La fértil relación de la arquitectura zaragozana y las "formas de caracol"

La nueva escalera helicoidal de la facultad de Filosofía y Letras causa fascinación. No es el único ejemplo de espirales en el patrimonio urbano.

Dos vistas de la escalera de Filosofía y la "secreta" del Paraninfo.
Dos vistas de la escalera de Filosofía y la "secreta" del Paraninfo.
Heraldo

Entre murales cerámicos y vanos adintelados, la escalera de la nueva facultad de Filosofía y Letras está causando sensación. Su voluptuosidad, su recorrido helicoidal y su aparente ligereza la hacen objeto de infinidad de fotografías, que están dando el salto -incluso- a las redes sociales.

La arquitectura de Zaragoza tiene una estrecha relación con estas formas espirales, que pueden hallarse en parques, plazas, edificios públicos y viviendas privadas. ¡Incluso un centro comercial en el corazón de Independencia está consagrado a la forma del caracol! Algunos ejemplos históricos rivalizan en belleza con la nueva escalera y otros que también podrían hacerlo, lamentablemente, han sucumbido a la piqueta. ¿El último ejemplo? El del que fuera hasta hace unos años concesionario de Opel Iglesias en la avenida de Cataluña, que llegó incluso a ganar un premio Ricardo Magdalena por las bondades de su diseño y se distinguió con un accésit del García Mercadal al edificio mejor construido de Aragón. El concesionario tenía una preciosa escalera de caracol volada que no tardó en vandalizarse cuando el espacio quedó en desuso y que se derribó apenas una década después de recibir los premios.

La rampa que servía para la escalera del antiguo concesionario de Opel.
La rampa que servía para la escalera del antiguo concesionario de Opel.
F. Jiménez

“En los manuales de arquitectura suele decirse que la columna de Trajano de Roma popularizó las escaleras de caracol. Estamos hablando del siglo II. Desde entonces y hasta la fecha ha sido un elemento muy recurrente cuando hay que salvar alturas con muy poco espacio”, explica la arquitecta María Arilla, al tiempo que cita numerosa bibliografía acerca de la espiral de Fibonacci, muy presente también en cerámicas y rejerías. En Zaragoza humildes escaleras de caracol pueden verse en las bodegas de muchas viviendas del Casco Histórico (las que debían estar comunicadas internamente en la época de los Sitios) y en las torres de las iglesias para ascender hasta los campanarios.

"Cualquier arquitecto que quiera distinguirse explora los ángulos más obtusos y las curvas más complejas", opina José María Sorando, profesor de matemáticas, que ha estudiado la aproximación de las matemáticas al mundo más cotidiano y que es autor también del blog ‘Lo que veo en Zaragoza’. Los expertos coinciden en señalar que la Exposición Internacional de 2008 acercó "arquitecturas más arriesgadas y atrevidas" a la ciudad, como demuestran los nuevos puentes sobre el Ebro o algún que otro jardín vertical que luego han aparecido también en la traza del tranvía. Las formas hasta la fecha eran limpias y ordenadas (véase las farolas de Independencia, el pseudo código de barras de Puerta Cinegia o los cubos de la Seo y la Romareda) pero poco a poco se ha ido dando paso a hélices, espirales y hasta grupos escultóricos inspirados en campanas de Gauss.

La ola en la techumbre de la estación de Goya.
La ola en la techumbre de la estación de Goya.
Guillermo Mestre

Códigos matemáticos se ven claramente en, por ejemplo, la estrella octángula estudiada por el astrónomo Johannes Kepler que abunda en la plaza de Europa: junto al gran obelisco, luce en sus postes de iluminación y también se dibuja proyectada en el pavimento del suelo. En formas más suaves y cercanas al óvalo -y sus muchas posibilidades- se pueden ver en el parque natural de La Alfranca, diseñado por el arquitecto Carlos Martín La Moneda, uno de los máximos referentes nacionales en geometría sagrada. A su mano -y a la "tradición oral de los maestros constructores"- se deben también algunas de las más celebradas zonas verdes del Corredor Oliver-Valdefierro, como el parque que se resuelve en círculos que hacen una suerte de anfiteatro natural. "También, con una base en círculos concéntricos hicimos en Estercuel parte de la pavimentación de la plaza donde se celebra la Encamisada", comenta el arquitecto.

La espiral en el jardín de rocas de La Alfranca, de Carlos Martín La Moneda.
La espiral en el jardín de rocas de La Alfranca, de Carlos Martín La Moneda.
Heraldo
Los círculos concéntricos del parque del Oliver.
Los círculos concéntricos del parque del Oliver.
Heraldo
Planos de la distribución de la Alfranca, con referencias a la geometría sagrada.
Planos de la distribución de la Alfranca, con referencias a la geometría sagrada.
M. La Moneda

¿Más ejemplos de suaves olas en la rotunda arquitectura? La techumbre de la estación de Cercanías de Goya es lo que los urbanistas conocen como "una superficie doblemente reglada": la cubierta tiene 1.170 metros cuadrados y presenta una forma ondulada como las que caracterizan al Guggenheim. Singularísimo es también el caso del zigurat del parque lineal de Plaza, una especie de torre de Babel, que se integra entre los tres laberintos y el enorme lago de la zona verde. Esta escultórica atalaya tiene 12 metros de altura, con acceso en rampa y construida en chapa de acero perforada.

El zigurat es una de las construcciones más singulares del parque lineal de Plaza.
El zigurat es una de las construcciones más singulares del parque lineal de Plaza.
Heraldo
Otra vista de la misma suerte de torre de Babel.
Otra vista de la misma suerte de torre de Babel.
Guillermo Mestre

"Lo más cercano y común a la nueva escalera de Filosofía -no obstante- son otros peldaños en caracol que pueden recorrerse en muchos inmuebles de Zaragoza: desde la Fnac hasta el edificio del Seminario", comenta el interiorista Alejandro Pueyo, que cita también la Torre del Agua como un "continente" (vacío de contenido) con una larguísima escalera en espiral que recorre todas sus plantas.

Muchas de las más bellas escaleras de caracol, sin embargo, son discretas y permanecen casi ocultas a la vista de los viandantes como puede suceder con la que lleva al carillón de la Diputación Provincial, en la azotea del palacio de Sástago, o la que sube a las terrazas del Paraninfo. El último piso de la Cámara de Comercio, junto al faro que aparenta guiar a la ciudad, también cuenta con una escalera de caracol metálica, que asciende hasta casi el chapitel tras un estrechísimo recorrido acristalado.

La parte superior de la biblioteca de la DPZ en el palacio de Sástago.
La parte superior de la biblioteca de la DPZ en el palacio de Sástago.
Heraldo

De vuelta a la sede de la DPZ en la plaza de España, una de las escaleras más sencillas y a la vez majestuosas es la de la biblioteca modernista, que está hecha en hierro forjado y en tonos dorados. Las barandillas tienen motivos vegetales y cuentan que el diseño original es de Ricardo Magdalena en 1889. Todo en la biblioteca (el mobiliario, los sillones, las lámparas y los estantes) es una delicia y resulta tan desconocida para los zaragozanos como algunos patios del Casco Histórico, en los que sí reparan los profesionales.

La interiorista Ruth Barranco cita una "muy curiosa dentro de un piso de calle de Alfonso I". "Es como un dúplex decimonónico. Yo no había visto nada semejante dentro de una residencia antigua", afirma. Otras de las que destaca son las de los Escolapios de Conde de Aranda y la de la residencia del siglo XIX de Francisco de Borja Urzaiz y Leonor Sala, matrimonio que se recuerda porque, gracias a su mecenazgo, fueron construidas las dos torres que dan al Ebro de la basílica del Pilar.

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