alimentos de aragón

Cuando el ingrediente principal es la tradición, ¿qué platos no pueden faltar en las reuniones familiares?

El cardo de Nochebuena, el consomé de Navidad o el ternasco asado siguen siendo opciones preferentes en buena parte de los menús aragoneses previstos para estas fechas señaladas.

El Jamón de Teruel es un apreciado entrante.
El Jamón de Teruel es un apreciado entrante.

En algunos hogares aragoneses es obligado tirar de recuerdos para confeccionar el menú navideño. Ocurre en casa de Rosa, que aprovecha estas fiestas para recuperar recetas que mandaban en la mesa cuando era niña. También recrea los platos que elaboraba su suegra y que le devuelven momentos de su juventud.

Hoy en día, Rosa cocina para sus hijos, su marido, sus hermanos, cuñados y sobrinos y, ni tan siquiera el elevado número de comensales, que casi alcanza la veintena, frena su gusto por preparar los guisos más tradicionales y montar una mesa al más puro estilo aragonés.

Para ello, en los entrantes de Nochebuena no puede faltar el jamón, preferiblemente el de Teruel y recién cortado, una opción infalible para todos los gustos. No se pasan por alto los quesos, de una gran variedad en la Comunidad, que comprende desde los más curados hasta los más tiernos. Los langostinos o los canapés también suelen ocupar sitio en la mesa, pero se recomienda que no tanto en el estómago, pues este tiene que hacer hueco a los platos estrella: el cardo en salsa de almendras, que siempre se ha servido en casa de Rosa, y las piernas de cordero en salsa, que prepara con esmero su hermano.

Que la apuesta de la anfitriona sea tradicional no implica que el menú no admita variaciones. Así, de su suegra se quedó con un laborioso pastel de patata relleno de atún y aceitunas que triunfa en las grandes ocasiones, al igual que los famosos rollitos de ternera, que requieren gran habilidad para evitar que se rompan y para que liguen en una deliciosa salsa.

En alguna ocasión se ha optado por el ternasco asado o, incluso por cabrito o cochinillo, también al horno. Rosa añade que cualquier ave de corral rellena ha sido siempre un exquisito bocado navideño. Al igual que los frutos secos al horno, como las castañas, nueces o avellanas, que comía cuando era pequeña.

Estas opciones también pueden ser protagonistas en el menú del día de Navidad, en el que, eso sí, no puede faltar el esperado consomé, de caldo de gallina, que contribuye a templar el cuerpo después de trasnochar.

Un dulce final

Mucha tradición hay también en los postres que alargan la sobremesa y maridan el brindis. En casa de Rosa, había hasta quemadillo de ron. Ahora, se empieza por la piña o una macedonia de fruta natural y, a continuación, se saca la bandeja de los polvorones, mazapanes y turrones. Entre estos últimos siempre se encuentra el guirlache, junto con las tabletas de yema tostada y chocolate, con una clara apuesta por las marcas aragonesas de toda la vida.

Los orejones, o melocotones deshidratados, siempre están entre las propuestas que ponen la guinda a la mesa, pues aunque el público más joven no los conoce tanto siguen teniendo sus adeptos, al igual que las frutas escarchadas, que en la familia de Rosa son muy típicas también.

De fondo, durante las reuniones familiares, no faltarán los villancicos, otra prueba de que la tradición en Navidad es el vehículo ideal para sentar a los seres queridos en una mesa y compartir risas, placeres y, por supuesto, muchos recuerdos. 

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