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Kilómetros de vías enterradas y estaciones fantasma: así es el mapa de los trenes desaparecidos en Aragón

Las movilizaciones para mantener el tren convencional afloran en los últimos años, pero el desmantelamiento de los servicios comenzó tiempo atrás.

Estación de Turuñana, conectada con Zuera hasta los años 70, ahora en estado de abandono.
Estación de Turuñana, conectada con Zuera hasta los años 70, ahora en estado de abandono.
HERALDO

La estación de Turuñana cobijaba el final de un ramal del canfranero que unía Zuera con el enclave oscense remontando el río Gállego. Desde ahí, a su vez, los viajeros podían seguir hacia el paso fronterizo pirenaico o enlazar con la ciudad de Huesca. Pero desde los años 70 es una de las muchas instalaciones ferroviarias abandonadas que salpican Aragón y cuya presencia, debido al paso del tiempo, el robo de materiales y la falta de mantenimiento, casi pasa desapercibida. Ocurre lo mismo con las antiguas líneas ferroviarias cuyo trazado ya ha sido borrado o apenas se intuye. Infraestructuras que han sufrido políticas economicistas, como el gran recorte de la Nochevieja de 1984 a las líneas con menos uso, que privó a los pasajeros de la España rural de cerca de 1.500 kilómetros de servicio que no pudieron competir con el auge del vehículo privado.

El Consejo de Ministros socialista decidió poner fin a 12 líneas y restringir el tráfico en otras 4, que quedaron relegadas al transporte de mercancías. Aragón sufrió un mordisco importante en sus servicios. Cayeron en desuso los 19 kilómetros por los que marchaba ‘la burreta’, como se conocía popularmente el tren que acercaba la línea Zaragoza-Barcelona a Barbastro a través del nudo ferroviario de Selgua, previo paso por Castejón del Puente. Lo mismo ocurrió con dos grandes trazados: dejó de rodar el ‘Central de Aragón’, entre Caminreal y Calatayud (69 kilómetros), y también los convoyes de la línea Santander-Mediterráneo, hoy en proceso de convertirse en vía verde. Con esta última decisión se privó a Calatayud y los municipios del eje de la N-234 de una conexión con el Cantábrico.

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Entre los 644 kilómetros que en toda España se quedaron sin más ocupantes que las mercancías también hubo afecciones en territorio aragonés. Es el caso de la línea Valladolid-Ariza. En la localidad zaragozana, que llegó a ser un importante nudo, confluía este trazado con el Madrid-Zaragoza, cuyo servicio actual de Media Distancia sigue deteniéndose en esta estación. De la quema se salvó el Canfranero (Zaragoza-Huesca-Canfrac), que pese a sus condiciones -uso decreciente, baja velocidad e interrupción sine die del paso a Francia- se mantuvo al considerarse que tenía potencial como línea internacional. Una decisión que, en vista de las nuevas perspectivas, se puede considerar acertada.

Pero el hachazo de 1985 no fue el único que ha sufrido la red convencional a su paso por Aragón, tal y como plasmó en un mapa el usuario de Twitter Pablo Marinas (@pablomarinas₎. La línea Tudela-Tarazona (22 kilómetros) dijo adiós en 1995 y mucho antes se desmanteló el Ferrocarril del Val de Zafán, que partía de La Puebla de Híjar, atravesaba Alcañiz y el Matarraña y desembocaba, tras una veintena de paradas, en Tortosa. La línea se clausuró en los estertores del franquismo y el levantamiento de las vías se aprobó en los primeros compases de la Democracia. Buena parte de los materiales se emplearon para mejorar algunos tramos del Canfranero.

La misma suerte corrieron el ferrocarril de las Cinco Villas (Sádaba-Gallur), en funcionamiento entre 1915 y 1970 y con paradas en Tauste y Ejea de los Caballeros, y el ‘escachamatas’ o ‘Borjica’, que transcurría entre Cortes de Navarra y Borja a través de Mallén, Fréscano, Magallón, Albeta, Ainzón...

Otros tres servicios que tampoco se volverán a prestar se corresponden con los antiguos trenes mineros Andorra-Escatrón, Zaragoza-Utrillas y Ojos Negros-Sagunto. Sobre esta última discurre la vía verde más larga de todo el territorio nacional, una solución que los defensores del ferrocarril denostan por enterrar, para siempre, cualquier posible reapertura.

Menos servicios, menos población

La clausura de todas estas líneas y la reducción de las frecuencias en muchas otras a cambio de la puesta en marcha de la alta velocidad supuso en el medio plazo un golpe crítico a los censos de los pueblos que se quedaron desconectados. Así lo atestigua Luisa Marín, vecina de Purroy y una de las promotoras de la plataforma ‘Aragón, no pierdas tu tren’, que el pasado fin de semana se manifestó en diversos apeaderos y estaciones de la Comunidad. “Para que te hagas una idea, antes los niños iban al colegio en Calatayud en tren. Ahora ya no hay niños y solo dos trenes paran cada día en dirección Zaragoza (8.00 y 13.45) y otros dos vienen de vuelta (17.20 y 21.40)”, cuenta la afectada, quien resume en una frase el efecto de los recortes: “Menos servicios llevan a que haya menos población, lo que conducirá a menos demanda y aún menos servicios”.

Mucho trenes pasan de largo por Purroy. “El tren a Madrid no para aquí, tampoco en Embid, Bubierca, Terrer… Antiguamente sí había uno que se detenía en todas las estaciones. Lo mínimo sería poner en marcha la parada facultativa (el maquinista solo interrumpe la marcha si algún usuario lo ha solicitado durante el proceso de compra)”, indica Marín, quien para ir a Calatayud, donde tiene el hospital de referencia, tiene que pedir a un vecino que le lleve hasta la estación de Morata de Jalón. “Vemos una gran hipocresía en la clase política. Hablan de cambio climático y no se favorece el transporte público limpio, y también hablan de la España vaciada… pero lo verdaderamente vacías son sus promesas”, critica con dureza. 

Una problemática que comparten los habitantes de localidades como Grañén, Tardienta, Sariñena o Monzón, donde quieren recuperar las frecuencias que se cumplían antes de la pandemia. Estos y otros municipios se van uniendo a las movilizaciones para que el tren no pase de largo frente a sus casas.

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