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Los siete pisos de andamios que el barón Thyssen subió para ver el coreto del Pilar

Este martes se cumple un siglo del nacimiento de Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, el barón Thyssen.

El barón Thyssen en el coreto del Pilar, mirando los dosieres de la restauración de Carlos Barboza y Teresa Grasa.
El barón Thyssen en el coreto del Pilar, mirando los dosieres de la restauración de Carlos Barboza y Teresa Grasa.
Archivo Barboza-Grasa

La Haya, 13 de abril de 1921. En ese lugar y día nació Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, Heini le llamaban. El barón Thyssen fue un hombre con una "verdadera vocación por el arte", consideran varios expertos. Heredó la colección de su familia y también la aumentó. En total recopiló unas 1.500 piezas, "un recorrido por lo mejor de la historia de la pintura". En la década de los 90, el conjunto artístico vivió uno de los momentos más importantes, ya que fue cuando se afincó en España.

Precisamente, en enero de 1992 visitó Zaragoza para ver con sus propios ojos el coreto de la basílica del Pilar, obra de Francisco de Goya. "Subió los siete pisos de los andamios", recuerdan Carlos Barboza y Teresa Grasa, quienes restauraron esos frescos del genio de Fuendetodos. "Venía acompañado por el historiador valenciano Tomás Llorens, director de su museo en Madrid, por Ángel Perversi, director de General Motors España y por el duque de la Victoria". El matrimonio retrocede casi 30 años y rememora ese día, una de las visitas que más repercusión tuvo junto con la de la infanta Pilar. "Comprobó los dosieres con detalle, estaba interesadísimo -afirman Barboza y Grasa-. Luego miraban los personajes que volaban sobre nuestras cabezas y tocaban música celestial en los cielos de Goya". "Se nota que para él no era una inversión, sino que tenía pasión por el arte. Además, era un gran conocedor", defiende Teresa.

"Para él no era una inversión, sino que tenía pasión por el arte. Además, era un gran conocedor"
El barón Thyssen en el coreto del Pilar, junto a Teresa Grasa y Carlos Barboza.
El barón Thyssen en el coreto del Pilar, junto a Teresa Grasa y Carlos Barboza.
Archivo Barboza-Grasa

El amor por el arte le venía de cuna. "Su abuelo adquirió siete piezas de mármol blanco de Rodin", apunta Carlos. Ambos restauradores, miembros del Consejo Internacional de Museos, califican al barón Thyssen como “un industrial único que se interesa por la pintura de alta categoría”.

Su quinta y última esposa fue Carmen Cervera, quien había sido en 1961 Miss España y estuvo casada con Lex Barker –una de las encarnaciones de Tarzán-. Las últimas visitas a la capital aragonesa fueron junto a Tita, como se le conoce popularmente. "Con ella llegó en septiembre de 1992 a Zaragoza –con ella y con el hijo de esta, Borja, la 'nanny', ocho perros y dos hámsters- para visitar la exposición de Goya en la Lonja, a la que había prestado dos cuadros, 'Asensio Juliá' y 'El tío Paquete'", se pudo leer en HERALDO. Barboza y Grasa sostienen que el barón era un "gran admirador" del pintor aragonés. En su haber, además de las obras citadas, tenía un retrato de medio cuerpo de Fernando VII y un pequeño cuadro –boceto para cartón de tapices- bajo el título 'Una mujer con dos niños junto a la fuente' o 'Los pobres en la fuente'.

Además, en abril de 1998 el palacio de Sástago acogió una exposición con fondos personales de Tita Cervera, de pintura española: Fortuny, Sorolla, Zuloaga, Romero de Torres o Picasso, entre otros. El barón no faltó a la inauguración.

Primer centenario de su nacimiento

Heini era el cuarto hijo de una prestigiosa dinastía de industriales siderúrgicos y financieros, la que había formado Heinrich Thyssen-Bornemisza y Margit Bornemisza de Kaszon. Sus primeros años estuvo bajo la tutela de una niñera y su formación comenzó en la Escuela Alemana de La Haya hasta 1932. La familia se trasladó a Villa Favorita, una finca en la localidad suiza de Lugano, y su padre le envió a la Universidad de Friburgo para estudiar Derecho y Filosofía. "Sus estudios universitarios acercan a Heini a su padre. Cada vez comparten más tiempo y el futuro heredero se va instruyendo en los negocios familiares y en el arte –se cuenta en un vídeo que ha editado el Museo Thyssen-Bornemisza con motivo del centenario del nacimiento del barón-. Juntos recorren la galería de pinturas de Villa Favorita".

Tras la muerte de su progenitor, Heini decidió "recuperar las obras que habían pasado a manos de sus hermanos", se dice en la pieza audiovisual. Incluso, tal y como se publicó en HERALDO con motivo de su muerte, también a terceros que las habían adquirido. Por esos años, comenzaron los préstamos de sus obras a museos y también las primeras exposiciones. 1954, recuerdan desde el museo, es un año clave ya que el barón adquirió la primera obra ajena a la colección: ‘La anunciación’, de El Greco.

Esta compra no fue la única. Mientras que su padre había estado anclado en el arte anterior al siglo XVIII, Heini abrió a un horizonte a la pintura moderna. En la colección aparecieron nuevos autores, nuevos estilos. En 1997, la periodista Conxa Rodríguez publicó una biografía no autorizada donde desveló aspectos como que Thyssen-Bornemisza se hizo con "el patrimonio artístico de magnates arruinados tras el 'crash' bursátil de 1929", señaló este diario en abril de 2002. No obstante, el interés del barón por el arte trascendió más allá de la adquisición de obras, por ejemplo, apuntan fuentes museísticas, en 1966 donó fondos para ayudar a afectados y costeó la restauración de los frescos de fray Angelico del convento de San Marcos después de las grandes inundaciones.

El destino de su colección se situó en Madrid, a pesar de que varias ciudades europeas optaran a albergarla, en el antiguo palacio de Villahermosa, con la remodelación completa del arquitecto Rafael Moneo. El traslado de las pinturas desde Lugano es considerado "uno de los mayores retos del mundo del arte", estiman en el vídeo que conmemora el primer siglo desde su nacimiento. Finalmente, en 1992 el museo abre sus puertas y en diciembre del año siguiente el Gobierno español adquirió su colección.

El barón falleció en 2002, en su residencia de Gerona, unos días después de haber cumplido los 81 años. Cumplió su propósito: que la colección permaneciera unida y que se mostrara al púbico, como ya habían intentado su padre en Villa Favorita y su abuelo, Agust Thyssen, en Düseldorf.

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