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GR 268: la odisea que te lleva a Yeba, Buerba y San Úrbez

Esta aventura de seis etapas andariegas y 94 kilómetros recorre dos parques nacionales y multitud de enclaves despoblados

Alberto Marí#n, zaragozano mudado tiempo ha al Pirineo, se califica de “repoblado, como las truchas, desde 1999”; fundó Senderos de Ordesa (senderosordesa.com) en Aínsa hace diez años, toda una aventura en el plano empresarial. La semana pasada emprendió otra odisea, más breve en el tiempo pero igualmente ilusionante: caminar por primera vez con un concepto empresarial el GR 268, sendero que une la ciudad de Huesca con la ermita de San Úrbez, en pleno Sobrarbe; el templo pertenece a Fanlo y está en la misma linde del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, junto al popular Cañón de Añisclo. El recorrido es al mismo tiempo una oda a la naturaleza y una invitación a la reflexión, apoyada en los numerosos despoblados que se visitan.

“Tengo formación de guía de montaña y he trabajado en empresas de turismo de aventura de la zona, principalmente en el tema barrancos. Muchas veces, eso sí, me daba cuenta de que llevaba familias a alguna actividad de barrancos y lo hacían porque no veían una oferta de senderismo más convencional. También me he formado en educación ambiental y soy un defensor del ecoturismo, así que con el impulso de un amigo me decidí a montar algo para esa oferta concreta, sin dejar atrás el otro segmento cuando surja la petición”.

Conjunción de factores

El foco de la firma, empero, está ahora en caminar, observar y disfrutar en la naturaleza (y con ella, de hecho) a la máxima expresión. “En este último año y medio, todos hemos tenido más tiempo para pensar y planear. Estando parados en casa, buscaba nuevos productos turísticos; este sendero se terminó de arreglar justo antes de la pandemia y se quedó sin estreno formal. Me llamó una agencia holandesa especializada en viajes de bajo impacto ambiental, y me propusieron hacer algo a cuya salida se pudiese llegar en transporte público. Ahí vi la luz con el camino de San Úrbez, teniendo en cuenta que el tren llega hasta Huesca”.

Se trata de un ‘trekking’ que aúna patrimonio, historia y un paisaje tan cambiante como rico. “Lo de buscar sitios un poco salvajes también lo fomentó el covid -ríe- y como yo andaba picado por el mosquito del Sobrarbe, cuyo efecto es querer quedarte allá, también pesó el factor de cercanía. Quiero señalar que el proyecto de este camino tiene mucho que agradecer al esfuerzo de Óscar Ballarín, de Aínsa, que lleva adelante un blog llamado ‘A pies descalzos’, centrado en los romeros de San Úrbez. No solo fue limpiando el camino e investigando sobre él, sino que movilizó a amigos con este propósito. Este germen voluntarioso lo recogieron las comarcas de la Hoya, del Alto Gállego y el Sobrarbe junto a la Federación Aragonesa de Montaña para establecer el GR 268, que sigue un antiguo camino de peregrinación datado en el siglo VIII”.

El recorrido

El GR 268 supone seis etapas andariegas y 94 kilómetros. “Hace falta cierta condición física, un buen fondo y motor diesel para mover las piernas; las jornadas son largas, una media de ocho horas diarias de caminata incluyendo las paraditas para reponer fuerzas. El primer día es de toma de contacto, porque vas por los campos de cultivo y el embalse de Montearagón hasta llegar a Chibluco, junto a la Pirotécnica Oscense; es plana, se lleva algo más de tres horas y sirve para calentar motores. Eso sí, la segunda etapa ya empieza a picar, porque hay que llegar a Nocito, con 1.100 metros de desnivel en 25 kilómetros, que costó nueve horas y media”.

Alberto no oculta las dificultades coyunturales del recorrido, y detalla sus remedios logísticos. “Nos preocupaban las zonas sin cobertura bastante distanciadas entre sí, por lo que pensamos muy bien la ruta para mantener un nivel de seguridad aceptable; combinamos los contactos por el teléfono móvil con walkie-talkie y un ‘tracker’ que funciona con GPS y sirve para pedir ayuda con una señal encriptada; esa señal va a una central de emergencias en Estados Unidos y activa el 112 de aquí. Tenemos un coche de apoyo 4x4 que mueve las maletas y se va posicionando en lugares clave para una asistencia rápida”.

La tercera jornada va de Nocito a Laguarta. “Vuelves a atravesar la ‘nada’ en cuanto a cobertura, y pocos lugares de descanso. Son otras ocho horas largas, con 900 metros de desnivel; vemos varios pueblos abandonados y paisajes muy bonitos. La etapa más fácil es la siguiente, que sale de Laguarta y comienza con 400 metros de desnivel positivo hasta las mallatas de Albella y la Guarguera, para seguir luego 800 metros cuesta abajo hasta la ribera del Ara, casi dos horas de descenso. Nos pilláis en la penúltima etapa hasta Buerba, 20 kilómetros, y la parada técnica es aquí en Yeba, un pueblo precioso; además, el otoño es una época de lujo para esta andada. Hoy subimos 600 metros y bajamos 900 tras cruzar dos sierras, el Portillo de Yeba, bajamos al cauce y subimos de nuevo a 1.200 metros en Buerba”. Francisco Buesa Giraute es de Yeba, vive en San Lorenzo del Flumen y está de ‘guardián’ de su pueblo muchos días. Saluda a los viajeros: a Miguel, vecino de Fiscal, lo conoce.

Alberto hace hincapié en el apoyo de Alberto Andrés y su agencia Pyrenees Travels, que comercializa los viajes, además de la asistencia de la empresa de guías Ojos Pirenaicos. El viaje piloto está dando mucha información útil para hallar el perfil de cliente ideal para este viaje, aunque en esta primera marcha hay perfiles variopintos. “Aquellos que hayan hecho el Camino de Santiago disfrutarán aquí, es atravesar Huesca de sur a norte por dos parques nacionales como Guara y Ordesa, con todos sus tesoros”.

Los primeros expedicionarios

Ida Wendt es alemana y vive en Holanda, en Maastricht; ama el ejercicio y suele remar en el río Mosa. “Es una larga excursión con días duros; en Alemania decimos que aventuras así tienen un hilo rojo que las liga a la historia, en este caso la de un santo. Vemos ermitas, no son casualidades en el paisaje, y Alberto nos explica el modo de vida de la gente en los sitios que visitamos, antes y ahora”. Soledad Pascual es de Bisaurri, en el valle de Benasque. “Esta experiencia me viene de maravilla para desconectar después de una temporada de verano con mucho trabajo. De cada sitio te llevas un recuerdo bonito. A la belleza del paisaje estoy acostumbrada, pero no dejas de sorprenderte”. Ana Andrés, de Salamanca, suele venir por el Pirineo. “La zona es impresionante para mí; las cuestas cuestan, valga la redundancia, y las bajadas tienen su exigencia también, pero todo vale la pena por ver esos sitios donde se ha parado el tiempo”.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

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