Descubre los pueblos bonitos de Aragón con el guapo subido en primavera

Hay muchos entornos de Aragón que destacan por su cariño hacia las flores como elemento ornamental sin contar con lo bonito que es pasear por sus calles.

Belmonte de San José.
Belmonte de San José.
Laura Uranga

La primavera ya está aquí. Una de las primeras señales de que el cambio de estación andaba cerca fue el comienzo de la floración de los almendros, que hace ya unos días marcaba esa tradición tan importante en Japón; Aragón no se queda atrás, desde Bolea a Valderrobres, Alpartir, Calanda o Chodes. Por otro lado, el programa Villas en Flor comenzó hace algo más de un lustro y también ha venido premiando anualmente a localidades que cuidan su aspecto floral, por convencimiento de vecinos y responsables municipales.

Hay muchos puntos de Aragón que destacan en este aspecto, y tres de ellos son Belmonte de San José (comarca del Bajo Aragón, Teruel), Lituénigo (comarca de Tarazona y el Moncayo, Zaragoza) y Sopeira (la Ribagorza, en Huesca). Cuarte de Huerva, Daroca, Brea de Aragón, Ontinar del Salz, Tardienta, Barbastro, Morillo de Tou o Gúdar son otros puntos de Aragón que destacan por su cariño hacia las flores como elemento ornamental.

Flores en Belmonte de San José

Además de un casco urbano precioso, con la piedra especialmente cuidada, Belmonte de San José presume de sus siete ermitas, su nevero en la ruta de las Bóvedas del Frío, iglesia con órgano que aún sigue sonando con regularidad y un gusto por la decoración que incluye flores. Es costumbre de los vecinos decorar sus ventanas enrejadas y entradas de las casas con flores, pero hay un lugar que destaca especialmente: la calle de la Vicaría, corta y en cuesta, que cuando la temperatura y el momento del año lo permite se llena de flores muy bien cuidadas.

Vista de una calle de Belmonte de San José lleno de macetas con flores.
Vista de una calle de Belmonte de San José lleno de macetas con flores.
Laura Uranga

Lituénigo, el pueblo de los cuentos

Tiene el Moncayo muy cerca, dos láminas de aguas a diferentes alturas del monte que reúnen a caminantes y aficionados a los picnics, y una feria a principios de verano que recuerda los oficios perdidos. Hay magia por todos los lados Este pueblo parece escenario de fábulas de los hermanos Grimm, y el detalle de las flores colabora a la sensación. Villas en Flor premió su “alta densidad de espacios y rincones floridos, por el buen nivel de limpieza y la adecuación de los pavimentos, muros y edificaciones con el entorno floral”.

Dibujo de la localidad de Lituénigo lleno de flores.
Pintura de la localidad de Lituénigo lleno de flores.
Laura Uranga

Sopeira, hermoso rincón entre las rocas

Este pueblo de la Ribagorza está al pie de la pared de Sant Cugat, lugar de escalada muy cotizado entre los especialistas y en un recodo del Noguera Ribagorzana. Cuenta con uno de los monasterios mejor conservados y más antiguos de la provincia, el de Alaón, y una fuente de agua potable a la que se atribuyen excelentes propiedades, y que la gente viene a buscar en garrafa. Sus zonas verdes son especialmente hermosas en primavera y otoño, y el embarcadero un lugar privilegiado para los amantes de las buenas fotos. El tomate reina en la huerta, y las flores en calles y ventanas; los vecinos están orgullosos de ese detalle de belleza del pueblo, que reconoció Villas en Flor en 2018. 

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