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'Apadrina un olivo' propone un original, solidario y centenario regalo de Reyes

¿Todavía sin regalo para Reyes? En Oliete, Teruel, aguardan miles de olivos capaces de cumplir deseos de la mano de la ONG Apadrinaunolivo.org. 

David Pradas, en el campo de olivos centenarios
David Pradas, en el campo de olivos centenarios
Apadrinaunolivo.org

Cada año por estas fechas toca enfrentarse a la misma historia. Ahora, con la inminente llegada de Sus Majestades los Reyes Magos, son muchos los aragoneses que todavía apurarán un poco más para decidirse por un regalo de última hora. ¿Imagina que le regalasen un olivo centenario?

Esta es la curiosa iniciativa de la ONG Apadrinaunolivo.org, radicada en Oliete, Teruel, que nació en mayo de 2014 con un objetivo muy claro: luchar contra la despoblación y, de paso, recuperar el olivar abandonado del municipio. La campaña lleva por nombre ‘El árbol mágico’.

“Apadrinaunolivo nació hace cinco años como un proyecto de emprendimiento social y medioambiental”, explica Alberto Alfonso, cofundador de la ONG. En todo este tiempo, miles de padrinos se han implicado en esta iniciativa de transformación del entorno rural turolense. Hoy, explican, miles de olivos ‘mágicos’ aguardan la llegada de nuevos padrinos.

De  momento ya son 8.000 los olivos apadrinados por personas de distintos rincones de todo el mundo, en concreto en más de 16 países entre los que se encuentran España, Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos o Canadá, así como de lugares más recónditos como Madagascar, Singapur o el Líbano.

“Este año queríamos proponer un regalo original y solidario a través de esta nueva campaña aprovechando la magia de estas fechas. Nos hemos dado cuenta de que, en los últimos años, esta celebración se está centrando demasiado en el consumismo y se está perdiendo la ilusión”, añade Alfonso.

Y es que, como explican desde la organización, la acción de regalar un olivo no solo se convierte en una opción sostenible, solidaria y deliciosa –ya que todos los padrinos reciben, con el tiempo, una botella de aceite fruto de la cosecha de cada año-. Si no que, además, puedes pedir un deseo a este árbol mágico gracias a las tarjetas diseñadas en papel Sheedo, o lo que es lo mismo, de semillas; que pueden plantarse tras rubricar en él nuestros deseos.

Como explican desde la ONG aragonesa, regalando un olivo no solo estás contribuyendo a la recuperación del pueblo de Oliete y salvando estos valiosos árboles. “Además del súper poder de neutralizar emisiones de carbono, nos dimos cuenta de que nuestros olivos también están cumpliendo deseos ya que están haciendo realidad los sueños de mucha gente”, afirma Alfonso. Se refiere, por supuesto, a los de muchas personas que han logrado echar raíces en el pueblo y quedarse en su hogar, o, incluso, empezar un nuevo proyecto de vida.

Se refiere a historias como las que protagonizan David Pradas y Carlos Blanco, entre muchas otras. “Antes pensaba que me tendría que marchar del pueblo pero ahora, al tener un trabajo estable, puedo seguir teniendo mis proyectos recuperando olivos centenarios”, explica David Pradas, uno de los agricultores que forma parte del equipo de la ONG. A sus 36 años, este vecino de Oliete que se encuentra recogiendo olivas en el momento de la entrevista, comenzó como voluntario casi al tiempo que el propio proyecto.

“No teníamos prácticamente nada pero muchas empresas se volcaron con la idea y la verdad es que hemos crecido muy rápido”, explica. Hoy, en temporada de recogida de olivas, cuentan con 11 personas trabajando en el campo, durante todo el año el equipo se reduce a 4. “Mis abuelos se dedicaron al campo y la ganadería toda su vida, mi padre era minero pero cuando no estaba en la mina también trabajaba la tierra”, relata. Para él ha supuesto la oportunidad de elegir la vida que quería tener.

De 5 a 9 niños en un colegio que estuvo a punto de cerrarse

Además de generar puestos de empleo, el proyecto ha logrado convertir Oliete en un punto de interés que en estos 5 años ha servido de reclamo para unos 15.000 visitantes. “También hemos conseguido que haya 9 niños en un colegio que estaba a punto de desaparecer, y no solo eso sino que hay cantera detrás”, añade. Algo que se ha traducido también en la conservación de establecimientos de restauración y nuevos servicios en la zona.

Otro de los casos es el de Carlos Blanco (37) que llegó de Barcelona hace cuatro años con su mujer, Sara, y sus tres hijos, Claudia (7), César (3) y Ulises (1). “Yo tenía una empresa familiar en la ciudad y la verdad es que no iba muy bien. Fue Alberto, al que conocía porque era cliente suyo del molino, quien me animó a dar el salto”, resume.

Hoy es maestro de almazara del proyecto y se encarga de todo el proceso de producción desde el momento de la recepción de la aceituna hasta que se convierte en el producto final, es decir, el aceite de oliva. “Fue un cambio de vida radical, tanto mi mujer como yo somos de ciudad y no teníamos ningún vínculo con el pueblo más allá de que nos gustó cuando lo conocimos. A veces las cosas que surgen así son las mejores”, reflexiona. Además, hace unos meses, el 24 de agosto, llegaría su cuarto hijo, Víctor, que ya es olietano.

En su opinión, los valores del medio rural son incalculables, y asegura que las carencias que pondrían destacarse en cuanto a servicios, en ocasiones, quedan en un segundo plano. “Vivimos en un pueblo que no tiene ni semáforos ni policía porque no hace falta. La gente te saluda, los niños juegan en la calle. Sin duda alguna lo mejor del pueblo es su gente, es maravilloso”. 

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