aragón es extraordinario

En Torres de Albarracín sí saben meterse en harina

José Luis Delgado y Pili Jericó se han mudado este año desde Valencia para llevar el bar de la Harinera del Carmen, que también es un museo dedicado a este ingrediente fundamental en las cocinas

Pili Jericó lleva la cafetería, bar y museo Harinera del Carmen en Torres de Albarracín, sita a pie de carretera, nada más entrar al pueblo desde la cercana capital comarcal de Albarracín. Viene de Valencia, como su marido José Luis Delgado, aunque en el caso de él se trata de un retorno a las raíces. "Nació aquí, sus padres y hermanos viven aquí… y ahora nosotros también vivimos aquí. He insistido aún más que mi marido en dar este paso, aunque él dejó un trabajo en el que llevaba 20 años para asumir esta aventura: lo tuvimos claro". No son los únicos recién llegados; una pareja canaria con un hijo también se ha instalado hace nada en el pueblo.

Pili tenía ganas de trabajar, y en Valencia se le complicaba el asunto por la atención a sus dos hijos. "Allí no contábamos con la ayuda de abuelos o parientes, así que yo me ocupaba a tiempo completo, porque el trabajo de José Luis es llevar camiones y excavadoras en la construcción. Ya pasábamos muchos ratos en Torres; de hecho, nada más acabar el curso del colegio veníamos aquí y nos pegábamos dos meses largos en el pueblo. El verano pasado trabajé con la gente del parque de las tirolinas, Albarracín Aventura, encargándome de la limpieza de los Apartamentos La Harinera que están aquí al lado, y estuve a gusto en la faena. Además, ver a mis hijos entrar y salir de casa y moverse tranquilamente, que es lo que da un pueblo, me parecía fantástico. También probé un poco el tema de hostelería, que me gustó, y el verano de 2020 ya se comentaba que este espacio iba a salir a licitación. En octubre del año pasado ya estaba haciendo papeles, y nos lanzamos. En enero de este año me vine yo con los chicos, y José Luis llegó en marzo".

La valenciana no oculta su satisfacción por demostrarse a sí misma que ha podido y puede bien con la tarea. "Aún soy joven, quería hacer más aportes a la familia y que mis hijos tuviesen otras riquezas vitales que no da la ciudad; el pequeño, con 10 años, es feliz. A la mayor, con 16, le ha costado un poco más, y es lógico, pero ya tenía sus amigos de los veraneos aquí y ya se ha hecho. Están escolarizados en Albarracín".

Teniendo un bar, lo de la tranquilidad es relativa, aunque sea en un pueblo con censo escaso. "La gente se ha portado de maravilla, nos han apoyado desde el primer día. Fíjate que abrimos en marzo, cuando no podía venir nadie de fuera, ni siquiera los de Teruel, pero con los jóvenes de los pueblos cercanos ya tuvimos afluencia a diario. Bueno, menos los martes, que cerramos".

Tanto Pilar como su hija se acercan de vez en cuando por Valencia a dar una vuelta a sus amistades. "Ella se coge el tren y se planta allá tan ricamente a ver a sus amigas; yo llevaba desde junio sin bajar pero me voy ahora unos días en octubre. Con el pequeño también hacemos escapadas a ver a su pandilla. Mi marido tiene el trabajo aquí, en una empresa de Tramacastilla, donde ejecuta las mismas funciones que cumplía en Valencia; cuando se enteraron de que veníamos lo llamaron, así que el aterrizaje en la sierra ya fue con trabajo para él. Curiosamente, su primer contrato fue en la Harinera de Torres como camionero. Ha vuelto exactamente al sitio del que salió, 20 años después".

Verano intenso

Se meten muchas horas en el bar, pero a Pili le compensa. Preparan las copas con cariño, hay una gran selección de tés y las pizzas familiares están buenísimas. El verano, por cierto, ha sido una locura. "Tuvimos un camarero con experiencia que nos ayudó muchísimo, y aun así han sido horas y horas, las dos terrazas llenas… las ganas de salir de la gente, la buena temperatura, se ha juntado todo. Ya me han dicho que en invierno la cosa cambia del todo, que hay muy poca gente, pero ya nos organizaremos y haremos cosas; realmente no hemos tenido tiempo, ha sido actividad incesante".

Pili confía en una normalización próxima de otras iniciativas, "Cuando ya puedan venir visitas colegiales, que ojalá sea pronto, prepararemos algo combinado con la Harinera y el Herbario de la Sierra de Albarracín, con el que nos comunica una puerta interna. La idea es hacer actividades con harina, galletitas… que los chavales se manchen las manos a gusto".

El espacio museístico de la Harinera no es amplio, pero está montado con un gusto exquisito gracias a subvenciones de fondos FITE. El altísimo techo alberga la zona de recepción del grano, la limpieza del trigo que luego se humedecía, los cajones de criba… hay cinco molinos, de distintos tamaños, y se respetaron las antiguas estructuras de los silos internos… impresiona a primera vista, y conforma un ambiente muy agradable. "Tiene una gran estufa, pero se plantean añadir alguna más para el crudo invierno. Queda un ala del edificio sin restaurar; la idea de futuro es poner allí un albergue. El alcalde, Inocencio Martínez, ha puesto mucha ilusión en este espacio".

Un apunte: en la cafetería también se vende el permiso para coger setas en el entorno de la Sierra de Albarracín, cinco euros diarios y un máximo de diez kilos diarios por persona.

El Herbario de la Sierra de Albarracín, otro motivo para visitar la Harinera del Carmen

El Herbario de la Sierra de Albarracín es sencillamente impresionante; hay 550 variedades expuestas, con un nivel de detallismo increíble. Abierto en 2014, se puede visitar a demanda, que no libremente; se pide el permiso en el bar, y actualmente la visita se circunscribe a momentos de más tranquilidad en el negocio. A veces, eso sí, pasan cosas curiosas. "Este verano –cuenta Pili– me llamaron para ver si vendía hierba de la de fumar, habían oído hablar de un herbario y esto era un bar y debieron decir ‘qué bien’. Creí que era una broma, pero no, lo preguntaban de verdad. Me tuve que reír".

La exposición se nutrió de aportaciones de los vecinos y de los estudios de un entomólogo, Emanuel Blat, que tenía un líquido magnífico para mantener las hierbas y flores colectadas con buen aspecto. "Hay unas amapolas fantásticas que me encantan, los cardos, las ortigas, margaritas, menta, romero… todas están en Torres. El montaje es muy chulo: las que están colgadas son las que tienen flor, y en las paredes están árboles y arbustos. Hay fotos de cada una en las cuatro estaciones del año, la evolución de las hojas… a los biólogos les llama mucho la atención que no se hayan ennegrecido, y es por el líquido mágico de Blat, que se llevó su secreto a la tumba".

"Los paneles colgantes –explica Pili– pueden bajarse al suelo y convertirse en mesas para ponencias, presentaciones, actividades colegiales… a principios de verano se presentó un libro aquí". Carrascales y rebollares, pinares, enebrales y sabinares, paris quadrifolia, orlas arbustivas, bosques caducifolios (ahí destaca el Peral del Monte, variedad con sesgo señorial) y entre las plantas con flores, se encuentra el hinojo, la carlota silvestre, la encinilla, el camedrio, la betónica, zamarrilla lanuda, beleño negro, estramonio, cardo cardador y el muy gráfico azotacristos. No falta la mejorana, que los más sabios del lugar recomiendan para mitigar los ronquidos; solamente hay que dejar un ramito en la mesilla de noche, y la cosa mejora.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

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