hostelería

Navidades desiertas en el Hotel Rincón del Cierzo de Lécera por primera vez en 15 años

Olga Sauras regenta también, desde hace más de 20 años, la gasolinera Repsol, donde se han servido casi un 20% menos de litros de combustible que en 2019.

Olga Sauras regente el hotel rural Rincón del Cierzo en Lécera.
Olga Sauras regente el hotel rural Rincón del Cierzo en Lécera.
O. S.

Estas navidades, por primera vez en 15 años, el hotel rural Rincón del Cierzo, en Lécera, no ha tenido huéspedes. Olga Sauras regenta este establecimiento, donde en un año normal todos los fines de semana están completos y entre semana se alojan trabajadores. Está situado detrás de la estación de servicio Repsol y el bar La Gasolinera, que también son de su propiedad.

Esta diversificación de negocios es la que está ayudando a atravesar esta mala racha a causa de la covid. Eso y que, por suerte, la gasolinera es de su propiedad, heredada de su abuelo, y el bar ya está pagado, por lo que no tiene un préstamo o un alquiler al que hacer frente cada mes. En el hotel, sí, pero dentro de tres meses, lo saldará. “Afortunadamente, los gastos que tengo son los menos posibles: las nóminas, algunos impuestos, proveedores o facturas de agua y luz”, detalla Olga. “Los dueños, por supuesto, no cobramos nada”, añade, resignada.

El mayor impacto de esta crisis se lo está llevando el hotel donde, por primera vez en su historia, no se ha alojado nadie ni en Nochebuena ni en Nochevieja. Cuenta Olga que algunos han llamado interesándose. “Eran cinco chicos, cuando lo normal es que aquí vengan grupos de unas 20 personas”, explica. Y es que sus instalaciones cuentan con diez habitaciones dobles y zonas comunes de salón y cocina. Se pueden alquilar por separado o la casa completa.

La gasolinera le viene heredada de sus padres, a quienes pasó de manos de su abuelo.
La gasolinera le viene heredada de sus padres, a quienes pasó de manos de su abuelo.
O. S.

Todavía me resulta extraño verlo todo vacío”, confiesa Olga, consternada por una situación que se escapa de sus manos. Las restricciones de movilidad y la reducción del turismo afectan a sus huéspedes de fin de semana. La mayoría llegaban desde otras comunidades, como Cataluña o Comunidad Valenciana, con el reclamo del Pueblo Viejo de Belchite, todavía cerrado al público. Los días laborales se van capeando con algunos empleados de un parque de molinos de viento que se está terminando de construir en la zona.

Un 20% menos de litros de gasolina y reducción de horarios

Dentro de lo malo, esta vecina de Lécera, su pueblo natal y donde siempre ha vivido a excepción de los años de estudios en Zaragoza, afronta la situación con el mayor optimismo posible. “Vamos sacando ingresos para cubrir gastos y con eso esperamos pasar la situación”, explica.

A ello también ayuda que la gasolinera se considera servicio mínimo y no ha estado cerrada en ningún momento. No obstante, sus horarios sí se han visto modificados ya que el tránsito de vehículos es mucho menor. “De normal cerramos a las once de la noche, pero ahora estamos solo hasta las nueve”, comenta Olga. En la estación trabajan dos personas y su marido le ayuda con el reparto de gasoil. Todos han podido mantener su empleo y sueldo intactos.

Pero, pese a unas circunstancias favorables en lo que a normativa se refiere, la gasolinera está sufriendo las consecuencias de las restricciones de movilidad. Esto se ve reflejado en la cantidad de combustible que se ha repostado este 2020. “Si en un año normal vendemos alrededor de 1,2 millones de litros, éste han sido 200.000 menos”, apunta Olga. Esto supone que los ingresos en lo referente a gasolina y diésel se han reducido casi en un 20% este año.

Junto con un menor número de vehículos en general, quienes viajan a la zona no se mueven tanto. “Van a su pueblo y de ahí ya apenas salen a ningún sitio”, explica Olga. Esto afecta tanto a la gasolinera como al bar, y eso que, al estar en una estación de servicio ha podido permanecer abierto con mayor flexibilidad que el resto de la hostelería.

Además, cuando Olga compró el bar, que durante un tiempo estuvo en alquiler, hizo una reforma que incluyó la habilitación de una terraza cubierta, donde se está más resguardado. Contar con este espacio ha contribuido a aguantar una clientela que, conforme ha llegado el frío y el invierno se ha ido reduciendo.

Pese a ello, los seis empleados que componen la plantilla del bar La Gasolinera (tres en barra y tres en cocina) se han podido mantener, excepto el tiempo que el establecimiento tuvo que estar cerrado, cuando Olga solicitó un ERTE.

Aunque el verano no ha sido tan bueno como cabría esperar, el bar va tirando con el servicio de comidas y cenas para trabajadores de la zona y también para algunos huéspedes del hotel o grupos de moteros que organizan rutas con almuerzo los domingos.

Atrás quedaron las reuniones de empresa, los vermuts antes de la comida de Navidad, los vinos de la tarde de Nochebuena o las cenas de amigos para probar el plato estrella de la casa: la oreja. Y eso que, dice Olga, “en Lécera somos gente de bar”. Un espíritu social que en esta época se tiene que quedar en casa por la seguridad y la salud de todos.

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