Tercer Milenio

En colaboración con ITA

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"La contaminación atmosférica está llegando a la Antártida"

El catedrático de la UZ Jesús Anzano, investigador principal del proyecto 'Caracterización de aerosoles atmosféricos en la Antártida', persigue crear un laboratorio con láser en ese continente.

Los científicos Jesús Anzano y César Marina (en primer plano) en la Antártida
Los científicos Jesús Anzano y César Marina (en primer plano) en la Antártida el pasado mes de enero.
J. A.

La Antártida, un continente sin dueño y al mismo tiempo de todos, es un laboratorio natural para estudiar y comprender el impacto del cambio climático en nuestro planeta. Ahí, como comenta el científico aragonés de la Universidad de Zaragoza Jesús Anzano, no hay "ni carreteras, ni coches, ni barcos, ni nada". Él lo pudo comprobar en enero cuando se desplazó durante ese mes hasta la isla Decepción -donde está la base española Gabriel de Castilla- dentro del proyecto 'Caracterización de aerosoles atmosféricos en la Antártida', del que es investigador principal junto con Jorge Cáceres de la Complutense de Madrid. Fruto de sus trabajos han podido constatar la existencia de metales tóxicos en su atmósfera. "La contaminación atmosférica está llegando a la Antártida. Incluso visualmente vemos que el aire no es tan puro como debiera. Es algo para vigilar y controlar", afirma.

El catedrático de Química Analítica de la Facultad de Ciencias señala que el equipo de investigación -del que también forma parte César Marina de la UZ (que ha estado allí los tres meses de campaña antártica) y el Centro Universitario de la Defensa, entre otros- es pionero caracterizando los aerosoles (material particulado) con láser en esa región. "Hemos detectado unas 100 veces más de plomo y unas 600 veces más de cromo en el aire que en el suelo que pisamos en la Antártida. Es lo que nos preocupa. Y esto nos dice que la contaminación nos viene de lejos", avanza.

La buena noticia es que, de momento, esas partículas no están teniendo "una repercusión importante" ni en el suelo ni en el agua. "Y esperemos que tampoco en la digestión de los alimentos que toman los animales (pingüinos y lobos marinos). Si la contaminación llega al suelo es que probablemente esas partículas se están depositando en el territorio y eso ya sería preocupante", explica. La confirmación la obtendrán cuando se analicen las muestras tomadas en unos 100 puntos de Decepción y de la isla Livingston (donde está la otra base española, Juan Carlos I). Eso será cuando el buque de investigación oceanográfica 'Hespérides' de la Armada llegue a España. "Hasta que el covid-19 nos permita desembarcar nuestro material. Está en las neveras y congeladores del buque", indica.

Origen de la contaminación

Asimismo, los científicos de las universidades de Zaragoza y Complutense podrán determinar las posibles fuentes remotas y locales de esa contaminación atmosférica. El tráfico marítimo del cabo de Hornos y la combustión de combustibles fósiles en la región patagónica podrían estar detrás. "Tenemos sospechas de que los aerosoles vienen de la Patagonia. Tanto Chile como Argentina están a 1.000 kilometros; no es una distancia enorme. También seguro de los incendios de Brasil en su verano. O de los cruceros que llegan a la isla Decepción; en el verano austral entran uno al día, yo lo puedo constatar. O de las propias bases que hay allí", afirma.

"Tenemos sospechas de que los aerosoles vienen de la Patagonia. También de los incendios de Brasil o de los cruceros que llegan a Decepción"

Jesús Anzano subraya la importancia de proteger al máximo el continente antártico. "Hay que conseguir que las temperaturas no aumenten para mantener la reserva de agua dulce que existe en la Antártida, el 70% del planeta. Y para que no se produzca un deshielo, no aumente el nivel del mar y fuera desapareciendo poco a poco y eliminando nuestro planeta", advierte.

100.000 euros de presupuesto

La idea de este proyecto científico -que cuenta con un presupuesto de 100.000 euros para tres campañas financiado por el Ministerio de Ciencia- surgió del propio Anzano y del Centro Universitario de la Defensa y esta es la segunda campaña que se hace de forma presencial (Jorge Cáceres de la Complutense también ha estado en Decepción este año). "Trabajo con láseres en una técnica analítica que se llama espectroscopía de descomposición inducida por láser. El germen lo hice en Aragón con la caracterización de filtros de aire propocionados por el Gobierno regional para ver si esta técnica se podría implementar en otros escenarios", explica.

En esta ocasión, la investigación ha abarcado las dos bases que tiene nuestro país en el continente antártico y hasta ahí han llevado un captador automático al que le han implementaro un accesorio para compuestos orgánicos volátiles. "Nuestro captador nos puede permitir coger material particulado de 2,5 micras o 10 de diámetro. Utilizamos técnicas muy sofisticadas: isótopos, 'imaging' (micro-LIBS)... ", comenta el catedrático aragonés, quien añade que el objetivo de la investigación es hacer un análisis de qué metales y en qué cantidad hay en el aire antártico.

No obstante, es un proyecto con vocación de futuro y permanencia ya que sus investigadores principales quieren implementar un laboratorio con láser de control medioambiental en la Antártida. "Tanto de material particulado como de agua y compuestos orgánicos volátiles para poder hacer todos los estudios ahí y tomar decisiones. Pretendemos que España y Aragón tengamos ahí ese laboratorio. Hoy día el diagnóstico es fundamental. Eso nos va a permitir desarrollar muchas cosas y es lo que tiene recorrido", apunta. De ahí que vayan a pedir una prórroga del proyecto para poder ir la próxima campaña y seguir tomando muestras porque un estudio medioambiental requiere ante todo de tiempo.

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