Operación Romareda: de la negociación discreta al plantón de Sánchez Quero a Azcón

El presidente de Aragón concertó una reunión con el de la DPZ que debía haberse producido el 16 de octubre. Pero el dirigente socialista la suspendió y ya nunca se celebró.

Juan Antonio Sánchez Quero y Jorge Azcón, en el Ayuntamiento de Zaragoza en 2022.
Juan Antonio Sánchez Quero y Jorge Azcón, en el Ayuntamiento de Zaragoza en 2022.
José Miguel Marco

Fue el 10 de octubre. En plenas fiestas del Pilar, poco después de reunirse en Madrid, junto a la alcaldesa Natalia Chueca, con los responsables de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), el presidente de Aragón, Jorge Azcón, cogió el móvil. Buscó en la agenda y llamó al presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ), el socialista Juan Antonio Sánchez Quero. Quería hablar.

No se había cumplido ni un mes desde que el Real Zaragoza había decidido no presentarse al concurso público para construir y explotar el estadio. A partir de ese momento, cuando quedó claro que si la capital aragonesa quería tener un campo de fútbol para el Mundial 2030 sería necesario poner dinero público, Azcón y Chueca eran conscientes de que sumar a la Diputación Provincial era un plus. Pero el contexto era de fuerte tensión. Sánchez Quero había pedido la dimisión de Chueca y las relaciones instituciones estaban muy tocadas.

Se estaban produciendo contactos discretos entre el concejal de Urbanismo, Víctor Serrano, y la vicepresidenta de la Diputación, Teresa Ladrero. Compartieron un par de cafés y una llamada, y aunque Serrano le avanzó algún detalle, para los socialistas era insuficiente. "Nos pedían un acto de fe", indicaron en el PSOE, a propósito de la falta de información que, en su opinión, aportaba el PP.

Pero tras la designación de España, Portugal y Marruecos como sede del Mundial, el presidente y la alcaldesa eran optimistas. Ibercaja había mostrado su disposición a sumarse a la operación, al igual que el club. El clima favorecía el acuerdo y la Diputación Provincial parecía dispuesta a entrar, lo que fortalecía la operación no solo desde un punto de vista económico, sino político y jurídico. 

Al PP también le interesaba atraer a los socialistas: lograba beneficios políticos, al articular el consenso en torno a una cuestión tan controvertida como el estadio. Si no lo había, el PSOE era el que tenía todos los números de quedarse con la culpa del fracaso. Nada que perder y mucho que ganar.

Reunión en la RFEF

En la reunión en la sede de la RFEF, que se celebró el 10 de octubre, el presidente del organismo federativo, Pedro Rocha, y la miembro del comité técnico de la candidatura del Mundial 2030 María Tato plantearon que el día 18 debería haber un compromiso con la nueva Romareda, dado que Zaragoza empezaba a estar fuera de plazo tras el traspié de septiembre.

Azcón insistió ante los dirigentes de la RFEF que necesitaba más tiempo, dado que con esos plazos era imposible negociar con la Diputación Provincial. Aunque los dirigentes federativos no acababan de entender el interés por ese acuerdo, dado que con el Ayuntamiento, el Gobierno de Aragón y el Real Zaragoza se consideraba que había suficiente consenso, el presidente y la alcaldesa lograron una prórroga hasta el 30 de octubre.

Ese 10 de octubre Natalia Chueca llamó a la portavoz socialista en el Ayuntamiento, Lola Ranera. Azcón se encargó de contactar con el presidente de la Diputación. Sánchez Quero le pidió que fuera a su despacho el lunes 16 de octubre, aunque podía resultar extraño desde el punto de vista del protocolo.

Pero Azcón no se puso pejiguero y aceptó. Iba a ser una reunión de trabajo que no se iba a comunicar a la prensa. Sánchez Quero ya había suspendido un encuentro con la alcaldesa Chueca a principios de mes porque el Ayuntamiento lo había dado a conocer a la prensa y el PP quería evitar cualquier contratiempo.

Al día siguiente, había pleno de la Diputación Provincial. Aunque receloso de la maniobra de aproximación del PP, Sánchez Quero dijo que su institución no iba "a escurrir el bulto", lo que insufló cierto optimismo en los populares. Ya anunció entonces que se reuniría el día 19 con el presidente del Consejo Superior de Deportes, Víctor Francos, en principio para prospectar la disposición de que el Gobierno central apoyara el proyecto. El acuerdo parecía posible.

Recreación del exterior de La Romareda, según el diseño de César Azcárate para la consultora Idom.
Recreación del exterior de La Romareda, según el diseño de César Azcárate para la consultora Idom.
Idom

Azcón ya no supo nada más hasta la víspera de la cita con Sánchez Quero. Ese domingo, desde la Diputación se comunicó que el presidente se sentía indispuesto y que se tenía que cancelar el encuentro. Azcón habló el lunes con Ladrero, urgiéndole una reunión, dado que el plazo se acababa. Se solicitó que fuera el viernes 20, después de que el dirigente socialista se viera con Víctor Francos. Pero ya en ese momento los populares se temían lo peor.

La actitud de Sánchez Quero tras la reunión con Víctor Francos lo confirmó. El presidente de la DPZ acusó al Ayuntamiento de "no decir la verdad" con los plazos y anticipó lo que al día siguiente haría en una rueda de prensa en la sede del PSOE: entre críticas al PP y al Real Zaragoza, Sánchez Quero dio un portazo a la operación Romareda. Criticó especialmente que no se les hubiera facilitado "ni un papel".

Los populares están indignados ante lo que consideran una "falta de respeto institucional" por rechazar el proyecto sin tan siquiera ser recibidos. "No quiso hablar con el presidente o la alcaldesa para que que le pudieran facilitar la documentación", dicen en el PP. 

Los populares no comprenden la actitud del PSOE con este asunto. "Tienen un juicio absolutamente equivocado de lo que les beneficia políticamente. Como creen que nos perjudica, les da igual que Zaragoza no sea sede del Mundial", lamentan.

Más allá de Sánchez Quero, los populares apuntan a un único responsable: el expresidente de Aragón y secretario general de los socialistas, Javier Lambán, que nunca ha ocultado su enfrentamiento con los actuales gestores del Real Zaragoza y su rechazo al proyecto del nuevo estadio liderado por Azcón y Chueca. 

Tras el portazo a la operación Romareda, en el PSOE cunde la desazón. Lamentan que el PP no haya sufrido coste por el fiasco del concurso al que no se presentó el Real Zaragoza y sienten que Azcón ha tratado de utilizarles para sacar ventaja con el campo. "Nos han humillado", afirmó Lola Ranera el pasado viernes, en la rueda de prensa.

Pero los socialistas asumen errores propios. "No lo hemos gestionado bien", decía un cargo socialista, que admitía la incapacidad demostrada por su partido a la hora de construir un relato sobre la cuestión de La Romareda alternativo al que presentaba Azcón. El durísimo comunicado del club contra el PSOE del pasado sábado, que no tuvo respuesta, y la catarata de críticas recibidas desde todo tipo de sectores han puesto en evidencia sus fallos de estrategia.

¿Es posible aún el consenso? La alcaldesa de Zaragoza ha insistido en los últimos días en que la puerta está abierta. Pero nadie en el PP cuenta ya con los socialistas. Vistos los antecedentes, después de más de dos años de enfrentamiento por la nueva Romareda, hoy parece difícil que el PSOE vaya a implicarse de forma directa en el impulso del nuevo estadio. Por ahora, su estrategia es esperar. Pero hasta 2030 queda mucho y, en la política y en el fútbol, casi todo puede ocurrir.

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