Tercer Milenio

En colaboración con ITA

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Militares antárticos con sello aragonés

Trece militares del Ejército de Tierra han dado apoyo logístico a científicos y gestionado la base 'Gabriel de Castilla' durante tres meses en la Antártida. Han adelantado su regreso una semana por el coronavirus.

Fue en su día un sitio rico para la caza de ballenas y focas, y hoy es un lugar idílico para la investigación científica y la naturaleza. Es la isla Decepción, en la Antártida, donde está la Base Antártica Española 'Gabriel de Castilla' que gestiona el Ejército de Tierra (ET) y en la que se desarrollan proyectos científicos. Hace unos días regresaban a España el grupo de 13 militares (tres de ellos con destino en Aragón) de la XXXIII Campaña Antártica del ET, que acaba de concluir una semana antes por el coronavirus.

Tal y como explica el jefe de esta campaña, el comandante del Ejército de Tierra Joaquín Núñez (con residencia en la Comunidad desde hace 24 años), cerraron la base el 15 de marzo, y no el 21 como estaba previsto, ante el cierre de fronteras y la limitación de movimientos que se estaba produciendo a nivel mundial por la expansión del covid-19. De hecho, ellos tuvieron problemas de repatriación; estaba previsto que regresaran vía Argentina y al final volvieron en un vuelo desde Montevideo (Uruguay) el pasado domingo. "El buque de investigación Oceanográfica de la Armada española 'Hespérides', que apoya la logística de las bases 'Gabriel de Castilla' y 'Juan Carlos I' (dependiente del CSIC), vino a buscarnos. El trabajo de las dos bases españolas es independiente, pero simultáneo. La base tiene un protocolo estricto de cierre para que no le afecte todo el invierno que está cerrada", explica.

En total el 'Hespérides' recogió a 37 personas (entre los 13 militares y científicos de las dos bases), que habían estado aislados a 13.000 kilómetros de nuestro país. "Hasta el momento en que ponemos el pie en el aeropuerto de Uruguay, éramos de las pocas personas en el mundo que no habíamos tenido ningún contacto con el Covid-19", relata el comandante Núñez. "Fue un 'shock' llegar a España y ver que lo que estaba viendo por televisión se materializaba en un aeropuerto y carreteras prácticamente vacías, los que te reciben no te pueden saludar... Es todo impactante", dice.

Joaquín Núñez, comandante del Ejército de Tierra y jefe de la XXXIII Campaña Antártica.
Joaquín Núñez, comandante del Ejército de Tierra y jefe de la XXXIII Campaña Antártica, en una embarcación en  aguas de la isla Decepción.
Campaña Antártica del Ejército de Tierra

Tres meses de verano austral

El grupo de 13 militares (tres mujeres) -con una media de 41 años y 20 de experiencia militar en, al menos, cuatro destinos diferentes y elegidos (incluyendo al jefe) entre casi 200 voluntarios- partieron a la Antártida en dos grupos a principios de diciembre y han permanecido en la isla Decepción (que es un volcán) los tres meses que abre la base durante el verano austral. La misión principal del Ejército de Tierra es gestionar y mantener la 'Gabriel de Castilla' y dar apoyo logístico a los científicos (de universidades españolas e internacionales), que van pasando por la isla en función de las semanas que duren sus proyectos de investigación (no están los tres meses).

"A cualquier parte que se tengan que mover más allá de la zona visual de la base tienen que ir acompañados de un militar por seguridad. El 75% es por mar y las embarcaciones las movemos nosotros. Hay que asegurarse de que el equipo que llevan de protección contra el agua fría se lo ponen adecuadamente y si fuera necesario se les ayuda a cargar material. Tanto por mar como por tierra; hablamos de zona de glaciares y de grietas que pueden ser muy complicadas. A parte, llevamos telecomunicaciones y gps por si te quedas aislado; hay que asegurarse de que nadie se quede perdido en la isla", indica el comandante Núñez, que añade que la campaña se ha desarrollado con normalidad y todos los proyectos científicos han podido cumplir con sus expectativas. "Lo han dicho ellos", afirma.

"A cualquier parte que los científicos se tengan que mover más allá de la zona visual de la base tienen que ir acompañados de un militar por seguridad"

En condiciones ideales, la base tiene una capacidad para 28 personas, aunque en esta campaña han llegado a estar 35 -entre militares y científicos-. Desde el Ejército de Tierra se ofrecen todos los servicios con un grupo reducido de 13 militares para que las plazas se reserven en su mayoría a los investigadores. De ahí que el equipo sea de una gran polivalencia. "La veterinaria, el médico o el cocinero están preparados para mover embarcaciones o llevar al personal por las montañas. Todos tienen la capacidad de moverse con una embarcación. Hay una formación previa muy intensa y variada; somos muy pocos los que tenemos la oportunidad de ir a la Antártida. Todo el personal que viene tiene una trayectoria y currículum amplio y con experiencia en otros países", subraya.

Importancia de Aragón

El peso de Aragón es muy importante. En el Cuartel General de la Brigada Logística, en Zaragoza, tiene su sede la Oficina de la Campaña Antártica Española del Ejército de Tierra, donde se gestiona y centraliza todo. Todos los relevos de personal y de material se hacen aquí y la formación y la gestión económica (la financiación de 'Gabriel de Castilla' es compartida entre los ministerios de Defensa y Ciencia) de la campaña también se supervisan desde la capital aragonesa. A ello hay que sumar que este año, tres de los 13 militares han nacido o tienen su destino en la región, incluido el jefe de esta campaña.

En este punto, Joaquín Núñez informa de que se recomienda "efusivamente" contar con gente de Aragón. "La sede y el almacén antártico están en Zaragoza. Hay movimientos durante todo el año de material y necesitas gente que esté atenta a todos esos movimientos de materiales, empresas, etc. Se valora positivamente a la hora de seleccionar jefe que tenga facilidad de movimiento entre Madrid y Zaragoza", indica.

Muro de contención y vuelos de drone

En cuanto a los proyectos propios que ha desarrollado el Ejército de Tierra durante esta XXXIII Campaña Antártica, el comandante destaca el muro de contención en la propia línea de playa construido por siete militares del Mando de Ingenieros de Salamanca, llegados a la isla Decepción para ese cometido. "Son 125 metros de muro para frenar el deterioro que sufre una parte de la base por la acometida del mar; en algunos tramos enterrándolo bajo el nivel freático con las complicaciones que eso ha tenido. Ha supuesto el traslado de 250 toneladas de material", cuenta. Además, han realizado vuelos con un drone potente ("con capacidades de cámara óptica altísima y cámara térmica") en apoyo a cinco universidades y han modificado la antena satélite ("adaptándola a un nuevo contrato que ha activado Defensa con Movistar") para garantizar un buen enlace y mejorar la estabilidad de la señal. "Hemos podido hacer 130 videoconferencias; muchos días con mal tiempo, que es lo que normalmente afecta a la antena", dice.

En esta campaña se han apadrinado 40.000 pingüinos.
En esta campaña se han apadrinado 40.000 pingüinos.
Campaña Antártica del Ejército de Tierra

Asimismo, durante estos tres meses se han apadrinado 40.000 pingüinos, dentro del programa "estrella" gratuito de apadrinamiento de estos animales con el que el ET persigue concienciar a los niños con el respeto al medio ambiente.

Para el comandate  Joaquín Núñez participar en la campaña exterior más antigua (desde 1988 de forma ininterrumpida) del Ejército de Tierra, la más lejana y la más complicada logísticamente ("tienes que disminuir los embalajes antes de ir por el impacto medioambiental") ha sido una gran oportunidad a nivel profesional y una experiencia única en lo personal. "Es un paraje espectacular por su naturaleza al que es muy difícil de llegar. Además, hay muy buen ambiente de trabajo. Todos los días desayunas, comes y cenas con los científicos, les acompañas a todos los proyectos, les arreglas el sensor, les cargas su equipo... Militares y científicos somos una familia por los vínculos que se forman. Aquí se vive la colaboración institucional científico-militar; es un orgullo esa colaboración", señala.

Nada más aterrizar el pasado domingo en España, estos militares se han ido incorporando a la lucha contra el coronavirus, desde sus respectivos puestos, conscientes de que su responsabilidad ha terminado en la Antártida y, ahora, empieza aquí.

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