aragón es extraordinario

Alfamén, un museo sin horarios ni límite de aforo

Las tres salidas del zaragozano Festival Asalto a la provincia entre 2017 y 2019 fueron a Alfamén, que luce ahora una treintena de obras murales en sus casas

Alejandro Gil dejó de ser alcalde de Alfamén el año pasado tras ocho años en el puesto; más allá del tema político, su localidad le reconoce un legado artístico indudable, la treintena de murales de gran formato que dejó el Festival Asalto en las paredes de todo el pueblo. Fueron tres ediciones entre 2017 y 2019, con un resultado que aúna la belleza plástica con los réditos turísticos de tener algo único en la zona.

Pilar Lorente –Mapi en su pueblo– ocupa actualmente la concejalía de cultura. “Contamos con un folleto específico para cualquier interesado del pueblo y todos los que nos visitan, además de ultimar unos códigos QR para saber desde el móvil un poco más de cada mural, desde la persona que lo ha hecho a la relación de la obra con el lugar en el que está; es indudable que los murales ayudan al pequeño comercio local y, definitivamente, proporcionan un punto de alegría a la gente. Alfamén es un pueblo muy hospitalario y con sensibilidad artística; en el propio Ayuntamiento tenemos un concejal de agricultura que estudió Bellas Artes”.

Profesora de secundaria en Zaragoza, Mapi explica que su sector ha vivido un curso duro con la aparición de la pandemia. “Seguimos con muchas incógnitas de cara al próximo curso, pero obviamente se buscarán soluciones diferentes para seguir adelante con la actividad”.

El primer año ya se plasmó la mitad de las obras, sobre la docena. “El segundo llegaron otras tantas y las últimas las pintaron el año pasado. Naturalmente, se pedía permiso a los vecinos, pero casi no hubiera hecho falta, porque todos estuvieron encantados; en este pueblo somos participativos”. En los murales aparece gente de Alfamén, referencias concretas del pueblo o iconografía más general sobre un tema que sí pueda tener arraigo local. Mapi elogia la obra de Ana Taratiel. “Es mi preferida, un juego de perspectiva desde un punto concreto; marca dos lugares distintos en el suelo para que la foto hecha desde allí abarque la imagen completa que aparecería fragmentada en edificios diferentes desde otro punto.

Hay más. El mural de Christian Blanxer está dedicado a la mujer trabajadora en la antigua fábrica de magdalenas, donde había en faena muchas mujeres y niñas; un símbolo del pasado del pueblo. Hay un mural grande de un señor que no reside en el pueblo, al lado de unos pisos colindantes con el ayuntamiento, y cuando vienes desde el fondo de la calle ya lo ves como asomado, mirando hacia la plaza; un bonito juego visual. “El Colectivo Licuado, de Uruguay, pintó juntas –explica Mapi– a una señora y una niña del pueblo”. Carmen Valero es la señora; Marina Serrano Ceamanos, la niña.

De la ‘pelu’ y con una sonrisa

“Pasaba una prima mía por la puerta –recuerda Carmen– y salí a decirle ¡mira qué bien llama! Justo entonces andaba por la calle una parejica con unos papeles mirando todo; vino la chica y me dijo que estaba muy guapa, le dije que seis nietos tenía, y entonces preguntó si quería posar para ellos: yo venía de la peluquería, toda así, y le dije que de acuerdo; faltaba una niña para terminar la idea que llevaban y volvieron con Marina. Me puse la blusa de la coral y dijo la chica –se ríe con ganas– que estaba muy aparente... ya ves cómo fue la cosa”.

William Golding se equivocó: el número 58 es el señor de las moscas

Entre semana, lógicamente, los visitantes no son tan abundantes en Alfamén, pero los fines de semana sí hay afluencia de curiosos siguiendo la ruta de los murales. El Ayuntamiento reparte los mapas que permiten seguirlos en los bares y panaderías que abren en el cierre de la semana, amén de los mentados códigos QR con información bilingüe en español e inglés. Uno de los murales que más llama la atención, a pesar de su aparente sencillez, es el del número 58. “Se decía –comenta Mapi Lorente– que si dejabas un papel en la pared con el número 58 pintado, las moscas acudían al número y te dejaban en paz. La broma llegó a los bares; muchos tenían el número en sus paredes”. Otro mural popular es el dedicado al famoso Cura Pérez: la señora que vive enfrente de la antigua casa del sacerdote ofreció su fachada para que quedase más limpio, porque la casa de Arnal era de ladrillo.

Las Uves y su primer cuarto de siglo dando razones para la visita

El restaurante Las Uves (Las VV) está al lado de la iglesia, muy cerca del ayuntamiento, y pertenece a la familia Valero Valero. “Es un lujo, no fallas si vas allá –explica Mapi Lorente– porque además abren todos los días, y también es bar. A la hora de la merienda es muy popular el Bar Español; también tenemos el hogar del jubilado y el bar de las piscinas, que son muy amplias y nos han permitido mantener las normas de seguridad”.

Benito es el maïtre de Las Uves, un fenómeno en el trato social que tratan con familiaridad los habituales y que aumenta su cartera de clientes satisfechos cada día. Su hermana Encarna es la artífice de la gran estrella de la carta: el cabrito al ajillo, objeto de deseo de los que vienen de propio al lugar. “Lo salamos, enharinamos y freímos, para empezar. Luego freímos los ajos, los añadimos, flambeamos el cabrito con coñac, se le añade un toque de vino blanco y a servir. la verdad es que son muchos los que lo piden nada más entrar”.

Las Uves hacen 25 años este mes de agosto. Además del cabrito también destacan los rollos de salmón, el bacalao gratinado (una delicia) y en invierno, cuando el cuerpo pide un poco de calorcillo, las judías blancas y el cocido. Todo se riega en el restaurante con los productos de Viña Zagros, la bodega familiar de los Valero desde 2003, con tinto, blanco y rosado en la carta.

En Alfamén hay más referencias para el paladar; lamineras, concretamente y con un nombre curioso. “Aquí hay que pedir las tortas ‘mal hechas’; son dobladillos de crema y chocolate, están en las tres panaderías del pueblo. También magdalenas, claro, hay tradición aquí –explica Mapi– y luego puedes admirar los murales con el estómago contento. Si te soy sincera, aunque ya os he comentado mis favoritos, la verdad es que me gustan todos”.

ALFAMËN

Comarca. Campo de Cariñena.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincias, hay 44 kilómetros por la A-23 hasta la salida de Longares, y de ahí por la A-1304 hasta el destino.

Cabezo de Altomira. Este cerro está situado al noreste del núcleo urbano: desde allá se goza de unas vistas magníficas de la localidad.

Las fiestas. San Roque es el patrón de Alfamén y se celebra el 15 de agosto, junto con los festejos en honor a la Virgen de la Asunción; también se celebran a mediados de mayo las fiestas en honor a Isidro Labrador.

Senderismo. Una excursión muy habitual entre los aficionados de la zona conecta Alfamén con Cosuenda y las estribaciones de la sierra de Algairén.

Magdalenas Lázaro. La panadería Lázaro abrió en 1948, la fábrica de magdalenas en 1976 y hoy en día, con tecnología industrial en apoyo del mismo toque artesano de siempre, esta firma local vende a medio mundo.

Artículo de la serie 'Aragón es extraordinario'.

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