ECONOMÍA

Ruta de la sal en Zaragoza: "El yacimiento de Remolinos es prácticamente inagotable"

El catedrático de la Universidad de Zaragoza, Miguel Calvo, relata en su último libro la historia de este mineral en el que es rica la provincia desde hace millones de años.

Miguel Calvo, catedrático de la Universidad de Zaragoza.
Miguel Calvo, catedrático de la Universidad de Zaragoza.
José Miguel Marco

Miguel Calvo habla con tal entusiasmo de la sal que consigue hacer de un pequeño grano una montaña de conocimiento y curiosidades en torno a algo que se puede encontrar en cualquier hogar, pero que pasa desapercibido para muchas personas. Es catedrático de la Universidad de Zaragoza en el área de la bioquímica de los alimentos, pero lleva años estudiando la mineralogía. En su casa acumula más de 10.000 muestras de todo tipo de minerales. Como explica, en el caso de la sal se juntan sus dos pasiones ya que se trata de un alimento y un mineral.

Desde pequeño le ha interesado el estudio de los minerales y en el caso de la sal si busca su primer recuerdo piensa en una vez de niño que su padre le llevó a la Feria de Muestras de Zaragoza "y me dieron un trozo de sal de Remolinos". Ha recogido recientemente en el libro 'La sal en la provincia de Zaragoza', el mapa que traza una ruta por minas y salinas que constituyen un patrimonio natural, industrial y también con potencial turístico a explotar.

Origen hace millones de años

"La sal que se extrae en Remolinos procede de lagos salados, a los que llegó la sal porque el agua superficial disolvió la sal de un depósito anterior, mucho más antiguo, de origen marino", cuenta en el experto. Esto explica que esta provincia de interior sea rica en sal. El catedrático recuerda en su obra la importancia de este mineral desde la prehistoria, cuando el hombre ya obtenía sal, entonces mediante evaporación. Esta también estuvo presente en las civilizaciones de griegos, cartagineses y romanos. A lo largo de las épocas, la sal se ha utilizado para la alimentación, la conservación de carnes y pescados, desde la época industrial en el sector químico, la depuración del agua y con la mejora de las comunicaciones para el deshielo de las carreteras.

Calvo cree que es exagerado hablar de "oro blanco", debido a su abundancia, aunque históricamente sí se han creado monopolios y ha habido abusos con el precio en torno al negocio de la sal, debido a la riqueza de algunas zonas y la ausencia en otras. En la historia de la sal hay aventuras de contrabandistas, ha originado huelgas de mineros y motines, cuenta el catedrático en su libro y a sus alumnos del grado de Tecnología de los Alimentos en la clase que dedica exclusivamente a la sal. 

Mina de sal María del Carmen
Mina de sal María del Carmen en Remolinos.
Laura Uranga

La provincia de Zaragoza es uno de los lugares en los que sal no ha faltado nunca. El lugar más emblemático son las minas y salinas de Remolinos, que siguen en explotación siglos después de que se iniciara la producción. "El yacimiento de Remolinos es prácticamente inagotable", asegura el experto, que lo ha visitado por fuera y por dentro, a lo largo de estos años. Ha recorrido las amplias galerías y comprobado sus enormes dimensiones. "Te puedes perder de verdad en kilómetros de galerías", afirma. Pone como ejemplo que "se podría jugar un partido de baloncesto en cancha reglamentaria".

La altura de las galerías llega hasta los 5,8 metros. Estos túneles llevan siglos dando sal para usos desde industriales a alimentación para el ganado y, sobre todo, desde la expansión de la red de carreteras para derretir el hielo del asfalto en invierno. Varios cientos de miles de toneladas de sal salen al año de la pequeña localidad zaragozana. Pese a ello, "lo que se ha explotado es un porcentaje muy pequeño de lo que hay"

Se ha ido cavando en varias decenas de galerías, cuyas bocaminas abandonadas se pueden ver desde la carretera como ojos abiertos en el monte. Hoy en día, la mina Real, la más emblemática, se encuentra cerrada desde 1989, sirviendo ahora de ventilación y salida de emergencia para la mina María del Carmen, la que se explota actualmente por la empresa propietaria, Minersa. Calvo cree que la primera podría acondicionarse como espacio museístico y turístico para mostrar el patrimonio que supone una cueva de estas características, sin entorpecer la actual actividad en el yacimiento. El catedrático ha viajado dentro y fuera de España visitando salinas y minas y cree no tiene nada que envidiar a otras explotaciones convertidas en museo en países como Suiza.

El libro puede convertirse en un paso más en el camino que lleve a considerar este recurso natural patrimonio natural de esta y otras localidades para atraer turismo. En el caso de Remolinos, se sumaría al atractivo cultural que supone que el pintor Francisco de Goya dejara sus huellas en la iglesia del municipio, dedicada a San Juan Bautista. Esta figura dentro de la ruta del artista aragonés más universal debido a las pinturas que conserva en su interior.

El volumen que resume la historia salinera de la provincia ha sido publicado utilizando fondos europeos Interreg, a través del proyecto Momar, Modelos de Gestión del Patrimonio Rural Singular, para la dinamización de las áreas con una baja densidad de población a través de su patrimonio cultural y natural, como se señala en la introducción de la obra editada por la Diputación de Zaragoza (DPZ).  

En la citada obra Miguel Calvo enumera hasta 15 municipios con cuevas o salinas que dibujan el mapa de la sal en Zaragoza. Estas serían algunas de las más destacadas por su historia:

Mina de sal de María del Carmen, en Remolinos

Remolinos: Las minas eternas

El yacimiento es el más emblemático. Además de las minas, en lo alto de la localidad se pueden contemplar las balsas de evaporación, un paisaje blanco y luminoso. En el interior de la mina ahora en explotación, la llamada María del Carmen, la sal forma unas bandas casi horizontales de unos diez centímetros de espesor cada una, intercaladas con otras más finas de material arcilloso. Probablemente fueron explotadas ya por los romanos o incluso antes. El principal problema era que el municipio y la mina solo estaban comunicados por una barca que cruzaba el río Ebro, ya que no existían puentes ni la carretera actual. El primer puente sobre el río en esa zona no se construyó hasta 1964.

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Foto de Alcalá de Ebro

Alcalá de Ebro: el pilón salvado por las cigüeñas

En esta localidad quedan restos de la instalación que se utilizaba para trasladar la sal desde Remolinos al ferrocarril. Calvo recuerda que el problema de Remolinos era que la sal debía sacarse por el río en barca, hasta el ferrocarril, lo que complicaba y encarecía el transporte. En Alcalá de Ebro se conserva una pilona que sujetaba un tramo del teleférico por el que se transportaba la sal, que se salvó de desaparecer "gracias a las cigüeñas", afirma. Estas habían hecho allí su nido "y salvaron al pilón porque se había convertido en zona protegida". De ahí que pueda verse sobresalir entre las aguas.

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Foto de Undués de Lerda

Undués de Lerda: salinas de hace 35 millones de años

El catedrático destaca que la sal procedía de terrenos de hace 35 millones de años. Habrían sido explotadas ya por los romanos. Una de sus huellas serían los suelos y tabiques de separación, hechos con grandes lajas de piedra, siguiendo la técnica que más se repetía en las construcciones romanas de este tipo.

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Instalaciones de la salinas de Nuévalos.

Nuévalos: segunda vida para unas salinas con huellas del pasado

A lo largo de la historia ha producido allí sal para la industria química, para obtener cloruro sódico; sal para la elaboración de jamones y encurtidos e incluso sal de mesa. Se restauraron hace unos años. Se trata de un complejo con dos manantiales de aguas saladas, que abastecen varias balsas que la llevan a pequeñas parcelas. Se reparten en terrazas para adaptarse al terreno. El municipio viene trabajando para pedir su conservación para que se consolide como un atractivo cultural más.

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Salinas de Bujaraloz (Zaragoza).

Sástago-Bujaraloz: lagunas saladas hasta donde alcanza la vista

A ambos lado de la carretera que une Sástago y Bujaraloz hay unas 40 lagunas saladas, que suelen secarse en verano y descubrir un suelo cubierto de sal. La más grande es la Laguna de la Playa. En torno a la zona hubo todo un conjunto de edificios como un almacén, otro para alojar a empleados, a la guardia que la vigilaba, una cuadra, un pajar… Se encuentra alejada de cualquier población. Fueron de gran importancia para la Corona, además de un enclave ecológico por la presencia de flora adaptada a las condiciones del terreno.

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