transporte y logística

La crisis del camión: "Me perdí el nacimiento de mi hijo y la muerte de mi madre. ¿Quién va a querer algo así?"

La falta de relevo al volante amenaza el transporte y la logística en España y en Europa. Algunos de los profesionales cuentan, con su propia experiencia, los motivos de este bache.

Antonio Tobal, Micael Silva, Ricardo García y Ioan Precup, camioneros de paso en Zaragoza.
Antonio Tobal, Micael Silva, Ricardo García y Ioan Precup, camioneros de paso en Zaragoza.
Toni Galán

Antonio Tomás es de Murcia, lleva 28 años de camionero y transporta medicinas de Italia a Madrid: “¿Quién quiere estar 24 horas en el camión, con viajes que duran 11 o 13 días, por 2.000 euros al mes?”, pregunta. Micael es portugués, tiene 42 años y lleva portones a Francia: “No hay relevo, ¿cómo va a haberlo? Yo no quiero que mis hijos se dediquen a esto”, confiesa. Ricardo es cántabro, suma 32 años al volante y está llevando mercancías peligrosas a Holanda: “Tengo una hija de 26 años y me perdí todas sus representaciones en el colegio, nunca la llevé el pediatra… Eso no se paga con dinero”, dice. Ioan es rumano, lleva 30 años subido al camión y lleva productos de Media Markt de Madrid a Barcelona: “La gente está mejor cobrando 1.200 euros en una fábrica, porque aquí no hay horarios y no te pagan las horas que realmente trabajas”, dice. Antonio es de Cartagena y lleva piezas por toda España parando justo lo que le exige el tacógrafo: “Cuando la gente joven se mete en el camión, no lo quiere. Y es normal”, señala.

Estos cinco camioneros coincidieron esta semana durante unos pocos minutos en el aparcamiento de Rausán, en Alfajarín. Antonio Tomás ya salía disparado buscando el camino de la frontera; Micael calentaba el táper de pollo en salsa que sacó congelado de su casa en Portugal; Ricardo entraba a comer al restaurante del área de servicio; Ioan aprovechaba el descanso para hacer papeleo; y Antonio estaba recién levantado del camastro que esconde tras su asiento de conductor.

Los cinco se cruzaron un instante a las puertas de Zaragoza para volver a separarse, con historias diferentes pero con elementos coincidentes: el cansancio, el hartazgo y el lamento por las condiciones que arrastra una profesión en la que casi todos entraron por vocación, pero que ya nadie desea para sus hijos. Aragón no escapa a la crisis del sector. En la comunidad hay unos 12.000 vehículos pesados censados, cuyos conductores tienen una edad media que va al alza, pero unas condiciones laborales estancadas o a la baja

La falta de mano de obra aún no es un problema tan acuciante como en otros países, pero ya se intuye. “El atractivo que podía tener de aventura al volante o de compañerismo se ha perdido totalmente. El sector lleva 30 años abandonado y ahora recogemos los frutos”, señala José Antonio Moliner, de la asociación Tradime Aragón. Fernando Viñas, de Fetraz, alerta de que “no se cubren las plazas de los camioneros que se jubilan”, por lo que “o se toman medidas o en los próximos años podemos tener problemas de movimiento de mercancías”. Se calcula que en los próximos años podrían faltar unos 15.000 en España.

Antonio Tomás Brasa, en Rausán junto a su camión.
Antonio Tomás Brasa, en Rausán junto a su camión.
Toni Galán

Antonio Tomás es Antonio Tomás Brasa Molina, un murciano de 53 años que habitualmente sube fruta a Europa, pero que en esta ocasión bajaba medicinas a Madrid. Se metió por vocación, ya que “si esto no te gusta, no se puede aguantar”. Considera que es normal que falten camioneros porque, como en su caso, muchos pasan “todos los fines de semana fuera de casa”, con “muchas noches currando para cumplir los horarios” y unos descansos “en lugares indeseables”. “Si estás parado más allá de lo que te toca descansar, no cobras. Esto es muy esclavo”, lamenta.

Micael Silva 'ataca' el túper de pollo que sacó congelado de Portugal y que calentó al llegar a Zaragoza.
Micael Silva 'ataca' el túper de pollo que sacó congelado de Portugal y que calentó al llegar a Zaragoza.
Toni Galán

Micael es Micael Silva, portugués de 42 años que lleva grandes puertas desde su país a toda Europa. Observa que su trabajo implica “mucho desgaste”, ya que resulta “muy sedentario”, pero a la vez es “muy estresante” para cumplir con los horarios de entrega. “Una vez que sales, no puedes decir que no estás en condiciones de trabajar. Hay que seguir para llegar a tiempo. Da igual que te encuentres mal, o que notes que el corazón te falla. Eso no puede seguir así, porque esto es una máquina -dice tocando su tráiler-, pero esto no -apunta con la mano en el pecho-”.

Ricardo García, con su camión con la leyenda de la Virgen de Fresnedo, Cantabria, a 7 kilómetros de donde nació.
Ricardo García, con su camión con la leyenda de la Virgen de Fresnedo, Cantabria, a 7 kilómetros de donde nació.
Toni Galán

Ricardo es Ricardo García, un cántabro de Beranga que lleva sustancias como ácido sulfúrico o ácido nítrico del País Vasco a otras zonas de España, a Francia, a Holanda... Con más de tres décadas de experiencia, ve el sector “fatal”. “Por 1.900 euros no puedes tener a un tío dando vueltas por Europa durante semanas”, señala. Él es autónomo, por lo que sus ingresos varían en función del trabajo. “Puedes tener un mes bueno y cinco malos. Pero al final acabas haciendo 15 horas diarias, durante 30 días al mes, fuera de casa y durmiendo en el camión, para que te queden unos 2.000 euros”, lamenta.

Ioan Precup se asuma a la ventanilla de su tráiler.
Ioan Precup se asuma a la ventanilla de su tráiler.
Toni Galán

Ioan es Ioan Precup, un rumano que lleva 30 años como camionero, 12 de ellos trabajando en España para una empresa de aquí. Sumando la nómina y las dietas (con las que debe pagarse la comida) gana “unos 2.000 euros y algo”. Vive en Madrid y cotiza en España, con camiones matriculados aquí. En otros casos, empresas grandes contratan todo en Rumanía para abaratar costes de seguridad social, de matriculaciones, de revisiones de tacógrafos o ITV… “Hacen una competencia desleal porque abaratan los viajes y luego lo pagamos todos. Al final los empresarios se enriquecen y al trabajador no le queda nada”, denuncia sobre la llagada de compatriotas suyos.

Antonio Tobal, recién levantado de la cama que hay tras su asiento de conductor.
Antonio Tobal, recién levantado de la cama que hay tras su asiento de conductor.
Toni Galán

Antonio es Antonio Tobal Tudela, un cartagenero que lleva 30 años al volante. Siempre en internacional, transportando piezas de Volkswagen desde Alemania hasta Martorell y Pamplona. Hasta que hace dos años murió su mujer y decidió “bajar a España para estar con la hija”. El coste personal que ha tenido que pagar por ser camionero ha sido enorme. “El nacimiento de mi hijo me pilló en Alemania, y la muerte de mi madre también. Llegué justo para ver la caja, pero no a ella”, lamenta. Él está contratado y cobra “unos 2.500 euros”. Aunque ahora no sale al extranjero, sigue haciendo rutas largas por España, duerme en el camión y sufre “unas condiciones lamentables”. “Nos tratan como si fuéramos de segundo nivel. Ahora llegas a los sitios y te tienes que descargar el camión, cuando igual llevas trabajando media noche y estás sin apenas dormir”, cuenta. En su empresa no ocurre, pero observa que muchas “tiran de extranjeros a los que pagan poco”, y la tendencia es “equipararnos”. “Yo le hablo a mi hijo de mi trabajo y le digo que no quiero esto para él. ¿Quién va a querer algo así?”, cuenta.

Para cambiar la tendencia, José Antonio Moliner (Tradime) cree que hay que “dignificar la profesión”. “Hay que hacerla atractiva con mejores sueldos, mejores jubilaciones, mejores condiciones de trabajo… Es urgente, porque todo lo que tenemos ha sido traído o llevado en un camión. Sin no hay camiones, no funciona nada”, alerta. Fernando Viñas (Fetraz) cree que la subida de sueldos es deseable pero “complicada”, ya que “hay mucha competencia y los márgenes son escasos”. A su juicio, los “horarios irregulares”, el maltrato recibido “cuando tienen que descargar la mercancía”, las “malas condiciones de descanso” y el coste del carnet de conducir componen “un caldo de cultivo que hace que ahora mismo no sea una profesión muy atractiva”.

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