entrevista

Enrique Carrera: "Triunfar no es ir a París sino saber el propósito con el que desfilas"

El diseñador de moda oscense (Estadilla, 1996) presenta este fin de semana en Ansó una colección de seis ‘looks’ en los que reinterpreta la vestimenta tradicional.

El joven oscense, en la tienda de telas Julián López de Zaragoza, donde suele comprar.
El joven oscense, en la tienda de telas Julián López de Zaragoza, donde suele comprar.
José Miguel Marco

Su colección ‘Trasunto’ se ha inspirado en el folclore de Ansó y las pinturas de Sorolla, ¿la moda es un arte?

No creo que sea un arte en sí misma. Es demasiado rápida como para insertarla en movimientos artísticos, aunque sí bebe del cine, la literatura, otros tipos de diseño...

También puede ser muy frívola...

Todo lo que un diseñador quiera. Pero no es lo mismo hacer una colección para un desfile en el que llamar la atención y crear polémica para vender marca que pensar en la funcionalidad de las prendas.

¿Cuánto tiempo pasa cada mañana pensando qué se va a poner?

Me gusta ir bastante básico e intento adecuarme a lo que voy a hacer en el día. No tengo armario gigante porque opto por comprar menos cantidad de prendas pero de mayor calidad. También intento hacerme mi propia ropa.

¿Se fija mucho en cómo visten los demás?

Irremediablemente, pero no por juzgarlos sino por atenderlos. El vestirse dejó hace cientos de años de ser importante para la supervivencia del ser humano, por lo que se ha convertido en una forma de expresión, cuenta lo que cada uno quiere transmitir.

¿Qué diseñadores admira? ¿Tiene algún gurú?

Mi referente es Cristóbal Balenciaga. Entiendo que su nombre está un poco quemado y lo citan todos los estudiantes de moda, pero pude hacer un curso de alta costura en su Museo en Guetaria que me impactó. En Aragón, Pertegaz, por supuesto, y de los actuales citaría a Moisés Nieto, al francés Simon Porte Jacquemus y las colecciones de Dior que está haciendo Maria Grazia Chiuri.

Usted, ¿dónde se inspira?

Me considero polifacético y me gusta estar con los ojos abiertos ante el mundo:leer, ir a exposiciones, ver películas... Eso te crea un gusto que lo puedes expresar en la ropa. También hay parte autobiográfica. El confinamiento lo pasé en el pueblo y reflexioné sobre lo importante que es conectar con las raíces y saber de dónde vienes.

¿Cuándo empezó a interesarse por este mundillo?

Mi abuela era modista en Estadilla y hacía ropa a medida para sus clientas. Me recuerdo cosiendo desde pequeño y me encantaba tocar las telas. Quizá esté en el camino de convertir una pasión en una profesión.

Diseña ropa de mujer, ¿la masculina la parece aburrida?

Hasta ahora puede que haya sido así, pero los roles de género cada vez están más difusos y todos pensamos en un público más general.

¿Y prefiere la ropa de verano o de invierno? ¿Qué da más juego?

Soy de otoño-invierno, me encantan los paños de lana y que se puedan llevar más prendas en un mismo look.

¿Tiene un color o tejido fetiche?

Mi color es el azul, el marino y el azulón, también el amarillo últimamente... No tengo un tejido estrella, en cada colección ha prevalecido uno que luego no ha repetido. Sí que procuro que sean naturales para que luzcan y duren.

¿Qué es lo más raro que ha diseñado?

Suelo pensar en la funcionalidad de las prendas, así que cuando por el traje ansotano hice escapularios, este aderezo aportó un componente de magia y de creencias al que no estaba acostumbrado. Al inicio de la pandemia también hice alguna mascarilla para sanitarios cuando había escasez de epis.

Un sueño en voz alta...

Presentar una colección en París o colaborar con alguna firma de alta costura. No obstante, triunfar no es ir a París sino saber el propósito con el que desfilas. Por eso, estar ahora en Ansó ya es culmen.

Susto o muerte: ¿están volviendo las hombreras?

Sí, ha habido mucha inspiración de los años 80 últimamente.

¿Y los pantalones de campana?

A mí me gustan los pitillos. Están muy vistos pero llevan tanto tiempo en el mercado que parecen un básico y hay una generación que se ha acostumbrado a ellos. A mí lo que me da miedo son los pantalones de tiro bajo de los 2000.

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