Carlos Vicente (Zaragoza, 1999) puede dar fe de que el fútbol cambia a toda velocidad y se conduce por los caminos más inesperados. El extremo que hace dos temporadas jugaba la carta del Calahorra como modo de mantenerse cerca de los pisos altos del fútbol está cerca de cobrarse el premio de la Primera División. Tiene a casi una decena de clubes mandándole guiños a él y cartas de amor a su equipo el Racing de Ferrol. El futbolista zaragozano, surgido junto a su gemelo David -ahora recuperando una grave lesión en el Mirandés- es el futbolista de moda en Segunda y uno de los fenómenos más asombrosos de los últimos tiempos en el fútbol español.

Celta, Getafe, Rayo Vallecano, Valencia y Villarreal lo tienen ya en el punto de mira. Su salto a la Primera División solo es cuestión de tiempos y trámites: si lo hará este próximo enero en el mercado de invierno o en junio, al finalizar la temporada. Para lo primero, alguno de esos clubes deberá desembolsar los 600.000 euros de la cláusula de rescisión. Para lo segundo, solo queda esperar a que concluya su contrato el 30 de junio y se libere para firmar con quien quiera y con una mayor fuerza negociadora. El Valencia encendió las máquinas hace unas semanas para asegurarse su contratación para la próxima campaña, pero en la carrera por el zaragozano aparecieron otros aspirantes. El Valencia ya ha decidido que no entrará en ese juego y no invertirá 600.000 euros. Y así, el Villarreal ha sido el último en sumarse a la puja, con intención incluso de cerrar la operación en enero y ponerlo al servicio de Marcelino García Toral, un entrenador perfecto para sus características: energía, verticalidad y rapidez.

Francisco Jiménez

A sus 24 años, Carlos Vicente vive el momento de su vida. Una madurez labrada con pico y pala. La pasada temporada, después de un gran año en el Calahorra, donde metió 11 goles jugando de extremo, lo firmó el Racing de Ferrol. Su curso allí fue portentoso: marcó cuatro goles, repartió 12 asistencias y logró el ascenso a Segunda División. Hace unos días recogió el premio al mejor futbolista del Grupo 1 de Primera RFEF de la pasada campaña. En su debut en el fútbol profesional, en los últimos tres meses, se ha destacado como el futbolista revelación. Lleva tres goles y cuatro asistencias, y su juego de turbina y pistón lo ha metido de lleno en el mercado.

Carlos Vicente, de momento, espera acontecimientos. Sabe que cualquier oferta que pague su cláusula lo saca del Racing de Ferrol. Si no, esperará a junio. Entonces, tampoco le faltarán pretendientes para su fútbol de corte clásico. Es un extremo derecho a la vieja usanza. Un diestro que juega a pie natura y que ataca por el exterior. Posee una arrancada potente, es peligroso al espacio y sus movimientos son profundos y afilados, completados con una notable capacidad para centrar y mucha intuición para llegar a gol en el segundo palo. Su desborde es oro molido en el fútbol de hoy.

Su caso es el vivo ejemplo de que hay vida más allá del Zaragoza. Crecido junto a su gemelo David en el Stadium Casablanca, era un fijo en la selecciones aragonesas de la generación del 99, junto a otros como Soro o Enrique Clemente. El Zaragoza lo incorporó a juveniles, pero nunca pisó el primer equipo. Sí fue el modelo de la presentación de la primera indumentaria de la temporada 17-18. Su hermano, lateral derecho, sí acabaría debutando con los mayores, cuando Natxo González lo alineó de titular en Mestalla en un partido de Copa del Rey contra el Valencia.

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Después de que concluyera su etapa en las categorías formativas del Zaragoza en 2020 tras dos años en Tercera con el Aragón, Carlos Vicente salió a buscarse la vida. No tuvo suerte primero en La Pobla de Mafumet, filial del Nástic de Tarragona. Duró unos pocos meses. Fuera de la Ciudad Deportiva, al principio hace frío, pero el jugador aragonés tiró de tesón y esfuerzo. Le abrieron la puerta del Ejea, en Segunda B, en enero de 2021. Y al final de aquella temporada se marchó al Calahorra en Primera RFEF. Su apuesta fue buena. Una temporada sobresaliente le condujo a Ferrol. Y su impulso allí fue meteórico: ahora le espera la Primera División.