'Voyeurs' inmobiliarios en Aragón: "En vez de ir a la pista de esquí van a visitar un piso"

La figura del turista de inmuebles, que hace visitas sin querer comprar los pisos, ha crecido con el paso de los años en la Comunidad. 

Una vivienda de Landa Propiedades a la venta en la urbanización El Zorongo por casi 600.000 euros.
Una vivienda de Landa Propiedades a la venta en la urbanización El Zorongo por casi 600.000 euros.
Landa Propiedades

"Abstenerse curiosos". Hace no muchos años que los anunciantes de pisos en los portales inmobiliarios colocaban esa coletilla al final de su oferta para evitar que el 'voyeur' inmobiliario de turno le hiciese perder el tiempo. Pero el fenómeno no ha echado el freno en Aragón, donde muchos fisgones todavía conciertan cita para visitar el inmueble con ninguna intención de comprarlo.

Hay numerosas encuestas en España que ratifican esta realidad. Ocho de cada diez usuarios de los portales inmobiliarios ojea los anuncios simplemente por placer visual. El perfil medio es el de un hombre de entre 36 y 55 años. Pero, ¿qué es lo que lleva a alguien a ir a visitar un piso que no quiere comprar en su tiempo libre? Es por puro cotilleo, por decir "he estado en un lujoso ático a la venta en la avenida de Gómez Laguna", ejemplifica Fernando Baena, el presidente de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Aragón.

Expertos del sector aseguran que, aunque no es una situación habitual, todavía pasa que las personas que no tienen ningún interés en comprar una vivienda visiten algunas de las anunciadas. "Es inevitable", comenta Baena. Se da especialmente en pisos con algún atractivo especial: chalés, dúplex, viviendas con piscina... "A veces se nos cuela alguien para alcahuetear", añade. Personas que están de ruta por una casa con un valor de 700.000 euros cuando, habitualmente, no podrían comprar una por 200.000 euros.

Un chalé a la venta en la avenida de la Ilustración, la calle más cara para comprar vivienda en Aragón y en Zaragoza.
Un chalé a la venta en la avenida de la Ilustración, la calle más cara para comprar vivienda en Aragón y en Zaragoza.
Garlan Selection

En algunas ciudades grandes (especialmente en las que más producto de lujo concentran) algunas inmobiliarias solicitan un aval bancario antes de hacer la visita. "Es normal que el que tiene un 'chaletazo' en Marbella por 10 millones quiera pedir un aval de 5.000 euros", asevera Fernando Baena. En el caso de Aragón, el presidente de los API asegura que no se ha llegado nunca a ese extremo.

Es bastante probable que incluso alguien leyendo este artículo haya tenido la tentación. De hecho, es muy común cotillear en Idealista o Fotocasa algunos pisos 'suculentos' e inalcanzables y comentarlos con algún amigo. Pero ir a visitarlo puede suponer traspasar el límite, ya que implica una pérdida de tiempo para el agente inmobiliario, además de ocupar un hueco en la agenda que podría haber sido aprovechado por alguien con un interés real por el inmueble.

"De alguna forma los profesionales intentamos hacer un filtro para que los visiten gente con interés de comprarlos, pero es inevitable. Por correo o por teléfono no puedes saberlo", reconoce Fernando Baena. En todo caso, lo que hacen algunas inmobiliarias es aplazar la cita a la semana próxima y ver cómo reacciona el cliente. "Si lo quieren visitar en el día sí o sí, es raro", asevera. La criba se endurece especialmente cuando la persona que vende el inmueble todavía vive en él. "Si no, tenemos las llaves y lo que nos provoca es una pérdida de tiempo de dos horas", dice. Además, hace que crezca la desconfianza en el vendedor.

Se trata de un chalé a la venta en la calle más cara para comprar una vivienda de Zaragoza, la avenida de la Ilustración.
Imagen de la casa más visitada de Aragón en Idealista el pasado verano.
Apiburgos

David Torres, 'personal shopper' inmobiliario en Zaragoza, también conoce algunos casos de compañeros de profesión que han sufrido el fenómeno denominado 'voyeur' de hogares a la venta. "Para contratar mis servicios viene gente con las ideas más claras, que no quieren perder el tiempo con su compra", expresa. Muchos de estos ojeadores buscan viviendas de lujo, que al fin y al cabo son los más reacios a que extraños entren en sus hogares donde suele haber objetos de valor. En muchas ocasiones, ni siquiera se colocan imágenes del piso a la venta por privacidad, aunque los expertos inmobiliarios inciden en que cuanta más información tenga el anuncio más visitas recibirá.

Otro de los destinos que despierta pasiones entre los cotillas es el Pirineo. El encanto de muchos de sus hogares empedrados provoca que más de uno haga un tour inmobiliario y se vuelva por donde ha venido, sin gastar ni un euro. "A mí me pasa y bastante. En Jaca, hay muchos días que la gente se aburre y uno de los entretenimientos en vez de ir a la pista de hielo es ir a ver casas", comenta Bryan Rufas, gerente de la inmobiliaria Bienes Raíces.

Fachada del chaflán a la venta en Zaragoza por tres millones de euros.
Fachada de un chaflán a la venta en Zaragoza por tres millones de euros.
Indiqa Servicios Inmobiliarios

También se da la circunstancia de fijar un día en el calendario para ver un piso y que nadie se presente, se lamenta Rufas. No obstante, a aquellos que visitan una finca sin interés se les cala pronto. "Lo notas en su lenguaje corporal, les ves la actitud. La compostura, cómo se mueven... El cuerpo habla mucho", dice Bryan Rufas. Aunque esto tampoco es nuevo, ya que antes los escaparates de las inmobiliarias se llenaban de parejas o amigos husmeando entre las diferentes ofertas. Lo de ahora es una evolución.

Viene dada, sobre todo, por el auge de los portales inmobiliarios, que ya permiten conocer una vivienda en su totalidad sin visitarla gracias a las fotos y los 'tours' virtuales; el 'home staging', que es esa técnica que utilizan las agencias para decorar un inmueble y que sea más apetecible a ojos del comprador; y la presencia cada vez más constante de cuentas en TikTok e Instagram que enseñan el interior de mansiones y pisos de lujo con vídeos detallados. Y es que, ¿quién no quiere ver por dentro ese edificio señorial que le impresiona de camino al trabajo, o ese chalé en el horizonte que le hace cosquillas en el estómago?

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