La belleza ucraniana que divide a Japón

Carolina Shiino llegó con 5 años al país asiático, pero su victoria en el certamen genera polémica por no representar la identidad nacional.

Carolina Shiino, con el trofeo que le acredita como miss Japón.
Carolina Shiino, con el trofeo que le acredita como miss Japón.
Reuters

Que la belleza es una cuestión subjetiva lo dice hasta la ciencia, pero ¿y si hubiese que definirla en función de unos cánones de identidad nacional? El debate se complicaría, sin duda. Carolina Shiino puede dar fe de ello tras comprobar que su elección como Miss Japón hace unos días ha dividido al país. Nacida en Ucrania, y residente en territorio nipón desde que era una cría, en su rostro no hay rastro alguno de rasgos orientales. Unos lo ven como un acierto, una muestra de una sociedad abierta y cosmopolita, pero otros lo consideran una auténtica ofensa nacional.

La modelo, de 26 años, habla un japonés perfecto y lleva el apellido (Shiino) del nipón con quien se casó su madre. Fue esa relación precisamente lo que hizo que ambas -ella con 5 años- se mudaran de Ucrania a Nagoya, una ciudad de más de dos millones de habitantes en la costa del Pacífico.

«Me he tenido que enfrentar a barreras raciales», admitió el lunes tras ser coronada como la mujer más guapa de Japón y la única nacida en otro país que se ha colocado esa banda desde la primera edición del concurso allá por 1950. Pero la joven, nacionalizada en 2020, no se imaginaba cuando habló de esos obstáculos la cantidad de comentarios negativos que iba a arrastrar su victoria en el certamen, donde había logrado poner de acuerdo a una treintena de jueces sobre su belleza.

La elección de Shiino se lleva por delante, a juicio de muchos, la identidad nacional. «Ni siquiera es una mezcla con japonés, sino puramente ucraniana. Entiendo que es hermosa, pero esto es Miss Japón. ¿Dónde está la 'japonesidad'?», lanzaba un usuario de X. «Si fuera mitad (nipona) claro que no había problema. Pero ella étnicamente es 0% japonesa y ni siquiera nació en Japón», se quejaba otro.

La chica, que aparece en su perfil de Instagram enfundada en un kimono y entre cerezos en flor, no oculta que «ha sido un reto ser aceptada» como una nipona más. «Puede que no parezca japonesa, pero mi mente se ha convertido en japonesa por haber crecido en Japón», sostiene tras llevar más de dos décadas.

Más japonesa

La ONU recogía en un informe reciente que poco más del 2% de la población de la isla tenía origen extranjero y, según una encuesta realizada justo antes de la pandemia, casi siete de cada diez nipones consideraba la inmigración como un fenómeno positivo.

De hecho, entre las críticas al triunfo de Shiino se cuelan también mensajes de apoyo a la modelo, cuya proclamación ven como una «señal de los tiempos». En 2015 ya se produjo un avance en ese sentido en el certamen con la elección de Ariana Miyamoto, una chica de madre nipona y padre afroamericano, como Miss Japón aunque tampoco complació a todos que una mujer que no era 100% japonesa se llevara la corona.

La organizadora del certamen, Ai Wada, ha salido en su defensa al asegurar que Shiino es una ganadora de «plena confianza». Como aval de ello ha dicho que «habla y escribe un japonés hermoso y cortés». «Es más japonesa que nosotros».

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