Aragón

Coronavirus  

"Mi mujer tiene el virus, yo sufro fiebre y no me responden"

Santiago del Val, de 72 años, lleva dos días llamando al teléfono de la DGA durante dos horas para que le hagan el test sin recibir respuesta  

Santiago del Val, de 72 años, en su domicilio de Zaragoza se hace esta selfi para remitirla a HERALDO.
Santiago del Val

El pasado 11 de marzo, Santiago del Val regresó con su mujer, Carmela, desde Roquetas (Almería) después de que les suspendieran un viaje del Imserso. Su primera parada al llegar a Zaragoza fue el hospital Miguel Servet, debido a los síntomas que presentaba su esposa. Allí le hicieron la prueba del coronavirus y dio positivo, por lo que tuvo que quedarse ingresada en este centro. Un mes antes acababan de estar en un crucero cerca de Dubai, una cuestión que le preguntaron por los facultativos al haber pasado por una zona de riesgo, y pasaron unos días en su casa de Zarafgoza y en el Pirineo (en Canfranc) antes de emprender el viaje a Almería.

Santiago, que tiene 72 años y es hipertenso, lleva dos días con la fiebre alta -con 38 grados- y tras dos horas llamando al teléfono habilitado por el Gobierno de Aragón para atender esta pandemia, nadie le responde. Está encerrado en casa, como todos los españoles, pero teniendo en cuenta sus síntomas y antecedentes, considera que le deberían hacer el test para comprobar si está contagiado o no. «Mi mujer ha dado positivo y tiene el virus. Yo tengo fiebre y no me cogen el teléfono», lamenta.

Aunque Carmela, de 66 años, está débil en la planta once del Servet, donde su marido acudió al día siguiente para llevarle el cargador del móvil, Santiago confía en que van a salir de esta porque «somos fuertes, solidarios y vamos a lograrlo entre todos». «Con sufrimiento, pero con una sonrisa de apoyo para todo nuestro entorno», defiende.

"Me siento optimista a pesar de la situación en la que me encuentro, como muchos" opina. "Estamos teniendo bajas, y para quien le toca perder un familiar o amigo es un sensación irreparable". Santiago del Val quiere seguir siendo optimista a pesar de ser persona de riesgo y de tener a su esposa ingresada y decaída. Confía en los equipos sanitarios del Servet por su capacidad, dedicación y desvelo.

Pero este optimismo también tiene sombras, no por las personas que están trabajando en el servicio, "sino por los escasos recursos de que disponen", denuncia. "Como he dicho antes, soy de riesgo, cuando el día 11 de marzo ingresaron a mi esposa, me autoclausuré en casa para tratar de evitar en lo posible riesgo a mi entorno, tomar la temperatura es una rutina que he llevado sin problemas, hasta que hace dos días comenzó a subir hasta los 38 grados de fiebre", agrega. 

«Llamé veinte veces al teléfono del coronavirus y nadie me atendió. ¡Qué sensación de desamparo tienes como ciudadano por un problema que puede ser grave!", critica este zaragozano. "¿Cómo es posible esto?", se pregunta. 

Ante esta coyuntura, Santiago escribe una carta y hablamos por teléfono. Su coyuntura es complicada porque es vecino de un hermano y ni siquiera le abre la puerta sino que hablan por teléfono para no contagiarlo y él le ayuda con la compra de comida, aunque confiesa que no tiene mucha hambre. .  

"Qué hago, el cuerpo me pide ir a urgencias, pero te dicen que no vayas para no saturarlas, Solución, me tomo otro paracetamol, bueno dos y continúo con mi vida normal", relata, con pesadumbre y triste por la evolución de su mujer y él está en el limbo. Esta pareja (él ha trabajado en logística, y por eso dice que el Gobierno ha fallado en eso precisamente con la pandemia, y su esposa fue asistente social del Colegio Británico) han ayudado en los últimos años hasta a colaborar en la actividad cultural de Canfranc con los vecinos y han creado muchos amigos. 

Por eso, Santiago, aunque está tocado, escribe: "A pesar de esto soy optimista, entre todos saldremos adelante, con sacrificio y con cambios en nuestras costumbres, pero lo conseguiremos, ahora será necesario que nuestros gobernantes sean capaces de estar a la altura de los ciudadanos"

"Ánimo, podemos con todo pues somos los mejores", se despide en la carta, trufada con la charla telefónica (esta es con HERALDO).  

Esta historia de Carmlela y Santiago aparece con los nombres de los afectados, hay otras similares en las que no quieren que les mencionen. Un zaragozano tiene un amigo del trabajo que le ha contado que estuvieron hace dos semanas en el hospital de Pamplona, donde visitaron un fin de semana 7-8 de marzo completo a su padre, ayudándole a todo, y cuando regresaron a la capital aragonesa les avisaron que el paciente había dado positivo en coronavirus, después del apoyo que le brindaron. Cuando el padre ingresado en el hospital está ya muy enfermo, casi agónico, la hija, su marido y dos nietos llevan metidos en casa más de una semana, después de presentarse en un hospital en una visita programada (12 de marzo), momento en el que ellos comunicaron su situación porque no pudieron hacerlo por teléfono (no contestaba), sin que les realizaran el test al mostrarse asintomáticos y recomendándole que siguieran vida normal, diciéndoles que ese era el protocolo en ese momento. A u  familiar en Pamplona le dijeron lo mismo. Ella es profesora de instituto y los dos insistieron en que les parecía más prudente hacer cuarentena en casa y solo entonces les dijeron que lo hicieran. Uno de los hijos ha tenido fiebre, pero a ninguno les han hecho el test hasta hoy.