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Aragoneses confinados en Madrid: "Lo malo es no poder volver el puente del Pilar a Zaragoza"

Hay dudas e incertidumbre sobre las nuevas restricciones impuestas en la noche del viernes, sobre todo, para quienes ya vivían en zonas con limitaciones por la pandemia de covid.

Patricia Monterde (segunda por la derecha) en clase en la Casa de Aragón en Madrid.
Patricia Monterde (segunda por la derecha), en clase en la Casa de Aragón en Madrid.
Enrique Cidoncha

La zaragozana Patricia Monterde tiene 28 años y acude a la Casa de Aragón en Madrid a recibir clases de jota todos los viernes desde que se retomaron en septiembre, después de cerrar por la pandemia de covid. En el último mes, las castañuelas y las alpargatas han sido su salvoconducto para 'escapar' del confinamiento en el barrio de Vallecas en el que vive. Llegó a la capital para estudiar Biología y después se quedó a trabajar. "La jota me hace sentir que estoy cerca de casa y me está viniendo bien porque mi barrio está confinado y no puedo hacer muchas cosas. Es lo que me da más alegría durante la semana y me da fuerza para seguir", asegura, tras las restricciones desde septiembre en algunas zonas sanitarias, a las que se suman ahora las impuestas desde el Gobierno central a toda la ciudad.

Va algún día a la oficina pero teletrabaja la mayoría y aunque no vive sola sino con su pareja, afirma que es "muy sociable" y no lleva bien no poder quedar con sus amigas, que viven en otra zona. Las clases de jota, "entre que bailamos y hablamos un poco, me vienen bastante bien psicológicamente". Su duda con la entrada en vigor de las nuevas restricciones para frenar los contagios de covid es si puede salir de su barrio.

Dudas sobre las nuevas restricciones

"Es muy curioso porque supuestamente la situación es más crítica pero podría hacer más cosas como quedar con mis amigas que viven en Argüelles, dos barrios más allá del mío. Para mí este cambio sería positivo si me dejan salir de barrio", afirma.

Los residentes en Madrid han estrenado este viernes por la noche las nuevas restricciones impuestas desde el Gobierno central. Entre ellos, los aragoneses que viven en la capital española, que llevan con resignación e incertidumbre los últimos cambios. Quedan restringidas las salidas de la capital salvo por causas justificadas como ir a trabajar, al médico, a estudiar, cuidar a mayores o hacer trámites legales. Las reuniones se reducen a seis personas, bajan los aforos y la hostelería cierra a las 23.00, entre otras. 

"La situación será de cierta normalidad. No creo que cambie mucho porque ya todo lo que se va a aplicar, como reuniones de seis personas, ya lo veníamos aplicando en el caso de la casa", afirma José María Ortí, presidente de la Casa de Aragón. "La preocupación desde el principio fue importante y ha sido casi la misma durante todo el periodo", asegura. "En el confinamiento la gente estaba más preocupada". La casa regional tiene 350 socios y desde el inicio de la pandemia "han fallecido cinco, que sepamos".  Las instalaciones se cerraron el 10 de marzo y se reabrieron el 1 de septiembre con algunas actividades como la jota.

Lo que no podrá transcurrir con normalidad es su programa festivo por El Pilar, suspendido como en Zaragoza. "Como hay cierta incertidumbre sobre lo que se puede hacer probablemente hagamos una misa baturra cantada 'online', pero no sabemos ni dónde la vamos a hacer y estamos a una semana", lamenta. Los Pilares pasados se hizo en la capilla de un colegio cercano y acudieron unas 600 personas, algo impensable ahora.

"Hace mucho tiempo que no he faltado a una Ofrenda de flores, da mucha pena que se haya suspendido, pero creo que es lo más responsable"

"Hace mucho tiempo que no he faltado a una Ofrenda de flores, da mucha pena que se haya suspendido, pero creo que es lo más responsable. El año que viene iremos con más ilusión que nunca", añade Patricia, que está deseando volver a tener alguna actuación y vestirse de baturra.

Su preocupación estos meses ha sido más por su familia en Zaragoza. Tenía más miedo "por mis padres y mis tías, que son más mayores y tienen más riesgo que yo", afirma. A ellas, que tienen 88 años, les hacía la compra por internet para que no salieran. En Madrid pide más medios para luchar contra la pandemia como rastreadores y médicos. Cree que "cuando confinaron ocho barrios seguramente hubiera sido necesario confinar todo Madrid".

Clases 'online' en la Universidad

Jorge Lagranja, universitario de Tauste en Madrid.
Jorge Lagranja, en el campus de su universidad en Madrid.
Heraldo.es

Jorge Lagranja estudia tercero de Biología en la Universidad Autónoma de Madrid. Aunque la mayoría de las clases se imparten por internet, sigue en la capital pese al confinamiento porque le quedan algunas prácticas. "En mi universidad estamos intentado hacer todo lo que podemos de manera 'online', por lo menos el primer semestre", explica el joven de 20 años, cuya familia reside en Tauste. Solo la presentación del curso fue presencial y dividida en varios grupos. "Vamos a prácticas, seminarios y alguna clase magistral, pero lo imprescindible", señala. 

Vive con otro compañero en San Sebastián de los Reyes, una zona en la que no hay restricciones. Está a un cuarto de hora en autobús o cercanías del campus. "Nuestra zona sanitaria no está confinada, pero dentro de San Sebastián de los Reyes sí lo está. Alcobendas está al lado y si cruzas una calle ya empieza la zona confinada". Desde este viernes asegura que se veían más coches de policía dando vueltas por la zona. 

En el transporte público nota que hay menos gente. "No me ha tocado cogerlo en hora punta", reconoce, pero cree que fuera de los periodos de más afluencia "se mantienen bastante bien las distancias, está bien señalizado y la gente suele respetar".

"No salimos de casa tan apenas", cuenta sobre su día a día, por lo que no espera ahora grandes cambios. La entrada en vigor del confinamiento de la capital ha hecho que no pueda regresar a casa para el Puente del Pilar. "Lo malo es no poder volver el Puente del Pilar a Zaragoza, porque siempre se está mejor en casa". Solo espera que la situación sanitaria se reconduzca para poder ir en Navidad a Tauste.

Vuelta a Zaragoza para teletrabajar desde casa

Víctor Guelbenzu, zaragozano en Madrid.
Víctor Guelbenzu, zaragozano en Madrid.
Heraldo.es

Víctor Guelbenzu comenzó a trabajar en marzo en Madrid. "He pisado la oficina solo para hacer la entrevista", comenta, ya que después llegó el confinamiento y lleva teletrabajando desde entonces. "Vivo en Argüelles y de momento, hasta ahora no estábamos dentro de las zonas confinadas y llevo una vida bastante tranquila", reconoce. 

En la capital reside desde septiembre del año pasado y la declaración del estado de alarma le cogió en el Pirineo. Pasó la cuarentena en Zaragoza y se volvió a Madrid. El inicio del confinamiento de todo Madrid ha hecho que haya decidido regresar a casa. "Supongo que me podría ir cuando quisiera porque mi residencia habitual la tengo en Zaragoza", cree, pero ante la duda hizo las maletas este viernes. Por si acaso, había preparado facturas de luz y agua para poder justificarlo en el viaje, pero no le hicieron falta. Mantiene su piso alquilado en Madrid. En su empresa no tiene problemas para trabajar desde otra ciudad. "Tengo mucha suerte porque tengo total movilidad", afirma.

"Cuando más pánico estamos teniendo es ahora porque hemos querido vivir en esa nueva normalidad y hemos visto que el peligro está muy cerca"

La restricción de salir de Madrid también es la más importante para Tomás Marco, farmacéutico aragonés jubilado. "Si quieres ir a Zaragoza y no tienes una causa justificada va a ser un inconveniente", lamenta. "Vivimos en Madrid pero estamos muy relacionados con Aragón, yo tengo a mi hija y a mis nietos y cuando puedo voy", afirma el turolense nacido en Odón.

Socio de la Casa de Aragón en Madrid, trata de evitar el transporte público. "Si la distancia es asumible me voy andando". Ha vivido con preocupación la situación en Aragón durante el verano, con el regreso a la fase 2 de la capital aragonesa y ahora confía que en Madrid las medidas sean efectivas. "A lo mejor al 100%, no, porque puede que sean difícil de cumplir todas. Aunque todo el mundo sea muy responsable, con muy pocos que no lo sean, el contagio crece de forma progresiva", advierte. En Aravaca donde reside no hay restricciones y explica que es un sitio tranquilo y con espacios verdes, aunque con movimiento de trabajadores que acuden desde otras zonas.

Confiesa que "cuando más pánico estamos teniendo es ahora" porque "hemos querido vivir en esa nueva normalidad y hemos visto que el peligro está muy cerca".  Cree que "quizá cuando terminó el estado de alarma se creyó que estaba demasiado acabado" el virus y las autoridades fueron demasiado "optimistas" porque los técnicos "sabían que habría una segunda ola". Ahora, también reconoce que "a toro pasado hay mucha gente que sabe mucho". 

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