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El asesinato de la pequeña Laia y el pacto de la vergüenza

El juicio contra Vanesa Muñoz y su expareja, Cristian Lastanao, por la muerte de la niña, de 2 años, ha comenzado este lunes en Zaragoza. Él ha reconocido que acordaron que "si pasaba algo" él admitiría la culpa. Sin embargo, ahora se culpan el uno al otro.

Los acusados, durante el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia de Zaragoza.
Los acusados, durante el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia de Zaragoza.
Oliver Duch

Nunca resulta fácil escuchar el relato de hechos atribuidos a un acusado por asesinato. Pero el trámite se hace si cabe más amargo cuando la víctima es una niña de solo dos años a la que los forenses contabilizaron más de un centenar de lesiones en su pequeño cuerpo, la mayoría contusiones y fracturas causadas por las torturas sistemáticas a las que presuntamente la sometían tanto su madre como la pareja de esta. La menor se llamaba Laia y vivía, si es que así puede definirse el “infierno” al que estaba sometida, junto a sus tres hermanos en un piso de la calle de Isabel Sánchez Arbós de Zaragoza.

Los supuestos verdugos de la niña, Vanesa Muñoz Pujol, de 30 años, y Cristian Lastanao, de 35, negaron este lunes en la Audiencia Provincial ser los responsables de este crimen tan atroz e intentaron justificar lo que a todas luces se antoja injustificable. Como ya habían hecho durante la instrucción del sumario, acabaron acusándose mutuamente de la muerte de Laia, ocurrida el 21 de enero de 2021

En cualquier caso, durante su declaración de hoy, él ha hablado del que sería el pacto de la vergüenza. Un supuesto acuerdo entre ambos para que "si pasaba algo", Cristian cargara con la culpa para que los Servicios Sociales no le quitaran los niños a Vanessa.

Será un jurado compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres  el que a través de su veredicto dictamine si los dos, alguno o ninguno fue culpable. En caso de considerarlos autores del asesinato, el castigo que proponen la Fiscalía y las acusaciones particulares –a cargo del padre biológico de la fallecida y de la Comunidad Autónoma de Cataluña, que tutela a la hermana mayor de Laia– es la prisión permanente revisable.

“Yo no impuse nunca a ninguno de mis hijos un castigo cruel. Nunca le di guindilla, ni ajo, ni tabasco, ni nada picante a Laia. Tampoco la encerraba en el armario. Jamás le froté con caca la cara. Ni lo hice ni sería capaz de hacerlo”, ha explicado la madre de Laia durante su declaración. Según esta, era consciente del maltrato que Cristian ejercía sobre los niños, “porque les gritaba”, pero “nunca” pensó que podría pegarles con semejante violencia. “Ni lo pensé ni lo vi nunca. Delante de mí no era capaz de tocarles un pelo”, ha señalado.

Al preguntarle cómo no pudo ser consciente de las más de cien lesiones que presentaba el cadáver de Laia, su madre ha insistido en que era la única que trabajaba y pasaba casi todo el día fuera. “Si yo no estoy en casa, no los baño y no los visto, no puedo ver esas lesiones”. Lo que sí ha reconocido Vanesa Muñoz que vio fueron las fotos que el acusado le envió con moratones de Laia, o de la niña colgada de un gancho en la pared. “Y me volví loca, me quedé en shock, no supe qué hacer. Mi reacción fue correr a casa a por mis hijos. Tuve que haber avisado a las autoridades, lo sé. Pero tenía miedo de que me quitaran otra vez los niños, porque mi anterior abogada me advirtió de que si dejaba de tener a un hombre a mi lado podría suceder”, ha declarado.

"Quería denunciar, pero estaba en una situación complicada"

“Yo a mis hijos les vi alguna vez marcas -ha proseguido la acusada su declaración-, pero la explicación que me daba Cristian era que se caían y se pegaban entre ellos. Quería denunciar aquello, pero estaba en una situación muy delicada. No solo tenía en contra a Cristian, también a mi exmarido. Yo estaba sola, no tenía ningún apoyo familiar, nunca lo he tenido. Ni de padre, ni de madre, ni de hermanos. Me he criado con los servicios sociales de Cataluña, a los que tengo terror”. La madre de Laia ha dejado claro que tampoco ha tenido jamás confianza en otros servicios sociales, como los de Baleares o Aragón. “Porque todos actúan igual”, ha dicho, “Y si yo no estaba capacitada para ejercer de madre de mis hijos, el juez no debería habérmelos devuelto”, ha agregado la acusada.

Al referirse al día de la muerte de Laia, la madre ha vuelto a cargar contra Cristian Lastanao. “Cuando llegué del trabajo sobre las 18.30, la vi toda amoratada. Me dijo que al ir a buscarla al colegio se le había caído de los brazos por la escalera y que al subirla al coche se le había caído también. Cuando entré en casa, la tenía tumbada. La niña tenía la tripita mal, pero no la vi en un estado que me hiciera pensar que podría fallecer. Lo achaqué a la gastroenteritis que tenía desde hacía unos días”, ha declarado.

Según ha relatado la madre, cuando fueron conscientes del grave estado de la pequeña, su entonces pareja se la quitó de los brazos y la metió en la bañera a ver si reaccionaba. “Yo después intenté reanimarla mediante el boca a boca. Hice todo lo que pude. Finalmente llamé al 112”, ha contado. “Lo que supe después -ha añadido-, porque me lo contó mi hija mayor, fue que el mismo día de la muerte Cristian le dio a Laia una patada en el abdomen. Y de eso murió”.

"Les pegaba flojo para que ella no les diera fuerte"

A diferencia de la madre de Laia, que no reconoció culpa alguna, su excompañero sentimental y padre de su cuarto hijo, se atrevió a confesar  ante el jurado que alguna vez golpeó tanto a la fallecida como a sus hermanos. «Yo les pegaba flojo para que ella no les diera más fuerte. Era una como una advertencia para evitar un castigo mayor, porque Vanesa los maltrataba. Les pegaba por cualquier cosa: por decir palabrotas, por quitarse los juguetes... Le he visto hasta empujarlos contra el marco de una puerta o meterles en la boca su propio vómito», declaró Cristian Lastanao.

Para ilustrar a los presentes en la sala de vistas, el acusado puso un par de ejemplos de lo que, presuntamente, era capaz de hacer Vanesa. «Cuando Laia no quería comer, le daba una guindilla. A veces hasta dos. Y una vez que se cagó en la bañera, le metió la caca en la boca», manifestó. Según este, otra forma de castigar tanto a la pequeña fallecida como a sus hermanos mayores era encerrarlos en el armario: «Al principio eran solo diez minutos, después era durante horas, casi todo el día», aseguró.

Lastanao aprovechó su comparecencia para destacar el fuerte carácter de Vanesa. «Cada dos semanas o así montaba una bronca importante en casa. Y no solo con los niños, a mí me mandaba también alguna vez a dormir al coche», explicó. Lastanao, admitió también aquí que alguna vez se le fue la mano. «En una ocasión me tiró del pelo y yo le di un tortazín, lo asumo. Pero yo vivía amenazado por ella, me decía que me iba a denunciar por malos tratos».

Ante el panorama que dibujó el acusado, el abogado que representa al padre biológico de Laia llegó a preguntar a Cristian Lastanao por qué no hizo nada. El procesado le respondió que «tenía miedo de acabar en prisión». Pero es ahí donde finalmente ha acabado. Y como una especie de prueba del amor que profesaba hacia la madre de su hijo, el encausado reconoció que incluso hicieron un pacto. «Acordamos que si alguna vez pasaba algo, admitiría que la culpa era mía para que no le quitasen otra vez a los  niños», dijo.

El que podría definirse como el pacto de la vergüenza dejaría entrever a todas luces que la pareja era plenamente consciente de su forma de obrar no era ni mucho menos la correcta. Pero de la existencia o no de aquel acuerdo y demás cuestiones será el jurado quien se pronuncie.

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