Cada aragonés pasa 9 horas a la semana en las redes: "Más que adictos al like, somos exhibicionistas pero solo de lo bueno"

"El número de seguidores y, sobre todo, la cantidad de 'me gusta' se han convertido en un termómetro de popularidad", indican desde Qustodio, una plataforma de seguridad y bienestar digital para las familias. Y "esto no solo es exclusivo de los jóvenes, sino que está generalizado", anotan desde la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía.

Los jóvenes han aprendido a relacionarse así con sus iguales
Los jóvenes han aprendido a relacionarse así con sus iguales
D. G.

Por centenares de miles. De esta forma cuenta Iker Unzu, uno de 'tiktokers' aragoneses con más éxito los 'me gusta' de su cuenta. O, por decenas de miles, lo hace Lucas Loren, el aragonés más conocido como La Lucre en Instagram. Estos son dos de los aragoneses que más triunfan en las redes sociales. Y es que el éxito en estas plataformas se mide en 'likes'.

El problema, advierten desde Qustodio, una plataforma de seguridad y bienestar digital para las familias, es que "el número de seguidores y, sobre todo, la cantidad de 'me gusta' se han convertido en un termómetro de popularidad no solo para marcas e influencers, sino también para los más jóvenes".

"Esto ha provocado -según Qustodio- que se hable de la 'Generación Like', para hacer referencia a aquellos para los que el mundo digital llega a tener tanta o más importancia que la vida real". Concretamente, hace referencia "a los nacidos a partir de 1994 y que han adoptado el 'like' o el 'retweet' como un símbolo de valor, reconocimiento e, incluso, autoestima. Piensan mucho en los resultados del contenido que publican y, si no alcanzan lo esperado, lo consideran un fracaso".

"Realmente han aprendido a relacionarse así con sus iguales", apunta Camino Felices, psicopedagoga, profesora de la Universidad de Zaragoza y miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía. "Pero si lo analizamos solo cuentan las cosas buenas y esto no es exclusivo de los jóvenes, es generalizado. Y es que vivimos en una época muy hedonista, en la que necesitamos mostrar lo felices que somos, nuestras aficiones, a nuestra familia… De hecho, si no lo exteriorizamos tenemos la sensación de que no ocurre".

"Vivimos en una época muy hedonista, en la que necesitamos mostrar lo felices que somos, nuestras aficiones, a nuestra familia…"

Concretamente, cada aragonés dedica, de media, a las redes sociales, según el informe Digital Consumer, elaborado por Nielsen Media en colaboración con Dynata, nueve horas a la semana. "Nuestro comportamiento en las redes sociales es un reflejo de lo que vemos", explica esta psicopedagoga que cuenta con una consulta privada en Zaragoza. "Realmente no somos adictos al 'like', somos exhibicionistas, lo somos, entre otras, a través de Facebook, Instagram o Whatsapp, pero solo lo somos de lo bueno. Y lo bueno refleja un segundo de las 24 horas que tiene el día".

Esto fue lo que ocurrió, por ejemplo, con el temporal.  "Ahora hay falta de buenas noticias y la nieve fue una buena. De ahí, la necesidad de mostrarlo", apunta Felices. Esta importancia de inmortalizar el momento conlleva, según Qustodio, a que "no se disfrute de forma espontánea e incluso se provoquen situaciones con las que poder hacer la foto que consiga más 'me gusta'".

"Al querer inmortalizar todo, en vez de levantar la cabeza de la pantalla y vivir, se une el hecho de que la sociedad está envuelta en un halo de felicidad, pero la realidad es que ni estamos siempre felices ni debemos estarlo. Para seguir viviendo necesitamos todas las emociones", señala la también profesora universitaria. "Por este motivo, desde la asociación hacemos hincapié en que todas las emociones son buenas, todas sanan".

Asimismo, la miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía pone en valor la importancia que tiene que personas con muchos seguidores en las redes sociales hagan hincapié en que no todo lo que se muestra refleja la realidad. "Es un baño de realidad, sobre todo para los más jóvenes". Además, anota que para que las redes sociales dejen de afectar tanto "debemos buscar otras actividades, otras formas de ocio". Pero sobre todo la psicopedagoga aragonesa señala que los padres deben ser ejemplo para sus hijos: "Y es que enseñamos más con lo que hacemos, que con lo que decimos".

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