Heraldo del Campo

Trashumancia en Aragón: operación salida para medio millón de reses

El movimiento de ganado se intensifica estos días camino a los pastos frescos de verano. Hasta las montañas aragonesas llegan rebaños de todo el país, sobre todo de Cataluña, Castilla y León y Navarra.

Unas 2.000 ovejas de Casa Pubill, de Arén, hacen la trashumancia al valle de Boí.
Unas 2.000 ovejas de Casa Pubill, de Arén, hacen la trashumancia al valle de Boí.
NURIA CASTELLS

El inicio del verano pone en marcha la Operación Salida en las carreteras con millones de desplazamientos. Pero también se van de ‘veraneo’, en este caso con destino de los pastos frescos de la montaña, miles de ovejas y vacas, que a veces compiten con los conductores cuando las antiguas cabañeras atraviesan el asfalto.

El paso de las dehesas de invierno a las de verano se intensifica en estos días. Es habitual ver grandes rebaños atravesando cascos urbanos camino a su destino estival. Pero, ¿cuántos animales se mueven a los pastos de Aragón a lo largo del año? ¿y cuántos van desde esta Comunidad a otras tierras en busca de alimento fresco?

En Aragón, la trashumancia mueve a más de medio millón de animales: 438.200 ovejas y 83.094 vacas. Solo dentro de la Comunidad Autónoma se desplazan 437.255 reses de ovino y 41.137 de bovino. Las montañas aragonesas atraen también a ganaderos de todo el país, sobre todo de Cataluña (15.997 ovejas), Castilla y León (21.948) y Navarra (15.117), y en menor volumen de Andalucía (853), Castilla La Mancha (1.535), Extremadura (1.074) y Valencia (7.023). Incluso del Principado de Andorra (92). Pero también hay pastores aragoneses que optan por ‘emigrar’ a esos lugares (casi 75.000 ovejas y 2.400 vacas).

José Luis Castell, de Casa Pubill, en Arén, acaba de desplazar a 3.500 ovejas desde sus hogares de invierno. Una parte se van a la sierra de Sils, en Sopeira, y otra al valle de Boí, en la vecina Ribagorza catalana. Es uno de los mayores ganaderos del norte del país, con 11.000 reses.

José Luis Castell, acompañando al rebaño por la carretera, el momento más comprometido.
José Luis Castell, acompañando al rebaño por la carretera, el momento más comprometido.
Nuria Castells

"Si el tiempo no es malo, no hay tormentas y el pastor sabe lo que se lleva entre manos, pasar el verano en el monte no supone problema. Es la felicidad absoluta, para los ganaderos y para los animales", explica Castell, cuyas ovejas han atravesado caminos, barrancos, puentes, túneles, ríos, y lo que es peor carreteras. En invierno el viaje lo hacen hacia el sur, a los Monegros, pero en este caso en camión.

Él se queja de la falta de mantenimiento de las cabañeras. "Llevó pasando por Sirés (Bonansa) más de 30 años, alguna vez con 6.000 ovejas, y desde hace tres reivindicando que se limpie porque la cabañera está llena de maleza. Para pasar ahora 1.600 hay que ir con cuatro o cinco personas", se lamenta.

Cada día es más difícil hacer el camino, dice el ganadero de Arén, recordando que las 20.000 o 30.000 ovejas que subían en verano a la sierra de Sils se han quedado en unas 6.000. En su opinión, hay dos problemas principales: el "total abandono por parte de la administración" de los caminos; y la complicada convivencia con los conductores en la carretera.

Los nervios de los conductores

"En la nacional nos acompaña una patrulla de la Guardia Civil, pero a veces los conductores pierden los nervios. Nos han dicho de todo. Se ha perdido el respeto, y por eso es mejor ir con una pareja de guardias. Aunque hay que decir que predominan las personas educadas que se lo toman con paciencia". Por la N-230, una carretera con mucho tráfico, tuvieron que caminar 5 o 6 kilómetros. No hay alternativa.

Una vez en la montaña, el pastor que se quede con ellas en la montaña seguirá allí todo el verano. Solo bajará un día a la semana. "Ahora las casetas que hay son un chalé comparadas con las que había", comenta Castell.

Mientras pueda seguirá haciendo la trashumancia, porque, como dice, aunque suponga un esfuerzo, "el ganadero tiene la obligación de que los animales se alimenten bien". En su opinión, el sector se enfrenta a dos problemas principales: la falta de pastores y las trabas burocráticas. Y un obstáculo añadido en los últimos años, la presencia de los grandes depredadores. Castell ha estado en todas las concentraciones de protesta contra el oso y el lobo, y afirma que estaría dispuesto a retirarse "si por la noche no puedo descansar sabiendo que mis ovejas están amenazadas".

Camino a Formigal

Carlos Gistau, de Castejón del Puente, coincide con Castell en que el asfalto es el principal escollo. "Hay días que hemos hecho hasta 20 o 23 kilómetros, vamos por los caminos de la cabañera, pero también tenemos que pasar por la carretera, es lo peor", reconoce este ganadero que ya tiene a su rebaño en las montañas de Formigal, que habitualmente pueblan los esquiadores entre los meses de noviembre y abril y que desde mediados de mes son la morada de verano para un rebaño de 3.500 ovejas.

Su paso por estos prados ayudará a regenerar la cubierta vegetal que a partir del otoño se cubrirá de nieve para transformarse en un centro turístico invernal. El ganado recorrió 180 kilómetros repartidos en 11 días de ruta, un viaje más largo del que harán algunos veraneantes.

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