"Calculamos que bebió el equivalente a medio litro de coñac antes de ponerse al volante"

Los forenses creen que, en las condiciones en que circulaba, el autor del doble atropello mortal de Botorrita "era una bomba".

El conductor que causó el doble atropello mortal de Botorrita, en la sala de vistas de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza, justo antes de comenzar el juicio.
El conductor que causó el doble atropello mortal de Botorrita, en la sala de vistas de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza, justo antes de comenzar el juicio.
José Miguel Marco

Por más que el abogado que defiende al acusado por el doble atropello mortal de Botorrita asegura que su ingesta de alcohol no influyó en el accidente, los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) Juan Antonio Cobo y Salvador Baena consideran que en las condiciones en las que circulaba era "una bomba". "Conducir con ese alcohol es terrible, ya que se alteran los tiempos de respuesta y se cometen errores de todo tipo", explicaron durante su comparecencia ante el juez.

A la hora de analizar el grado de influencia, los especialistas parten de las dos pruebas de alcoholemia que la Guardia Civil practicó a Leoncio M. P. tras el fatal accidente: la primera las 10.29, en la que el conductor arrojó una tasa positiva de 0,76 mg/l de aire espirado; y la siguiente a las 10.50, cuando la tasa fue de 0.66. Las mediciones constatan que el acusado estaba en fase de eliminación del alcohol, aunque no pueden concretar con exactitud a qué hora exacta había dejado de beber.

Según declaró el encausado durante la primera sesión del juicio, la noche previa al atropello consumió seis o siete cervezas en distintos bares. Asegura que sobre las 3.15 se fue al coche a descansar y que no lo puso en marcha hasta las 8.30. Basándose en el peso y complexión del investigado, así como en estudios de la Dirección General de Tráfico (DGT), los forenses pusieron un ejemplo muy gráfico: "Calculamos que bebió el equivalente a medio litro de coñac antes de ponerse al volante".

Para los médicos, con ese nivel de alcohol en el organismo, "las facultades están gravemente afectadas". A eso suman la fatiga y agotamiento que arrastra una persona que apenas ha descansado. "El alcohol parece un estimulante, pero es un depresor. Si alguien que no ha bebido da una cabezada al volante, al despertar tiene una subida de adrenalina que le permite reaccionar. Si ha bebido, es incapaz de hacerlo", afirmaron.

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