García Velilla y Cristina Vilches protagonizan la fiesta del cine en Zaragoza
Rosa María Sardá no pudo asistir por gripe y Vicky Calavia ganó el premio al mejor documental aragonés por su obra sobre Eduardo Ducay.
La gala de clausura del XXI Festival de Cine de Zaragoza, conducida por un inspirado Jesús Nadador, fue más bien sobria y medida pero tuvo momentos de especial emoción. Nacho García Velilla dijo que como en casa no se está en ningún lado y que cuando te premian en tu tierra, con los tuyos, la emoción es más intensa. Recordó su trayectoria y afirmó que ahora ya es no necesario irse: aquí y desde aquí se puede hacer cine, resaltó el Premio Augusto a la Mejor Dirección. Macarena Gómez estaba especialmente emocionada por su distinción de apoyo a los cortos. Dijo que los veía, los interpreto, los produzco. Este es un premio que me merezco. Otro de los galardonados fue Arturo Valls, Premio Talento XXI, que se mostró agradecido y feliz. Antes de entrar a la ceremonia elogió el trabajo de Nacho García Velilla, con quien ha trabajado en su última película: Villaviciosa de al lado.
Uno de los instantes más emotivos lo protagonizó Cristina Vilches, que ganó el premio al mejor cortometraje aragonés de animación con Fres Boi, codirigido con Paloma Canónica. Reivindicó la figura de Segundo de Chomón, invitó a desarrollar las ideas y a realizar buen cine de animación. Victoria Calavia ganó el premio al mejor documental aragonés con su trabajo sobre Eduardo Ducay, que encarna la pasión por el cine y que fue productor de Tristana de Buñuel, El bosque animado de José Luis Cuerda o La Regenta de Méndez Leite.
El premio del público al mejor cortometraje recayó en Rewid de Rubén Pérez. El Premio Augusto a los oficios del cine fue para el especialista Ignacio Carreño, que le envió una mensaje a la Academia de Cine para que vayan tomando nota. A Juan Bolea, que entregó el premio Augusto del certamen Aragón Negro, le reservaron una sorpresa: el galardón fue para La mano invisible de Marco Antonio Robledo. Y recogió el galardón Antonio Hernández, que será el director de la película Parecido a un asesinato, basada en su novela homónima, que se rodará en distintos lugares de Aragón, especialmente en el Moncayo.
No pudo asistir Rosa María Sardá porque estaba enferma, con gripe. Por la mañana lloró de rabia y por la noche, a través del teléfono, estuvo a punto de hacerlo de nuevo: le habría gustado ser tratada como una artista de cine.