literatura

La picardía erótica de Raquel Meller y otras "diosas del placer" de hace un siglo

Gloria G. Durán publica un trabajo sobre la sicalipisis y la modernidad que trajeron cupletistas y reinas de las varietés, entre las que figura la turiasonense Raquel Meller.

Imagen que ilustra la portada de la publicación.
Imagen que ilustra la portada de la publicación.
La Felguera

La Chelito, la Fornarina, la Cachavera, Adelita Lulú, Tórtola Valencia y, por supuesto, Raquel Meller. Estas son solo algunas de las mujeres "eléctricas y dadalizadas" que pueblan las páginas de ‘Sicalípticas. El gran libro del cuplé y la sicalipsis’, que está a punto de ver la luz en la editorial La Felguera.

Su autora, la doctora en Bellas Artes Gloria G. Durán explica que la cuando arrancó el siglo XX había "una masa urbana ávida de cambiar el mundo". "El escritor Álvaro Retana lo llamó ‘la ola verde’ y se juntaban aires de modernidad con nuevas posibilidades de conseguir dinero para cantantes, letristas, bohemios...", explica la investigadora, que firma un volumen de 546 páginas por el que no dejan de desfilar excéntricas "diosas del placer" y "heroínas de la modernidad". Pero, ¿qué es la sicalipsis? Aunque la RAE lo define como cierta "picardía erótica", el espíritu del libro es fiel a la definición de Félix Limendoux, cuando allá por 1902 se refería a "un equilibrio inverosímil" para generar productos culturales que fascinen a los amantes de las bellas artes, "pero también a aquellos con gustos estragados".

"Entonces las gentes estaban llenas de frivolidad, seducción y dobles sentidos. En ese tiempo nació la vanguardia y nació la sicalipsis. Ambos fenómenos ahondaron en la fina línea que transita lo epatante pero aún tolerable", comenta la autora, que opina que "la vanguardia no deja de ser hija, como los espectáculos de variedades, de la electricidad y del dandismo de la época".

La vanguardia y la sicalipsis nacieron a la par, ambas azuzadas por los 'shows' de variedades

Dentro de esta gran galaxia de perdición y cosmopolitismo castizo, brilla con luz propia la turiasonense Raquel Meller (en realidad se llamaba Francisca Marqués), que deslumbró a Chaplin y fue portada de ‘Time’ en 1926. En la mejor tradición de estas mujeres ("gozadoras a manos llenas de escándalos", se dice), de la Meller se cuenta que fue displicente con el mismísimo Alfonso XIII cuando el monarca la invitó para conocerla: "Si quiere saber algo de mí, que venga a verme. La misma distancia hay de aquí al palacio que del palacio hasta el teatro", se cuenta que dijo la artista aragonesa, que tiene al profesor Javier Barreiro como uno de sus mejores biógrafos.

Meller y Chaplin.
Charles Chaplin y Raquel Meller estuvieron a punto de colaborar en 'Luces de la ciudad'.
Heraldo/Círculo Rojo

Pero, ¿qué fue de todas estas mujeres fuertes y provocadoras que parecían llamadas a comerse el mundo? "En España las cupletistas, las estrellas de la varietés y los transformistas se erradicaron del relato. De algún modo el éxito de Sara Montiel en ‘El último cuplé’ despertó al monstruo, o más bien a esa memoria colectiva agazapada, pero lo hizo solo en alguno de sus aspectos, el más dulcificado, lindo y juguetón, pero la vertiente política, crítica, comprometida y canalla desapareció", comenta Gloria G. Durán.

"A estas mujeres durante la dictadura no se las podía ni mentar. Todas quedaron como espectros de sí mismas"

De hecho, la especialista considera que de la baja cultura, hasta la fecha, se ha escrito muy poco. "Huelga decir que durante toda la dictadura estas mujeres ni se podían mentar. Desaparecieron. Hay artículos por ahí cuando muere Chelito o Julita Fons, pero poca cosa más. Meller sí actuó y Tórtola estaba divina con su turbante, pero completamente retirada con su pareja a la que hubo de adoptar para disimular. Todas quedaron cual espectros de sí mismas".

El libro, que sale a la venta el próximo jueves en la colección ‘Memorias del subsuelo’ por 24,90 euros, se centra en las loquísimas las tres primeras décadas del siglo XX, cuando la actividad en los teatros, salones y ‘music halls’ era desbordante:había miles de espectáculos cada noche y, también, una profusa literatura sicalíptica. "Ellas dieron la batalla para transformar a esa España aún oscura y cambiaron nuestro país a ritmo de machicha, de cakewalk y de foxtrot", explican desde la editorial.

Tanto material existe –se incluye un ‘cuaderno sicalíptico de 1910 a todo color–, que la autora lamenta que algunas de sus fotos preferidas tuvieron que quedarse fuera. Por ejemplo, una de Julita Fons navegando en el estanque del Retiro de Madrid subida a un balandro. También, por lo extravagante, destaca "los momentos en los que ‘las diosas del placer’ se esposaron como protesta activista antes de su juicio por obscenidad. Son cuatro, Pepita Sevilla, Ascensión Méndez, Antonia Cachavera y Elvira Lafón. Aparecen retratadas en ‘Nuevo Mundo’, el 9 de junio de 1910, y son signo inequívoco de lo gamberras e irreverentes que podrían llegar a ser esas señoras con gorros infinitos y kilómetros de tela en sus vestidos".

"Yo creo que ahora, ya por fin y quizá gracias a las redes –continúa la investigadora–, se recuperan estas figuras y todo se entremezcla: se hibrida la cultura popular y la más sofisticada. Quizá ahora estemos viviendo, con alegría e imposibilidad de etiquetas estancas, tiempos parecidos a ese maravilloso y coruscante y altamente sicalíptico principio de siglo pasado", concluye Durán.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión