo, incluso, haciendo lactancias muy largas de hasta cuatro años», comenta Palacio que, «si Putin no lo impide», ya tiene otra misión marcada para el mes que viene: Uzbekistán.

Palacio sí ha tenido referentes cerca porque sus padres son investigadores y ella misma, de pequeña, los acompañaba cuando ‘la ciencia’ lo requería. "Mi madre, que es catedrática de Paleografía y Documentación, leyó la tesis cuando yo tenía 7 años y me llevó a su defensa" explica, dando a entender que tuvo el mejor ejemplo posible de tesón y pasión científica en su propia casa. Palacio, que desde 2021 es gestora del área de Ciencias y Técnicas Medioambientales de la Agencia Estatal de Investigación, es consciente de la existencia del citado techo de cristal, pero asegura no haberse sentido nunca discriminada por esta presión. «En su día me tocó coordinar un proyecto europeo con 60 investigadores de 19 instituciones de 13 países diferentes y, por lo visto, se sorprendieron de que quien llevara las riendas de todo aquello fuera una mujer joven, pero yo no lo vi con un agravio, aunque si hubiera sido un hombre joven seguro que no habría habido sorpresa alguna», reflexiona.

"Tengo la sensación de estar cada día teniendo que demostrar mi valía y creo que mis compañeros hombres no sufren esa presión"

Raquel Pérez, investigadora en el Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (CSIC-Unizar), también tiene una sensación agridulce respecto a los clichés y las restricciones por cuestiones de género. «Es verdad que hay más trabas, pero yo creo que no las he sufrido como tal porque considero que cuando me he presentado a concurso o a una oposición han valorado los méritos y no me han discriminado por ser mujer. Sin embargo, sí tengo la sensación de estar cada día teniendo que demostrar mi valía y creo que mis compañeros hombres del pasillo no tienen que demostrar nada», afirma la directora del grupo del CSIC Herrera-Organocatálisis Asimétrica. «Por desgracia, es parte de lo que nos impone la sociedad y por eso es habitual que mujeres científicas dejen la carrera por pensar que otras cosas son más importantes», dice Pérez, que desde los 5 años –eso es determinación– tenía claro que quería ser química y recuerda que sus padres decían que era muy ‘potinguera’.

Valeria Grazú también recuerda que de muy chiquita era curiosa y pidió un microscopio a los Reyes, pero entonces no conocía el nombre de ninguna científica ni eran habituales iniciativas que aplaude como la de la Universidad de Zaragoza, que lleva varios años lanzando para el 11-F la campaña ‘Soy científica y vivo en tu barrio’. "Se trata de mostrar ejemplos reales y cercanos de investigadoras, que rompan con los estereotipos contraproducentes, que presentan a las científicas como heroínas, frikis o con escasa vida social", explican desde la institución académica.

Un momento de la reunión de la delegada con las investigadoras.
Un momento de la reunión de la delegada con las investigadoras.
José Miguel Marco

Unas y otras investigadoras reconocen que en España se han ido dando pasos para promover una ciencia más inclusiva y no ignoran las dificultades que tienen las mujeres en otros lugares a la hora de coger un microscopio o manipular una placa de Petri. En algunos países musulmanes, véase Irán, las investigadoras necesitan el visto bueno del padre o el marido para desarrollar su actividad, lo que «es un cerrojazo a la posibilidad de desarrollarse independientemente a nivel profesional», comentan. Sin ir tan lejos, también en Turquía citan casos de compañeras que se han enfrentado a problemas de ‘bullying’ por ser mujeres divorciadas. "Es increíble que se les censure por cuestiones de su vida personal", lamentan.

Plazas más amables

Esta semana una representación de científicas se reunieron con la delegada del Gobierno en Aragón, Rosa Serrano, quien agradeció a las investigadoras su lucha por superar "unos techos que parecían difíciles de romper" y su "esfuerzo en alcanzar la igualdad real". Serrano, que aseguró que "sin la mujer no existe una transformación justa ni un futuro mejor", recogió el guante de las investigadoras cuando solicitaron que la promoción de la mujer en la ciencia debe ir acompañada por una mayor y mejor oferta de empleo público. El Gobierno ha aprobado la convocatoria de 699 nuevas plazas en España para científicos y técnicos de apoyo a la investigación en los Organismos Públicos de Investigación (OPI), entre ellos el CSIC, "con perspectiva de género en todo el sistema de I+D+i".

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