Juegos entre viñedos, catas de aceite y otros planes de turismo gastronómico para hacer con niños
Aunque de primeras son actividades pensadas más para los adultos, cada vez hay más ofertas que implican cocinar, comer y beber y que se pueden hacer en familia.
El concepto de turismo gastronómico siempre ha estado más ligado a los adultos pero cada vez son más las actividades relacionadas con cocinar, comer y beber que se pueden realizar en familia. Catas de vino y mosto (sin alcohol) para niños, degustaciones, talleres de cocina o de elaboración de productos artesanos como aceites o pan son algunas de las propuestas que se ofrecen en Aragón.
Las ofertas más habituales están relacionadas con las bodegas y sus extensos campos de viñedos pero también se puede conocer más de cerca la producción de quesos, miel, aceite de oliva… Turismo, naturaleza y gastronomía combinan a la perfección en este tipo de actividades donde la participación de todos los públicos está garantizada.
Enoturismo en familia
Una de estas opciones es el enoturismo en familia. Al menos ocho bodegas aragonesas ofrecen actividades relacionadas con el vino donde los más pequeños de la casa también pueden divertirse. En las Bodegas Sers, en Cofita (Huesca) se puede hacer un paseo a caballo entre los viñedos, además de las habituales catas, maridajes y visita a las instalaciones. En Enate, también en la D. O. Somontano, durante la cata, a los niños se les entrega una copa de mosto y una guía infantil. En Viñas del Vero hay un ‘Taller para pequeños sumilleres’, en el que los niños juegan con los aromas, conocen el trabajo del campo y van aprendiendo vocabulario del mundo del vino.
El Museo del Vino de la D. O. Campo de Borja también es un lugar que visitar en familia. Situado en la localidad de Vera de Moncayo, las instalaciones albergan una exposición interpretativa y didáctica. Además, se ofrecen talleres para niños. En Cariñena, Bodegas Care ha creado su Mini Club, un espacio destinado a los más pequeños y también se puede vendimiar en familia, dar un paseo en bici eléctrica entre viñedos o participar en un juego de orientación en el campo.
Almazaras y oleoturismo
El oleoturismo, es decir, las actividades turísticas relacionadas con la producción y cata de aceite de oliva, está cada vez más en boga. Almazaras de todo Aragón abren sus puertas para dar a conocer sus creaciones, ofrecer sus productos y dejar al visitante prendado de su oro líquido. En estas propuestas también tienen cabida los niños, que pueden empezar a experimentar con el paladar desde edades tempranas.
En Buera, en la comarca del Somontano de Barbastro, está el Torno de Aceite, una antigua almazara de los siglos XVII y XVIII que estuvo en funcionamiento hasta el XX. Recientemente, tanto el edificio como los elementos empleados para extraer aceite se han recuperado y están de nuevo en funcionamiento para que todo tipo de público, incluidas familias, conozcan de primera mano cómo es el proceso.
Molino Alfonso es una de las almazaras de Belchite, localidad productora de aceite de oliva virgen extra del Bajo Aragón por excelencia. Entre otras propuestas, se ofrece una visita a sus instalaciones o rutas en familia que recorren los olivares, pasando por los olivos centenarios del Campo de Belchite. También se hacen catas y se explican con detalle los trabajos de recolección y las formas de trabajar el olivo.
En Calaceite, el Mas de Flandí ofrece visitas guiadas al molino y una cata de sus creaciones, los aceites de oliva Fruits&Branca Extravírgenes. El origen de esta finca del Matarraña se remonta al siglo XVIII y actualmente la puebla un extenso olivar de la variedad empeltre. Todos sus productos provienen de cultivos ecológicos, producidos y envasados en estas instalaciones, desde donde se venden creaciones gourmet a nivel internacional.
Una experiencia similar se puede vivir en Oliete, donde se desarrolla el proyecto Apadrina un Olivo. Además de poder disponer de un árbol propio y seguir su progreso en la distancia a través de internet, también se ofrecen catas del aceite producido en sus almazaras con la cosechas de esos olivos recuperados gracias a la solidaridad de quienes los apadrinan.
‘Mis amigas las abejas’ y una quesería
‘Mis amigas las abejas’ es el nombre del aula que se ha instalado en el Museo Apícola de Latorrecilla, perteneciente al municipio de Aínsa-Sobrarbe. Un concepto, el de ser amigo de una abeja que, de primeras, puede resultar complicado de encajar. Pero, de la mano de un apicultor y haciendo un repaso por la vida de estos insectos, la curiosidad y el interés por estas colonias va en aumento.
Por lo general, se ofrecen dos visitas al día, con horarios flexibles y siempre dependiendo de las condiciones meteorológicas. Al final del recorrido hasta los propios visitantes se sorprenden de haber conocido tan de cerca y sin protección especial la ajetreada vida de las abejas.
De la miel al queso. En la localidad de Fonz está la Quesería y Granja Val de Cinca, donde se elaboran yogures y quesos de leche de ovejas nacidas y criadas en ese mismo lugar. Los fines de semana cualquiera está invitado a conocer cómo es el día a día en estas instalaciones. Durante una hora se recorre la granja y los pastos para terminar con una degustación de productos para mayores y pequeños.
