sanidad

El viaje de una mascarilla desde la UCI covid del Clínico hasta el vertedero

Los residuos sanitarios se han duplicado por la pandemia, que ha obligado incluso a cambiar algunos protocolos.

Una enfermera tira a la basura una mascarilla en la UCI covid del hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza. En ese momento se inicia un largo proceso para que este residuo sanitario acabe, varios días después, desinfectado y triturado en un vertedero. Con la pandemia, el volumen de estos desechos se ha duplicado y hasta triplicado. El incremento ha sido tan fuerte que ha habido que cambiar los protocolos a nivel nacional, ya que no había contenedores específicos suficientes para abastecer a todo el país.

El año pasado en el hospital Clínico (donde se engloba el resto del sector III de Zaragoza) se recogieron 228.610 kilos de residuos biosanitarios, como mascarillas, guantes, batas, epis o cualquier material desechable que pueda estar infectado. En 2019, aún sin coronavirus, esta cifra fue de 103.214, es decir, menos de la mitad. 

“Ahora se usan materiales de protección que antes no se empleaban, y otros se usan con  mayor frecuencia, por lo que los desechos aumentan”, explica Natividad Herrero, jefa de servicio de Hostelería del Clínico, encargada también de la gestión de los residuos. En 2019 cada jornada de un paciente en el hospital generaba 509 gramos de residuos biosanitarios de media; en 2020, esta cifra se disparó hasta los 1.190 gramos.

Los residuos sanitarios se han duplicado por la pandemia, que ha obligado incluso a cambiar algunos protocolos.

Antes, esta basura potencialmente infecciosa se tiraba en pequeños contenedores negros. Sin embargo, las empresas que los suministran tuvieron problemas de desabastecimiento mundial por la fuerte demanda, así hubo que cambiar la normativa para que los desechos se pudieran tirar en unas bolsas con autocierre y de un considerable grosor, para evitar fugas.

Hay varias de ellas, de color rojo, en cada planta del hospital. Cuando se llenan dos tercios de su contenido, el personal de enfermería las cierra y los encargados de limpieza las retiran. Se meten en unas cajas de cartón para aumentar la protección y se almacenan en un cuarto habilitado en cada planta. Desde allí, se introducen en un ascensor específico, que se usa solo para eso, y se llevan a la central de residuos del hospital. “No da reparo manipular estos desechos, porque si se cumplen todos los requisitos, están bien protegidos”, cuenta Fernando García, encargado de transportar las bolsas dentro del hospital.

En la central de residuos del Clínico se almacenan las cajas y se pesan, ya que la empresa encargada de procesarlos cobra por kilos. Todos los días, estos desechos salen del hospital en uno o varios camiones. “Hay días que nos llevamos más de 1.600 kilos”, apunta Iker Gómez, conductor de la empresa contratada para procesar todos los residuos sanitarios de Aragón. Desde cada hospital se llevan al centro que tienen en Osera de Ebro. Allí se meten en una especie de silo a 125 grados para desinfectarlos, se machacan y salen como un residuo urbano más al vertedero correspondiente. El incremento de desechos sanitarios también se ha notado en el centro de Osera, y ha habido momentos en los que se han tenido que llevar fuera de Aragón e incluso fuera de España.

Este proceso tiene un coste, que lógicamente también se ha incrementado por la crisis sanitaria. Si en 2019 el hospital Clínico destinó 200.425 euros, el año pasado el gasto aumentó hasta los 318.611 euros. Y eso que el centro y su personal han hecho un esfuerzo por el reciclaje, con medidas como el cambio del cristal al plástico en algunas piezas de los goteros.

Toneladas de residuos

En un edificio tan grande como este, se generan residuos de todo tipo, no solo sanitarios. Solo los toner de las impresoras suman 1.060 kilos al año. Los residuos urbanos (la basura que no se recicla de forma específica) suponen un millón de kilos al año. Además, también se generan casi 120.000 kilos de papel y cartón, de los cuales más de la mitad se tienen que destruir de forma confidencial, al contener datos personales de los historiales médicos de los pacientes.

En un hospital también se produce una importante cantidad de residuos químicos, procedentes de las aguas de los laboratorios, los medicamentos caducados, los aceites industriales, los reactivos que se utilizan para determinadas pruebas… El año pasado el hospital Clínico acumuló 45.930 kilos de este tipo de desechos, que tienen tratamientos diferenciados.

Por último, también hay que tirar una importante cantidad de residuos radiológicos. No obstante, estos están a la baja, debido al mayor uso de las radiografías digitales. Si en 2019 se contabilizaron 4.237 kilos de este tipo de basura, el año pasado esta cantidad se redujo a 2.655.

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