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Aragoneses en China un año después del inicio de la pandemia: "La situación en la calle es normal pero el control es férreo"

HERALDO vuelve a hablar con los aragoneses residentes en China con los que contactó hace un año, cuando el coronavirus daba sus primeros pasos en Asia y todavía no había indicios en España.

Noticias publicadas en HERALDO en enero de 2020.
Noticias publicadas en HERALDO en enero de 2020.
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"El otro día, a la entrada de un bar, me pusieron el termómetro en la frente y me tomaron la temperatura. Eso es lo que hacen para comprobar si tenemos fiebre". Ese fue el relato de Eduardo Vallejo, un zaragozano que reside en Shanghái, hace justo un año, a finales de enero de 2020. 365 días después de la publicación de ese reportaje, HERALDO vuelve a hablar con sus protagonistas para conocer cómo es la situación que viven en la actualidad.

"En los bares ya no toman la temperatura, sí en algún centro comercial o a la entrada de los hospitales, pero lo hacen con termómetros de pistola y algunos no son demasiado precisos", cuenta Vallejo. Hace unos días se notificaron tres casos en Shanghái, su ciudad, lo que supuso el confinamiento de parte de un barrio y el retorno de algunas de las medidas. "Fui a entrar al edificio donde vivo y el portero me volvió a tomar la temperatura, hacía un tiempo que no ocurría", señala José Ángel Remón, arquitecto zaragozano que regresó a China el 19 de enero del año pasado, donde ya había residido una larga temporada anteriormente.

La mascarilla no es obligatoria en el exterior, pero sí en algunos lugares, como el metro. Remón no se la quita por la calle: "Estoy mirando ahora por la ventana y la lleva todo el mundo. Mira, ahora pasa un chico que no", describe mientras habla con este diario. "Para determinados establecimientos te piden la mascarilla, por ejemplo, cuando entras a un banco, hospitales, centros oficiales... Hace unos días, por primera vez en mucho tiempo, me la pidieron para entrar al supermercado", añadió Vallejo antes de que se detectasen los casos en su ciudad de residencia. Él, que vive en China desde hace casi 13 años, regenta una empresa, Liem Group, dedicada a la consultoría y control de calidad que mantiene relaciones con países como España o México.

Eduardo Vallejo, empresario zaragozano en China.
Eduardo Vallejo, empresario zaragozano en China.
E.V.

Vallejo destaca que en la calle la situación es "totalmente normal", al menos en Shanghái y en otras ciudades que ha visitado recientemente. "Uno se levanta, acude al trabajo, coge el metro, va al gimnasio, cena en un restaurante, sale con amigos... es prácticamente igual", describe Eduardo. Lo único que ha apreciado es un frenazo del ritmo de la cosmopolita urbe, lo que achaca a la falta de turistas. Un punto que comparte Remón: "Se nota que no hay extranjeros, por ejemplo, estudiantes".

"Antes había contaminación y ahora el cielo está azul, eso es porque las fábricas están paradas"

Otro inciso que encuentra Eduardo Vallejo es la comunicación comercial con el exterior y que algunas compañías aéreas no operan como antes. En relación a la producción del país, Remón hace una apreciación: "China es la fábrica del mundo. Antes había contaminación y ahora el cielo está azul, eso es porque las fábricas están paradas".

"La gente no está infectada y si hubiera algún problema de infección estaríamos todos avisados y tendríamos la obligación de tomar las medidas", indica Vallejo. Medidas como el lavado de manos con gel se sigue encontrando en restaurantes y a la entrada de los edificios, además, los botones de algunos ascensores están cubiertos con film de plástico donde se indica la fecha, para evidenciar que se cambia cada día.

Hace un año en su ciudad de residencia se habían registrado una veintena de casos de covid y un fallecido. Los últimos números que calcula Vallejo, que vive allí desde hace 13 años, son unos 200 o 300 contagiados y alrededor de 120 fallecidos. "Aquí no llegó a azotar tan duro, pero hubo mucha alarma y alerta. Se tomaron las medidas relativamente pronto. Además, tenemos un control bastante férreo en todos los sentidos, entonces es fácil llevar ese seguimiento", sostiene Eduardo.

Ese control se gestiona a través de aplicaciones como WeChat o Alipay. Ambas tienen el "código salud", un método que, a través de los colores del semáforo, clasifica si se está infectado o si hay que guardar confinamiento. Eduardo reproduce un caso cercano: "En un mercado de Pekín hubo una serie de casos relacionados con un salmón importado y la prima de una amiga mía, que vive allí, pasó en un taxi por los alrededores de la lonja, no paró ni nada. Ese código le cambio de color y tuvo que someterse a cuarentena".

La vigilancia también es más intensa en la entrada a China. Al tener acotados los contagios dentro de las ciudades, provincias y del país, se aseguran de que las personas que acceden sean negativas. Eduardo regresó al país asiático el 26 de marzo, casi dos meses después de haber salido. A la llegada al aeropuerto se encontró con una división por barrios, tuvo que rellenar unos documentos y le derivaron a un hospital para someterse a la prueba. El siguiente paso fue confinarse. "Me llamaron para decirme que no estaba infectado, pero que, aun así, intentase permanecer en casa los 15 siguientes días. No obstante, un par de días después me llamaron porque había viajado con un infectado en el mismo avión", recuerda Eduardo Vallejo, que agrega que le pidieron que hiciera un seguimiento de su salud.

Los movimientos dentro del país también preocupan. José Ángel Remón tuvo que viajar a otras ciudades chinas por motivos de trabajo y cuando vieron que era extranjero cambiaron el protocolo respecto a la ciudadanía china. En unas tres semanas se celebra el Año Nuevo Chino. Desde las aplicaciones mencionadas les han aconsejado permanecer en sus provincias de residencia, puesto que en esta celebración se lleva a cabo una migración masiva. A pesar de ello, apuntan que los chinos están haciendo planes.

El mensaje que manda Eduardo Vallejo está teñido de esperanza: "Es un mal virus, pero realmente se puede volver a hacer una vida normal y eso es lo que tenemos que luchar todos por conseguir". Sin embargo, aboga porque es necesario no poner "un parche". "Esperemos que con la vacuna las cosas se encaucen", desea, y así viajar pronto para ver a su familia.

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