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"La expresión de pánico y horror de Laia colgada de una escarpia a dos metros era terrible"

El jefe de Homicidios de la Policía Nacional ha dado cuenta este martes en la Audiencia Zaragoza de lo agónicas que fueron las últimas horas de vida de la niña de dos años torturada en el Picarral.

Juicio por la muerte de la pequeña Laia
Juicio por la muerte de la pequeña Laia
Oliver Duch

Agónicas. Así tuvieron que ser las últimas horas que pasó con vida Laia, la niña fallecida el 21 de enero de 2021 en Zaragoza como consecuencia de los malos tratos e incluso torturas a los que presuntamente la sometieron durante meses tanto su madre como la pareja de esta: Vanesa Muñoz y Cristian Lastanao. “Laia comenzó aquel día a las siete de la mañana comiendo pimienta y con una ducha fría por no obedecer. Y lo terminó pasadas las diez de la noche como todos sabemos. Aunque por las fotos que extrajimos de los móviles pensamos que su fallecimiento se tuvo que producir bastante antes”. Así de contundente se ha mostrado el jefe de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía Nacional en Aragón al dar cuenta ante el jurado de las pesquisas del caso.

El también instructor del atestado se ha apoyado en los numerosos mensajes de Whatsapp que aquella jornada se cruzaron desde bien temprano los acusados para intentar imaginar el enorme sufrimiento de la pequeña en sus últimas horas. A modo de ejemplo, ha recordado que a las 13.45 Cristian Lastanao envió una foto “muy dura” a su pareja -que estaba trabajando- en la que “se veía que a la niña se le iban los ojos”.

El rastro de Whatsapp reveló que la madre de Laia también escribió mensajes a su entonces abogada, que residía en Cataluña y le había llevado todos los papeles sobre la custodia de sus tres hijos. “A las nueve y pico de la noche, le envió esta foto -ha explicado, mostrándosela al jurado- en la que dudamos que la niña tuviera aún vida”. Sin embargo, ha destacado el jefe de Homicidios “la central de emergencias no recibe la primera llamada de los padres hasta las 22.49”. “Nadie esperaría más de media hora para llevar a una niña en semejante estado a urgencia, ha apostillado.

Según el instructor del atestado, la autopsia practicada al cadáver de la pequeña fue fundamental a la hora de tomar declaración a la madre y su pareja en calidad de imputados. “La autopsia era brutal. Laia presentaba lesiones traumáticas por todo el cuerpo que solo se las podían haber causado sus padres, que eran quienes se encargaban de su cuidado”.

Risas cómplices de la madre y su pareja

Para evidenciar que los malos tratos e injustificables castigos venían de tiempo atrás, el jefe de Homicidios ha hecho especial hincapié en otra conversación que los encausado mantuvieron por teléfono en noviembre de 2020, apenas tres meses antes de la muerte de la niña. Durante la misma, Cristian envía una foto a Vanesa que ha calificado de “realmente impactante”. “Nunca habíamos visto algo así”, ha dicho. “Laia aparece colgada de una escarpia clavada en la pared a modo castigo. No era un juego, la niña estaba suspendida a 2.04 metros de altura. Porque lo medimos. Y la expresión de pánico y horror de su cara es terrible”, ha contado.

Para la Policía, no menos horrenda fue la conversación de la pareja, ya que Lastanao escribió junto a la imagen “jijiji, por llorar”. A lo que la madre de la menor contestó: “Jajaja”. “Le debía de hacer gracia”, ha apostillado, para recordar que acto seguido los investigados se pusieron a hablar de que tenían que comprar patatas.

La de este martes fue una sesión especialmente dura, en la que a algún testigo le costó contener las lágrimas. «Nos habíamos metido ya en la cama cuando llamaron a la puerta. Era este señor –por el acusado– pidiendo ayuda. Decía que su niña no respiraba. Cuando entré al salón vi a la cría al fondo, tumbada en el suelo sobre una manta. Estaba toda blanquita, con la frente amoratada. Les pregunté si habían llamado al 112, pero yo vi que esa niña estaba ya muerta y llamé a la Policía», relató muy emocionado el vecino del piso de abajo. «Tengo una hija que tenía la misma edad», dijo. «Lo que ninguno me contó es qué había pasado», concluyó.

La hermana de Laia: «Le pegaban los dos, no sé por qué»

El jurado también pudo escuchar hoy a una testigo de excepción: la hermana mayor de Laia, quien cuando se produjo el crimen tenía 9 años. La niña, tutelada ahora por la Generalitat de Cataluña, no tuvo que acudir a la sala de vistas, ya que una especialista se entrevistó con ella después de los hechos en una sesión que quedó grabada como prueba preconstituida (se trata del procedimiento habitual cuando los testigos son menores). 

El magistrado-presidente del jurado, Alfonso Ballestín, autorizó la reproducción de sus explicaciones, lo que permitió ver como una niña abierta y locuaz se tornaba introvertida y esquiva cuando se le preguntaba por los malos tratos que supuestamente se producían en el piso que compartía con sus otros tres hermanos. «Le pegaban los dos, no sé por qué. Laia no se portaba mal nunca», dijo.

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