Oliete: apadrina un olivo, como Juan Antonio Corbalán

Apadrina Un Olivo es una iniciativa modélica en Oliete, centrada en la recuperación de 100.000 olivos abandonados; el proyecto aúna el interés laboral, la sostenibilidad y el impulso social.

David Pradas y José Manuel Candial, en una de las parcelas rescatadas por Apadrina Un Olivo. laura uranga Vista de Oliete.
David Pradas y José Manuel Candial, en una de las parcelas rescatadas por Apadrina Un Olivo. laura uranga Vista de Oliete.
Laura Uranga

Apadrina Un Olivo es un proyecto con tres años largos de vida, que iniciaron el olietino Alberto Alfonso y José Alfredo Martín. La idea era rescatar los olivos abandonados en diversas explotaciones locales, a fin de generar una actividad presidida por tres eses; sostenible, social y solidario, con talleres formativos y colaboración con instituciones sociales como Atadi (Agrupación Turolense de Asociaciones de personas con Discapacidad Intelectual).

Los herederos de los antiguos propietarios, emigrados a la ciudad, firmaron una cesión basada en el cuidado del terreno. A partir del sexto año de recuperación, recibirán el 10 por ciento de la cosecha. Con el nonagenario tío Miguel (un habitante de Oliete emocionado con la idea) como fanal espiritual, y después de este trienio largo de actividad, más de 2.000 personas y medio centenar de empresas se han involucrado en el padrinazgo de olivos, ya sea en unidades o en grupo, a razón de 50 euros anuales por olivo.

Oliete: apadrina un olivo, como Juan Antonio Corbalán

Las personas como cimiento

La fuerza del proyecto estriba sobre todo en sus activos humanos. Por ejemplo, el último en llegar, Raúl García. Es de Málaga y ha venido con su esposa e hijos: tienen tres chavales, de once, nueve y cuatro años, y su mujer espera el cuarto. Llevaban un tiempo en León, regentando un bar, pero no se acabaron de hacer al destino. Un programa contra la despoblación en internet les abrió la posibilidad de buscar destino laboral en Oliete, y se asentaron aquí a principios de este último verano.

"Allá en León ?cuenta Raúl? son un poco más cerrados, y eso que el trabajo era de cara al público. Aquí fueron todo buenas noticias; trabajar en el campo a cambio de salario y casa. Yo no sabía nada de olivos, pero he aportado mis ganas de trabajar, y aprendo rápido. Hablé con Alberto Alfonso y llegamos a un acuerdo rápido. Además, con mis tres hijos se mantiene la escuela abierta; ellos también están muy contentos. Aquí oímos el buenos días a diario, y la gente te dice que están para lo que necesites, incluso le han ofrecido trabajo a mi mujer para cuando termine su baja laboral. Los olivos son una ocupación para toda la vida; si trabajas bien, es posible echar raíces".

David Pradas es de Oliete, como su compañero de trabajo José Manuel Candial. Cuando Apadrina Un Olivo comenzó en 2014, echaba una mano en los ratos libres que le dejaba su trabajo y fines de semana con la poda y recogida de olivos; José Manuel hacía reparaciones y también arrimaba el hombro en la cosecha. David pasó a dedicar su jornada completa al proyecto desde 2015, mientras que José Manuel lleva cuatro meses implicado al máximo en la tarea. "El primer año ?recuerda David? recuperamos 600 árboles. Las fincas estaban abandonadas, hay más de 100.000 que necesitaban de cuidados para volver a ser productivos. El segundo año llegamos a 1.300 olivos recuperados, el tercero a 4.000 y este año ya estamos en 5.200".

Cuando la cuenta andaba por los 1.600, en Apadrina Un Olivo se dieron cuenta de que tener una almazara en Oliete se había convertido en una prioridad, a fin de poder molturar las olivas en el pueblo. La vieja instalación local cerró en 2003, dado que necesitaba de una fuerte inversión para funcionar correctamente y entonces ya no había casi nadie dedicado a la oliva en Oliete. "Teníamos que hacerla ?apunta David? porque se hacía complicado llevar la producción a otros pueblos para molturarla y hacer aceite: íbamos a Estercuel, Alloza o Albalate. Se inauguró en noviembre de 2016, y se han asociado medio centenar de agricultores de aquí que tienen olivos, además de seis o siete de Alacón".

Visitas de los padrinos

Cada tres semanas, desde abril hasta diciembre, se organizan jornadas de convivencia entre padrinos. "Se reúnen aquí en grupos, visitan el pueblo y sus olivos, y la hostelería de Oliete lo nota, claro. También coordinamos visitas individuales previa reserva. Nuestro trabajo ?resume David? se reparte entre cuidar los campos, preparar el aceite y atender a los padrinos. La cosecha empieza a finales de noviembre y dura me s mes y medio. Luego se procesa el aceite: usamos la variedad empeltre, típica de la zona, y también algo de arbequina. El aceite se comercializa a través de nuestra tienda ‘online’, Mi Olivo, y también hay venta directa en la almazara. Los padrinos reciben en primavera sus dos litros anuales: hay gente muy conocida, como las hijas de Félix Rodríguez de la Fuente o el jugador de baloncesto Juan Antonio Corbalán, que tiene varios olivos apadrinados".

El olivo y Oliete vuelven a ir de la mano. José Manuel lo aclara desde la etimología; el nombre de Oliete está asociado al olivo. "Viene del latín olivetum, pero antes de los romanos se llamaba Idulgoite Lologum, nombre que también refiere al olivo. Así que estamos haciendo historia".

Alejandro Cañada, maestro del mural y formador de varias generaciones de pintores

Alejandro Cañada, hijo de Oliete, nació en 1908 murió en 1999. Pintor, grabador, músico y escultor, es el autor del mural del aeropuerto de Zaragoza. Chalaneó con el expresionismo en su primera etapa creativa, con la presencia recurrente del elemento rocoso. Su tarea fundamental, empero, fue la de formador paciente, dedicado y exitoso. Antes de la guerra civil fue profesor de Perspectiva en la Escuela Superior de Madrid; en 1946 abrió su escuela en Zaragoza, y allá recibieron sus enseñanzas figuras tan relevantes como Fernando Sinaga o Jorge Gay. Cañada recibió multitud de homenajes en vida, pero hay dos que destacan sobre el resto: el que se le brindó en 1983 en la Lonja de Zaragoza, y las exposiciones retrospectivas de su trabajo organizadas en 1995 por la Diputación de Teruel, el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón. En 2008, Oliete también quiso recordarlo en el centenario de su nacimiento, nueve años después de que falleciera. Cañada dejó huella en su propia familia; sus hijas Nati y Mariángeles también han logrado notoriedad en el campo pictórico.

Asomarse a la sima de San Pedro es recrearse en toda una maravilla de la naturaleza

Es imposible ir y no mirar abajo; la majestuosidad de la sima de San Pedro causa respeto, una especie de terror arcano mezclado con fascinación. Desviarse el kilómetro y medio de pista desde la carretera vale la pena. A pocos metros del cauce del río Martín se abre este pozo troncocónico de origen kárstico, con una boca próxima a los 100 metros de diámetro y una profundidad de 108 hasta la superficie del lago que ocupa su fondo. Sus dimensiones y la verticalidad de sus paredes convierten la visita en una experiencia emocionante e inolvidable.

Esta descomunal hendidura, única en Europa por su estructura es un refugio de biodiversidad con un valor ecológico excepcional. La sima tiene un ecosistema muy rico: allí hay más de 25 especies de animales vertebrados entre anfibios, aves, reptiles y mamíferos, siendo de especial valor las colonias de murciélagos, con ocho especies diferentes. La sima tiene su propio microclima, y es un paraíso para los ornitólogos que cada día al amanecer y al atardecer pueden disfrutar del espectáculo natural de las nueve especies de aves que nidifican en sus oquedades; entran y salen siguiendo siempre un mismo orden.

LOS IMPRESCINDIBLES

Torre de la Asunción

De corte mudéjar, data del siglo XVIII y consta de seis cuerpos, en mampostería y ladrillo. En la cabecera y capillas de la iglesia, que tiene portada de dos cuerpos, hay pinturas de Alejandro Cañada y sus hijas Nati y Mariángeles.

Emilio Galve

El olietino fue uno de los pioneros del baloncesto español. Nacido en 1923, desarrolló su carrera en Barcelona y tiene cinco Copas de España en su palmarés en la década de los cuarenta. Llegó a jugar en la selección nacional.

San Pedro de los Griegos

Este yacimiento ibérico tiene únicamente a la vista la fortaleza situada en un extremo de su espacio, y está protegido por los acantilados que excava el Martín. Tras la muralla se alzan dos torreones, los más antiguos de Aragón.

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