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Villa Pepita, de casa familiar a próspera empresa ‘gourmet’

El nombre que se le ocurrió a Javier Pueo de niño da forma ahora a un ambicioso proyecto frutícola abanderado por la calidad y la innovación.

Javier Pueo, en uno de sus campos de cultivo de manzanas.
Javier Pueo, en uno de sus campos de cultivo de manzanas.

Villa Pepita se llamaba el domicilio familiar en el municipio oscense de Cofita. Fue el nombre que le puso Javier Pueo cuando era niño en homenaje a su madre, la auténtica Pepita. Años más tarde lo utilizó para bautizar un sueño ambicioso que aunaba sus grandes dedicaciones: el campo y la familia y, en la actualidad, es el nombre de una de las empresas frutícolas ‘gourmet’ que más apuestan por la innovación y el desarrollo en Aragón.

Adelantarse a lo que pide el mercado y estar pendiente de los deseos de los consumidores son dos de las máximas que Pueo no ha perdido de vista al frente de Villa Pepita. Eso es lo que ha permitido que aquella empresa hortifrutícola que nació en 2009 se parezca poco a la que, hoy por hoy, ha marcado la diferencia con otras firmas del sector. En palabras de su responsable, si se comparan ambas sociedades, la originaria y la actual, resulta que son «como la noche y el día». Aquella producía 200.000 millones de kilos de fruta y esta se queda en los 6 millones. La calidad pasó a imponerse a la cantidad.

Para alcanzar esa excelencia, la compañía, integrada por una plantilla en torno a las cuarenta personas, ha hecho del I+D su principal seña de identidad. Esta apuesta se ha aplicado tanto en las técnicas de trabajo en el campo, como en los métodos de conservación y manipulación del producto en el almacén, llegando hasta los envases y la optimización de los procesos.

Innovando

En este camino en constante evolución, Javer Pueo no solo trabaja con grupos de investigación a nivel nacional de la talla del CDTI o del Aula Dei, sino que también obtiene información de su vida cotidiana: «Si quedo con amigos también les pregunto por sus preferencias, por eso sé que al consumidor le falta información cuando va a comprar un producto», explica.

Quién sabe, quizá los códigos QR que existen en muchos de los líneales de grandes cadenas de distribución que ocupan sus peras y manzanas de selección han surgido de una tarde de cervezas con amigos. Gracias a estos códigos, el consumidor puede saber de dónde viene la fruta y si se trata de un producto ecológico y saludable.

Entre sus innovaciones también destaca la marca de frutas para niños Fru-Fru, que incluyen en el ‘packaging’ adivinanzas y juegos para entretener al público menudo. Igualmente fueron pioneros en prescindir del plástico para sus envases y apostar por una malla compostable o envases reutilizables, entre otras originales propuestas.

La eficiencia seguirá marcando el futuro de Villa Pepita y de sus frutas, todo un ejemplo de profesionalización del sector.

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