frutos secos

Cosecha de pérdidas por los precios y las plagas

Se esperaba una cosecha de récord pero no ha podido ser. Los productores de almendra recogerán una producción similar a la de 2019, mermada por las plagas.

Recolección de almendra con la técnica del paraguas en una explotación del municipio turolense de Valdealgorfa.
Recolección de almendra con la técnica del paraguas en una explotación del municipio turolense de Valdealgorfa.
Aragón Alimentos

Los productores de almendra se encuentran en estos momentos en plena recolección, cosechando las variedades más tardías. En esta campaña, que ha llegado con un adelanto de unos 20 días, se recogerán 16.925 toneladas de una superficie de 61.925 hectáreas repartidas por distintas comarcas de las tres provincias aragonesas. La cifra supone un ligero descenso, apenas del 1,7% respecto al año anterior, pero desbanca a la Comunidad aragonesa como principal productor del país y la relega a la tercera posición, superada este año por Cataluña y Castilla-La Mancha.

Podría haber sido una cosecha mayor. Las estimaciones iniciales eran mucho más halagüeñas, incluso los agricultores esperaban una producción récord que rozara las 20.000 toneladas. Pero el exceso de lluvias ha aguado las expectativas no solo por los daños provocados en algunas parcelas por las precipitaciones –algunas acompañadas por el granizo–, sino porque han favorecido la aparición de plagas y enfermedades que han terminado por pasar factura al volumen de producción, dada las escasas posibilidades de tratamiento con las que se encuentran los agricultores tras la prohibición de muchos de los fitosanitarios químicos que se utilizaban años atrás.

Y por si estos problemas no fueran suficientes, las pérdidas han llegado también en forma de precios. Las cotizaciones se desplomaron a comienzos de campaña y aunque han conseguido cierta recuperación están lejos de los costes de producción y, por lo tanto, de la rentabilidad.

Después de soportar años de sequía, la primavera regó el campo con las deseadas lluvias. Los almendros lo agradecieron, porque el agua supuso un respiro que permitió una cierta recuperación de los árboles. Pero aunque esperadas, las precipitaciones han sido tan excesivas, intensas y persistentes que han complicado la producción de este cultivo, del que se esperaba esta año una cosecha récord que no ha podido ser.

El exceso de humedad ha multiplicado las plagas –provocadas por animales, ya sean vertebrados, artrópodos, moluscos y gusanos– y las enfermedades –causadas por organismos microscópicos, ya sean hongos, bacterias y virus, que causan perturbaciones en el metabolismo de la planta–, que han dejado una vistosa huella en los árboles, provocando un descenso de la producción.

Ha habido (demasiado) mosquito verde, un pequeño insecto que succiona la savia de los nervios principales de las hojas, en las que ocasiona necrosis que puede provocar su caída e incluso reducir el crecimiento del árbol. "Es un grave problema porque el hecho de que los árboles adultos crezcan más o menos puede no ser especialmente relevante, pero en una planta en formación es muy importante", señala Carlos Lozano, responsable de la unidad de gestión integrada de plagas de servicio de Certificación y Sanidad Vegetal del Gobierno de Aragón.

Los almendros también se han visto atacados por el gusano cabezudo, un coleóptero cuyas larvas devoran sus raíces y realizan galerías hacia el cuello del árbol, con lo que se interrumpe el movimiento de savia, lo que puede llevar a los árboles a la muerte. Pero los productores han tenido que soportar también cómo sus explotaciones se teñían con la mancha ocre, un enfermedad fúngica que ataca a las hojas provocando su caída. Y ha sido habitual también reconocer los efectos de la monilia, una enfermedad provocada por un hongo que se hace visible por la desecación más o menos rápida de la parte del árbol a la que ataca y que puede ser confundida con los daños que provocan las heladas.

"Ha habido mucha monilia este año, que ha mermado la producción en los árboles más viejos", señala José Luis Sánchez, responsable del área de Frutos Secos de UAGA, que reconoce que el sector esperaba una cosecha que podría rozar los 20.000 toneladas, pero tendrá con conformarse con unas 16.500, en línea con las cifras de la pasada campaña.

Sin tratamientos

El problema son las plagas y las enfermedades vegetales, pero el quebradero de cabeza de los agricultores es que no disponen de tratamientos para combatirlas.

"No hay productos para hacerles frente", lamenta Lozano, que insiste en que esta es una de las graves dificultades que sufre la agricultura en general. Y no los hay, porque "en los últimos 10 o 15 años ha habido una reducción tremenda de productos fitosanitarios químicos, ya que se han prohibido por cuestiones diversas, más o menos justificadas, pero es lo que hay y eso hace que a veces las plagas y las enfermedades no sean abordables", advierte el experto.

Es cierto, reconoce, que para algunas plagas existen métodos alternativos no químicos, pero insiste en que para otras enfermedades no se dispone de métodos biológicos o biotecnológicos "con lo que te quedas con un problema sin solución", porque hoy en día la tecnología no prevé herramientas que sustituyan a los químicos. Como ejemplo destaca que hasta hace tres o cuatro años había fitosanitarios para tratar el mosquito verde. "Como ahora no lo tenemos la plaga va a más, porque los insectos se multiplican de forma geométrica, cada uno que no matas en junio se convierte en 20 en julio y en 400 en unos días después", detalla.

Condiciones climáticas

Para explicar muchas de estas enfermedades hay que mirar al cielo. Las condiciones climáticas son responsables, en gran medida, de las plagas. Las persistentes lluvias de primavera, verano e incluso del comienzo del otoño han sido las culpables de muchas de las plagas, aunque, insiste Lozano, el verdadero motivo es la falta de soluciones para ponerles freno. "Si tenemos el árbol con problemas y no conseguimos erradicar los insectos que los causan, estos terminarán contaminando al de al lado y así toda la parcela", advierte.

Y al mismo ritmo que se incrementan estos daños crece la inquietud entre los productores, ya que "todo afecta al volumen de la cosecha", destaca el técnico. Porque todas las plagas y enfermedades provocan generalmente una merma de la capacidad productiva de la explotación, ya sea porque los árboles se mueren o porque los que quedan vivos pero dañados ofrecen menos fruto que si no hubieran sido atacados.

"Al final es que no deja de ser un factor de producción más, como el riego o como la fertilización o las variedades, porque la protección vegetal es una parte del cultivo que además no tienes bien resuelta y eso causa pérdidas e incertidumbre", explica Lozano. Una inquietud, matiza, que no solo soportan los productores sino también los técnicos de las atrias "que tienen que estar más preparados porque disponen de menos herramientas para combatir las plagas y las pocas que hay que saber aprovecharlas lo mejor posible".

Los precios se desploman

Una caída de producción supone un descenso de ingresos. Pero estas pérdidas no han sido las únicas durante esta campaña. A pesar de que la producción no es elevada –se mantiene en los niveles del pasado año– los precios se desplomaron ya en agosto, justo cuando los agricultores comenzaban a recolectar las variedades más tempranas. "Es un año desastroso en precio", señala el representante del sector en UAGA. Las primeras voces se escucharon ante las lonjas, a las que los agricultores presionaron al comprobar "las ridículas cotizaciones", como las han calificado al unísono todas las organizaciones agrarias (UAGA, Asaja, Araga y UPA), que señalan –aunque muestran poco convencimiento– que la justificación que daban desde estas entidades es que había mucha almendra vieja. "El problema es que los operadores están trayendo 80.000 toneladas de almendra californiana que luego comercializan como española", denuncia José Luis Sánchez.

Y es que las cuentas no salen. El precio, según estas organizaciones, llegó a hundirse un 40%, y las cotizaciones se quedaron en apenas los 2,85 euros. La cifra ha mejorado y ahora ronda los 3,45 euros. "Pero sigue siendo muy baja", insiste Sánchez, que recuerda que para que el cultivo sea rentable en secano, el mayoritario en Aragón, es necesario que la comuna alcance los 5 euros, que las variedades de calidad suban a unos 6 euros y la ecológica alcance los 8 euros.

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