Caneto, el pueblo que pasó de no existir a tener 50 habitantes y una escuela

El arquitecto Sixto Marín lo cita como un ejemplo "de recuperación exitosa" de un núcleo deshabitado. Los vecinos se concentran hoy en Huesca para evitar el cierre del centro, ordenado por la DGA al no estar legalizado.  

En los últimos años se han rehabilitado todas las casas de Caneto.
En los últimos años se han rehabilitado todas las casas de Caneto.
Heraldo

Adela Viviente, que ejerció durante mucho tiempo como  médico de Tierrantona, decidió irse a vivir en los años 80 a Caneto, otro pueblo del valle de La Fueva. La aldea, hoy en el centro de un debate político por el polémico cierre de su escuela, se encontraba entonces abandonada. La construcción del embalse de El Grado había forzado a todos sus habitantes a marcharse en los 60. 

Adela y otra familia, cada una con cinco hijos, llenaron de vida Caneto, en la comarca del Sobrarbe, a donde solo se podía llegar por una pista forestal. Fue el germen que hizo posible que actualmente las 15 casas estén abiertas y rehabilitadas, con 50 vecinos, 21 de ellos niños, e incluso haya un negocio de turismo rural. 

El arquitecto Sixto Marín, autor del estudio 'Recuperación de pueblos deshabitados', donde analiza 32 experiencias de rehabilitación de núcleos en el Alto Aragón entre 1980 y 2020, entre ellas la de Caneto, lo pone como ejemplo "de recuperación y revitalización exitosa, esforzada y respetuosa con las preexistentes". 

Marín no entiende la polémica actual. "La gente ha recuperado el pueblo estupendamente, los edificios están bien rehabilitados, incluso se ha abierto una casa rural, y hasta donde yo sé la escuela era un proyecto novedoso y experimental. Se puso en marcha y ha funcionado cinco años", comenta. 

"La gente ha recuperado el pueblo estupendamente, los edificios están bien rehabilitados, incluso se ha abierto una casa rural, y hasta donde yo sé la escuela era un proyecto novedoso y experimental"

La CHE lo cedió a la asociación La Senda en los 80 y en este tiempo se han rehabilitado la totalidad de los edificios, manteniendo su volumetría y respetando la trama urbana original, indica el arquitecto. Aunque las calles no están urbanizadas, sí ha habido mejoras en el suministro de agua, se alimenta de luz con placas solares y tiene servicio de internet.

Eduard Jubert es uno de los vecinos, convertido estos días en portavoz de las familias de los 21 niños que desde este martes deben trasladarse al colegio de Tierrantona tras la orden de cierre decretada por Educación porque la escuela, después de funcionar durante cinco años, no está legalizada, asegura la administración. 

"Cuando llegaron las dos familias en los 80, cada una con cinco hijos, se abrió una escuela rural en la ermita. El pueblo tuvo su momento de esplendor entonces pero cuando crecieron los niños se marcharon fuera", explica Jubert. Hace seis años, algunos de los hijos de estos dos matrimonios decidieron volver al pueblo donde nacieron y junto con ellos llegaron amigos, como es el caso de este vecino, natural de Barcelona pero que lleva 20 años en Aragón. "Siempre habíamos tenido la ilusión de vivir en una zona rural", dice. "Algunos ya teníamos hijos. Nos tocó reconstruir los edificios, que no fue una tarea fácil, porque nos vinimos al pueblo sin tener casa".

Vecinos de Caneto en una fiesta infantil.
Vecinos de Caneto en una fiesta infantil.
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La reconstrucción duró dos años. Los niños eran pequeños y se organizaron entre los padres para cuidarlos y poder conciliar con su vida laboral. Al llegar a la edad de escolarización se le planteó al alcalde de la Fueva, Ramón Laplana, la posibilidad de abrir una escuela. Él fue uno de los que más luchó, dice Jubert, para que este pueblo pasara de no existir a tener 50 habitantes. "Se pusieron los servicios necesarios y la administración nos ayudó en esta repoblación. Uno de los pasos fue abrir una escuela para que nos quedáramos en este pueblo". Aclara que pese a que todos se ayudaron, "aunque esto suene muy hippie, no somos una comuna, cada uno tiene su casa".   

Todo el proceso lo ha seguido de cerca el que hasta el pasado mes de junio era alcalde de La Fueva, Ramón Laplana, cargo que ocupó durante tres décadas. "El pueblo estaba abandonado totalmente. La CHE lo cedió junto con decenas de hectáreas a una agrupación con el beneplácito del Ayuntamiento. Yo ya era alcalde". 

La administración local  y el departamento de Educación de la DGA rehabilitaron la ermita como escuela para las dos familias numerosas iniciales. "Estuvo funcionando hasta que se quedó sin críos porque se fueron a estudiar al instituto de Graus. Después de muchos años, los nuevos que llegaron volvieron a pedir ayuda al Ayuntamiento", recuerda. 

En una casa de madera crearon el núcleo del colegio con dos profesores. "No querían llevarlos ni a Graus ni a La Fueva porque eran muy pequeños y hay casi una hora de viaje por una carretera que entonces no estaba ni asfaltada". Se compró luego otro bungaló y se llevó el abastecimiento de agua. "El Ayuntamiento invirtió 20.000 euros y la Diputación, 30.000. La luz funcionaba con placas solares, como el resto del pueblo. También se llevó internet al centro con el proyecto de extensión de banda ancha de la Diputación. Hay desagües, baños...", indica el exalcalde, que no entiende por qué la DGA dice que no cuenta con estos servicios.  

Una de las casas rehabilitadas en los últimos años.
Una de las casas rehabilitadas en los últimos años.
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En los últimos años se ha trabajado en regularizar la situación curricular, "y eso se solventó", señala Laplana, pensando sobre todo en el salto de los niños al instituto de Graus, un obstáculo que se solventó. "Ellos plantearon ante Educación un programa especial de estudio relacionado con el medio natural, que ya existe en Cataluña e incluso hay otro centro en la provincia de Huesca, en Foradada del Toscar. Es una educación nueva que la ley ampara".  

Ramón Laplana atribuye todo el problema a que la escuela está en suelo no urbano. "No había sitio para hacerla en el pueblo y se montó a 150 metros, en unas fincas yermas". El municipio no tenía Plan General de Ordenación Urbana pero hace unos años empezó a tramitarlo. "Incluimos ese uso en el plan, con permiso de la CHE para dedicar esa zona a servicios socioculturales". El PGOU quedó bloqueado cuando las empresas que proyectan hacer los polémicos parques solares en La Fueva recurrieron las limitaciones impuestas por la corporación municipal. 

Para solventar este vacío legal, y hasta la aprobación del PGOU, la anterior consejería adscribió el centro con el mismo número que el colegio de Tierrantona, la otra escuela del municipio, donde están matriculados los niños. De ahí que el nuevo equipo de Educación haya alegado que en el Registro de Centros Docentes no Universitarios de Aragón no consta la existencia de una escuela en la localidad de Caneto y que los reiterados informes de los técnicos de la DGA han sido todos desfavorables para la creación del mismo, al no estar en suelo urbano. "Ha funcionado cinco años. Si falta algún servicio, que lo pongan", concluye Ramón Laplana.   

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