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Rutas literarias para perderse por Aragón… ¡sin salir de casa!

Huesca, Zaragoza y Teruel se han convertido en escenarios de diferentes títulos a lo largo de la historia. 

Rodaje de la película 'Palmeras en la Nieve'
Rodaje de la película 'Palmeras en la Nieve', basada en la novela de Luz Gabás
TuHuesca

Comenzamos nuestra ruta literaria por algunos rincones del Pirineo aragonés de la mano de una de nuestras autoras más conocidas, Luz Gabás (Monzón, 1968). Su última novela, ‘El latido de la tierra’ (2019) cuenta la historia de Aquilare, un pueblo que no existe pero inspirado en los paisajes de la montaña aragonesa perdido en algún rincón del pirineo aragonés, cuyos vecinos se vieron obligados a abandonar tras una expropiación forestal.

No se puede pasar por alto otras dos de sus novelas más notorias como son ‘Palmeras en la nieve’ (2012) y ‘Como fuego en el hielo’ (2017). La primera de ellas conllevó su posterior adaptación al cine, que logró dos premios Goya. La novela narra la historia dos montañeses oscenses que se ven obligados a cruzar el mundo para adentrarse en un lugar exótico en plena época colonial. Entre los escenarios de la película se encuentran las localidades altoaragonesas de Bielsa y Benasque.

La capital oscense también se ha convertido en el escenario de una novela policíaca de la mano del autor Esteban Navarro (Moratalla, 1965), gracias a su obra de suspense ‘Una historia de policías’ (2017), la primera de su carrera ambientada íntegramente en Huesca en la que se recogen localizaciones como la avenida de la Paz o la calle Juan XXIII entre otras.

En 1988, Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955), publicó una de sus novelas más conocidas: ‘La lluvia amarilla’, que cuenta la historia del último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo aragonés llamado Ainielle –perteneciente al municipio de Biescas-. Un paseo por la memoria que se adentra en temas como la soledad, el tiempo, la muerte o el abandono del medio rural en forma de monólogo de su protagonista, Andrés, un pastor que habita en la zona.

Manuel Vilas (Barbastro, 1962), también eligió un escenario oscense para ambientar e incluso titular una de sus novelas. En ‘Ordesa’ (2018), el lector podrá perderse por algunos rincones de Torla, Ordesa y Broto en un viaje al corazón y la memoria de la mano de los recuerdos y testimonios de familiares del autor. Finalmente, aunque algo más antigua, en 1994, Rafael Andolz (Jaca, 1926 - Huesca, 1998), publicó una de sus obras más especiales. ‘Leyendas del pirineo para niños y adultos’. Una colección de 30 cuentos ambientados en los Pirineos o con ellos como protagonistas, que transportan al lector a un mundo de leyendas e historias narradas frente al fuego en una tarde de ventisca.

En Zaragoza

Continúa este viaje literario por Aragón en la provincia de Zaragoza, un entorno que abre un gran abanico de posibilidades a los lectores. La novela ‘Bendita Calamidad’ de Miguel Mena (Madrid, 1959) sirve para arrancar. Una historia que también fue llevada al cine de la mano del director Gaizka Urresti y que se ambienta en Tarazona y su comarca, en concreto durante la celebración del Cipotegato y las fiestas de San Atilano de 1992.

Sin lugar a dudas, otro imprescindible de las letras aragonesas es el periodista Juan Bolea (Cádiz, 1959), que en numerosas ocasiones ha elegido la capital aragonesa para ambientar algunas de sus novelas. Una de ellas es ‘Pálido monstruo’ (2012), pero no la única. Precisamente uno de sus personajes emblema, el detective Florián Falomir, vive y desempeña su labor investigadora en la ciudad de Zaragoza. Podemos disfrutar de sus aventuras en ‘Los viejos seductores siempre mienten’ (2018) o ‘Sangre de liebre’ (2020).

María Frisa (Barcelona, 1969), también elige Zaragoza para ambientar su obra ‘Cuídate de mí’ (2018), novela negra que cuenta la historia de dos policías que investigan una serie de delitos sexuales y de violencia de género. También de la mano de Carmen Santos (Valencia, 1958), se puede llegar hasta una bodega situada en Cariñena y algunos rincones del municipio de Aguarón en ‘Un jardín entre viñedos’ (2016). A la muerte de su padre, víctima de un misterioso accidente, Rodolfo Montero debe regresar de París y tomar las riendas de los negocios familiares.

El viaje por la provincia de Zaragoza concluye con la novela ‘La última bruja de Trasmoz’ (2009) de César Fernández García (Madrid, 1967), quel recoge una leyenda que Gustavo Adolfo Bécquer trata en 3 de las 9 misivas de su obra Cartas desde mi celda. La obra se ambienta en la zona de la comarca de Tarazona y el Moncayo y gira en torno a la obsesión que sufrió Bécquer por la última bruja de Trasmoz y que, dos siglos después, heredará un descendiente suyo.

En Teruel

Antón Castro (Arteixo, La Coruña, 1959) y su obra ‘El testamento de amor de Patricio Julve’ (1995), un libro de relatos que resume 150 años de historia, desde los tiempos de Ramón Cabrera, 'El tigre del Maestrazgo', hasta el rodaje de Tierra y libertad de Ken Loach. La publicación trasladará al lector a parajes de la zona como Ejulve, Pitarque, Villarluengo, Mirambel, Cantavieja… y otros rincones del Maestrazgo turolense.

Tampoco se puede pasar por alto la obra ‘El beso que no te di’ (2017), una historia romántica de Magdalena Lasala (Zaragoza, 1958), Premio de las Letras Aragonesas y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis. La novela, que recrea la desgraciada historia de amor de los Amantes de Teruel, se ambienta en múltiples escenarios aragoneses aunque el centro principal de la acción se sitúa en Teruel capital, pasando por otros lugares como Mora de Rubielos, Albarracín, Jaca, Monzón, Daroca o Zaragoza, entre otros.

Por otro lado, rescatamos la segunda parte de la trilogía medieval de Luis Zueco (Borja, 1979), titulada ‘La ciudad’. En esta ocasión, el historiador permite viajar al lector hasta la Edad Media en el corazón de Albarracín de la mano de este thriller histórico protagonizado por la intriga. Concluye el viaje por la provincia turolense de la mano de Ricardo Espín (Albacete, 1960) y su obra ‘El hijo del orfebre’, una novela que nos traslada a Albarracín de nuevo pero a dos épocas diferentes, la actual y el siglo XI de la mano de un guerrero de la época. Sus protagonistas se verán inmersos en una lucha aunque bien distinta, uno de ellos luchará con armas físicas mientras que el otro lo hará con la escritura.

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