El Real Zaragoza salva un punto de forma épica ante un Elche que pudo sentenciarlo antes del 1-1 final

Azón, en un gol surgido de la nada y gracias a su fe y acierto, empató el tanto inicial de los ilicitanos, que fallaron ocasiones cristalinas ante Badía.

Partido de máxima tensión en La Romareda. El conjunto de Víctor Fernández recibe al Elche, en el partido de la jornada 35 de Segunda División, con la necesidad de sumar una victoria que le distancie del peligro.
Azón, durante una jornada del partido ante el Elche 
Oliver Duch

Del mal, el menos. El 1-1 obtenido por el Real Zaragoza ante un Elche superior tiene mucho de afortunado. Tras un primer periodo igualado donde los ilicitanos ya apuntaron muchas mejores maneras que los zaragocistas, aturullados siempre con el balón y con los primeros síntomas de histeria de la temporada, el inicio de la segunda mitad sacó la peor imagen de los de Víctor Fernández, que pudieron ser goleados con tres goles claros consecutivos. Tras encajar solo uno, fueron capaces de inventarse la igualada gracias a una individualidad de Azón y salvar de forma épica un punto que puede ser de oro el día del juicio final.

El partido fue tenso. Se palpaban desde el pitido inicial las pulsaciones del corazón de los futbolistas, especialmente los zaragocistas, tan presionados ya por las circunstancias de la clasificación y la imparable reacción de los colistas desde hace un mes. En los primeros minutos, a todos los blanquillos les costaba decidir, con el balón en los pies eran un mar de nervios. El Elche, como avisó Víctor Fernández en la previa, comenzó a tocar y tocar el balón enseguida, en todas las zonas del campo. Con los carrileros Josan y Tete como fuelles de un acordeón que ponía hasta cuatro atacantes en línea, obligando a los aragoneses a un repliegue exagerado, que dificultó siempre el montaje de contragolpes. El balón se recuperaba muy atrás y faltaban piezas para dar continuidad veloz hacia el campo contrario.

Esta fue la base, el sofrito del guiso del primer tiempo. Un Elche mandón y un Zaragoza a remolque. Las ocasiones de gol llegaron con cuentagotas y, ciertamente, las mejores fueron las ilicitanas. Hasta en dos de ellas indultaron al cuadro aragonés de encajar sendos goles cantados. Una, en el minuto 9, cuando el veterano volante Mario Gaspar (internacional absoluto en su día y fuera de categoría aquí) remató a placer un mal rechace de Jair y el balón se le marchó fuera por centímetros, pegado al poste izquierdo de un batido Badía, a media altura. El ¡ohhh! en la grada demostró cuánto alivio se sintió al ver que no se movía la red. Y la otra, en el minuto 29, cuando Nico Castro aprovechó un pase al hueco de Josan, que dejó en evidencia siempre a Lecoeuche en la faceta defensiva, y se quedó solo ante Badía. El remate, de primeras, se fue también fuera del marco, pegado al mismo poste de la anterior jugada citada. Los mejores ataques visitantes llegaron siempre por el lado y el agujero del lateral galo.

Había sido el Real Zaragoza el primero en disparar a portería, Francés en el minuto 8 desde 25 metros, chut que le detuvo el argentino Dituro. Los remates zaragocistas, que fueron contados, llegaron siempre desde lejos, siempre síntoma de insuficiencia para llegar a las inmediaciones del portal rival con naturalidad. Así, en el 14, fue Aguado el que probó fortuna tras dos rechaces previos a la salida de un córner, pero su remate malo se marchó muy lejos de Dituro, cruzado, sin que nadie del área (Bakis, Mesa, Valera, Azón) pudiera meter el pie y cambiar la dirección de la pelota. Y en el 33 fue Mouriño quien trato de coger puerta, pero su derechazo desde muy lejos, tras jugada precedente de Lecoeuche (va mejor hacia arriba que hacia atrás), siguió la órbita del remate de Aguado. Mal, desviadísimo. Como se ve, los rematadores del primer tiempo fueron marcadamente extraños, anormales: dos defensas, Francés y Mouriño, y un medio centro con escaso bagaje ofensivo, Aguado. Toda una fotografía panorámica de lo desarrollado por el equipo.

Bakis fue una isla porque Víctor insistió en la variante de Valencia, volcando a Azón a la banda izquierda y metiendo a Mesa (muy indolente en balones claros) como mediapunta por el centro. Y Valera, que se movió por más terrenos, entrando al área con asiduidad en busca de desequilibrios sin balón, echó a perder dos incursiones buenas por tener que centrar con su pierna mala, la derecha, y optar por ese regate de más para pasar el balón a la zurda que siempre deteriora las jugadas en el momento clave. Moya, en la medular, no tuvo su tarde, muy fallón.

Se llegó al descanso con el 0-0 que a nadie molestaba. Mesa había cabeceado un saque de esquina en el segundo palo en el minuto 35 pero su compañero Azón evitó el peligro sobre la portería ilicitana. Otra metáfora del juego ofensivo zaragocista. El Elche daba muestras de poderío en el gobierno del partido pero, a la vez, denunció una falta de ambición ofensiva en su ataque que, claro está, vino muy bien al Zaragoza.

El segundo tiempo empezó sin cambios. Y de nuevo con el Elche en modo jefe de todo. Una falta lejana volcada al área zaragocista fue cabeceada por Bigas y Badía respondió con un paradón bajo palos. Era fuera de juego, pero fue un serio aviso en el minuto 46 de que, así, el Real Zaragoza estaba mucho más cerca de perder que de puntuar. No espabilaron los de Víctor y siguieron dormidos tras salir de la caseta. Mesa perdió un balón en zona de riesgo, Bigas se lo robó y, tras avanzar solo, chutó raso y colocado y Badía salvó el 0-1 abajo. El rechace lo desperdió Mourad, pero estaba en orsay, como antes su colega.

Semejante apagón, algo intolerable en un día tan exigente, acabó enseguida con el 0-1. Se vio venir y llegó. Una falta en el pico del área la tocó levemente Mario Gaspar con el empeine y fue suficiente para que la pelota entrase rasa superando a Badía, que se la tragó pese a tocarla sin pericia. Mal día para que el portero, propiedad del Elche, tuviera un error así. Era el minuto 52 y los cuervos y grajas empezaron a sobrevolar La Romareda. Víctor movió el banquillo y metió a Gámez y Grau. Lo singular fue que, además de Mouriño, se marchase Valera. Montó un 4-3-1-2 novedoso.

Lejos de reaccionar, el Real Zaragoza estuvo cerca de encajar el segundo tanto. Nico Castro, en el 58, remató fuera, cruzado un centro raso de Tete. Y en el 60, Mourad erró un gol cantado, a quemarropa, echando el balón junto al palo derecho por fuera. Se olisqueó lo peor. El público se cansó y empezó a protestar. La impotencia del equipo, con Bakis a la cabeza de las censuras por sus errores de Regional, disparó los pitos y las broncas como hacía tiempo. En estas, la casta del canterano Azón tiró un bote salvavidas al equipo. Una bendición.

En el 61, Iván le robó la pelota a la estrella rival de la tarde, Mario Gaspar, que se confió en la línea de fondo propia. Fue un arrebato de fe de Azón. Se orientó hacia atrás tras recuperar un balón perdido para todo el mundo menos para él y, con un zapatazo descomunal, ubicó la pelota arriba del todo, por encima de la figura del portero, logrando el 1-1 que nació de la nada más absoluta. El Elche debió ir ganando por tres goles al menos a esas alturas, pero perdonó la vida al Real Zaragoza y lo pagó carísimo. La jugada potable que en ningún momento fue capaz de engendrar el equipo aragonés se la patrocinó el propio Elche.

De repente, del andador de la muerte el equipo zaragocista entró al recibidor del posible éxito. Azón estuvo a un palmo del doblete en el 66 al cabecear fuera otro córner favorable. Y Liso, que acababa de sustituir a Bakis entre la repulsa definitiva de una afición que se ha hartado del ariete germano-turco, remató raso en el primer balón que tocaba y casi sorprendió por bajo a Dituro en el 70. Ahí, Víctor Fernández pensó en apuntalar el equipo con sangre fresca y acometió dos cambios sorprendentes por inusuales. Puso en el campo a Zedadka, como lateral zurdo, en vez del frágil Lecoeuche; y suplió a Aguado, muy cansado tras una tarde de infinidad de trabajo, por el central Lluís López, que entró con el rol doble de mediocampista o tercer central si tocaba. Un 4-4-2 en rombo. En frente, Beccacece mutó su delantera, apostando en el minuto 80 por Mendoza y Manu Nieto por si por ahí lograba llevarse el partido.

El duelo murió en el último cuarto de hora (con 8 de aumento) con dominio zaragocista. Los cambios, muchos y de mucha peculiaridad, no sentaron mal al equipo. Maikel Mesa amagó una ocasión a punto de llegar al 90. Zedadka, lateral a pierna cambiada, metió un centro raso divino al que nadie fue con fe al área chica. Remontar hubiera sido un sueño. Pero el Elche se apagó mucho y favoreció esa sensación en la recta final del envite. Solo una falta ‘in extremis’ lanzada mal por Arnau Puigmal en el 97 puso en riesgo el punto para el Real Zaragoza. La barrera disolvió el peligro y el 1-1 tomó cuerpo final. No es lo que se requiere en medio de tanto apuro. Pero, visto el desarrollo del choque, tiene hasta pequeñas gotas de milagro. Así de mal están las cosas.

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Badía; Mouriño (Gámez, 57), Francés, Jair, Lecoeuche (Zedadka, 73); Aguado (Lluís López, 73), Moya; Valera (Grau, 57), Maikel Mesa; Azón y Bakis (Liso, 68).

Elche CF: Dituro; Josan (Arnau Puigmal, 93), Carreira, Mario Gaspar, Bigas, Clerc,; John, Nico Castro (Bermejo, 93), Tete; Nico Fernández (Mendoza, 80) y Mourad (Manu Nieto, 80).

Árbitro: Cordero Vega (Comité Cántabro). Amonestó a Mario Gaspar (44), Francés (67) y Jair (97).

Goles: 0-1, min. 52: Mario Gaspar. 1-1, min. 61: Azón.

Incidencias: Tarde veraniega, con 30 grados al inicio del partido. El césped de La Romareda presenta un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 27.500 espectadores. Volvieron, tras el otoño y el invierno, las pausas de hidratación en los minutos 30 de cada parte.

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